Educación Scalabriniana
“La
Congregación asume la Educación Cristiana como un medio fundamental para
realizar el apostolado específico, que posibilita al ser humano crecimiento en
todas las dimensiones y lo capacita a dar su respuesta consciente y libre, como
hijo de Dios, al proyecto del Padre sobre sí y sobre el mundo” (Cfr. Cost.
N. 115).
La Congregación Scalabriniana
asume la educación cristiana como forma privilegiada de promoción algo “nuevo”,
en todas las etapas de la formación. Las escuelas Scalabrinianas, en los varios
contextos y países, tiene como principal objetivo la construcción de una
sociedad más humana, acogedora, solidaria y más fraterna, que trasmita la
cultura, y que también eduque en la fe y a la vida. Así, los valores de la
tolerancia, de la aceptación de las diferencias y de la amistad llenan las
relaciones entre los miembros de la comunidad educativa.
La integración de las
escuelas a través de la red “Educación Scalabriniana Integrada” (ESI) posibilitó
dar una línea propia a la educación, centrando su especificidad en lo que
dinamiza los propios valores de la “scalabrinianidad”. Los continuados
encuentros tienen como objetivo dar continuidad a la formación de los educadores
a nivel local, provincial, interprovincial y regional, llevando en consideración
el sueño educativo de Mons. Scalabrini, del Padre José Marchetti y de Madre
Assunta Marchetti, quiénes veían en la educación una
de las mayores posibilidades de promoción humana, de desarrollo cultural y de
capacidad de comprensión de sí mismo y de los otros.
Según la norma nº.116 – de las
Constituciones de las Hermanas MSCS – las escuelas Scalabrinianas son centros
generadores de cultura que, en su dinámica pedagógica, buscan producir
conocimientos que promuevan la vida y actitudes de respeto en sus relaciones.
Por eso, los contenidos del currículo son ricos de elementos que orientan el
educando al amor a Dios y al prójimo, que en la óptica scalabriniana es el
migrante más pobre y necesitado; esto quiere decir
que, todos aquéllos que usted encuentra en el camino, debe invitarlos a la
alegría de la convivencia, del compartir los dones, de la cultura y de la vida.
Uno de los grandes desafíos
enfrentados por los educadores scalabrinianos es el de promover, en todas las
formas posibles, la acogida y la relación serena entre educadores y educandos,
sobretodo, animando a estos últimos, al encuentro con los otros, aun siendo
diferentes en sus manifestaciones étnicas, culturales, sociales, religiosas y
económicas, diferencias éstas que traen consigo marcas del misterio de Dios,
actualizado en Jesucristo. Siempre en la óptica scalabriniana, la acogida
presupone dar espacio al otro, para poder caminar paso a paso con él, para
ocuparse junto de los problemas de la humanidad, desarrollando la cultura de la
paz y de la tolerancia, aprendiendo las reglas de la buena convivencia y
armonizando las diferencias en un proceso de verdadera
libertad.
Por la
calidad de la
educación administrada, nuestras escuelas son un laboratorio de convivencia
fraterna, un grito de esperanza para un mundo más humano, más armonioso, más
amigo y, siendo así, objetivan conducir el hombre a su meta final: “para que
sean uno, como nosotros” (Jn. 17,11), porque “ustedes ya no son extranjeros ni
‘huéspedes’, sino conciudadanos del pueblo de los Santos y familia de Dios’.
(Ef. 2,19
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