Parte V
HOMBRE DE LOS MIGRANTES Y PARA LOS MIGRANTES
1. LA
EMIGRACION VISTA POR SCALABRINI
a) Las
dimensiones y las causas
b) El
derecho natural de emigrar.
2. LA
IGLESIA Y LAS MIGRACIONES.
d) La
emigracion problema de toda la iglesia
3. LOS MISIONEROS Y LAS MISIONERAS DE SAN CARLOS PARA LOS MIGRANTES.
b) En la
Iglesia y por la Iglesia
a) El
deber del estado y de las clases dirigentes
Mons. Scalabrini afronta el dramático problema
de la emigración en masa, estallado en Italia al comienzo de su episcopado, con
el ánimo del pastor que ve dispersarse su rebaño y siente la necesidad de
cumplir la misión de
El Apóstol de los Emigrantes analiza el
fenómeno bajo todos los aspectos: dimensiones, causas, consecuencias humanas,
sociales y religiosas. Denuncia las injusticias y las opresiones, pero al mismo
tiempo sabe leer en el evento un designio de Dios: por lo tanto, descubre la
misión de
Él mismo se dispone para dar una respuesta
concreta a las exigencias de los migrantes y funda dos Congregaciones
misioneras, una masculina y otra femenina, de personas dedicadas a la misión
mediante la consagración religiosa.
La misión evangelizadora está completada
por la obra de tutela y de promoción humana, confiada a los laicos, y especialmente
a
1. LA EMIGRACION VISTA POR SCALABRINI
La visión de los emigrantes próximos a
partir desde la estación de Milán y los ruegos de los diocesanos emigrados en
América interpelan el ánimo apostólico del obispo de Piacenza. La emigración es
uno de los hechos más importantes y determinantes de la vida italiana
contemporánea, es impresionante por el número y tiene un carácter permanente,
debido a inevitables necesidades económicas.
La necesidad presupone un derecho, que no
puede ser suprimido por el Estado o por los centros de poder, que deben
asegurar la libertad de emigrar, pero no la libertad de "hacer
emigrar", causa de especulación y de explotación. El emigrante no
orientado y no tutelado está expuesto a "infinitos males tanto materiales
como morales", es "presa facilísima de especulación"; abandonado
a sí mismo, arriesga perder su identidad cultural y religiosa.
Si, en cambio, la emigración está bien
dirigida y asistida, se puede convertir en "instrumento de esa Providencia
que rige a los destinos humanos y los guía, también a través de catástrofes,
hacia la meta, que es el perfeccionamiento del hombre sobre la tierra y la
gloria de Dios en los cielos". Efectivamente, en el designio de
a) LAS DIMENSIONES Y LAS CAUSAS
"Eran emigrantes"
520.
Hace varios años, en Milán, fui espectador de una escena que dejó
en mi alma una impresión de profunda tristeza. De paso por la estación vi la
amplia sala, los pórticos laterales y la plaza adyacente invadidos por tres o
cuatro centenares de personas pobremente vestidas, divididas en diversos
grupos. Sobre sus rostros bronceados por el sol, surcados por las arrugas precoces
que suelen imprimirles las privaciones, se transparentaba el tumulto de los
afectos que agitaban en ese momento su corazón. Eran viejos encorvados por la
edad y los esfuerzos, hombres en la flor de la virilidad, mujeres que traían
consigo o llevaban en los brazos sus niños, jovencitos y jovencitas todos
hermanados por un sólo pensamiento, todos dirigidos hacia una meta común.
Eran emigrantes. Pertenecían a varias provincias del Norte de
Italia y esperaban con temor que la locomotora los llevara a orillas del
Mediterráneo y desde allí a las lejanas Américas, donde esperaban encontrar
menos adversa la fortuna y menos ingrata la tierra a sus esfuerzos.
Partían, esos pobrecitos, algunos llamados por parientes que los
habían precedido en el éxodo voluntario, otros sin saber con precisión hacia
adonde estuviesen dirigidos, atraídos por ese poderoso instinto que hace migrar
a los pájaros. Iban a América, donde había, lo escucharon repetir muchas veces,
trabajo bien retribuido para quien tuviese brazos vigorosos y buena voluntad.
No sin lágrimas habían dicho adiós al pueblito natal, al cual los
ligaban tan dulces recuerdos; pero sin añoranza se disponían a abandonar la
patria, ya que ellos no la conocían más que bajo dos formas odiosas: el
reclutamiento y el recaudador de impuestos, y ya que para el desheredado, la
patria es la tierra que le da el pan, y allá lejos esperaban encontrar ese pan,
menos escaso aunque no menos sudado.
Me fui emocionado. Una oleada de pensamientos tristes me hacía un
nudo en el corazón. Pensé: ¡quién sabe qué cúmulo de desventuras y privaciones
les hace parecer dulce un paso tan doloroso!... ¿Cuántos desengaños, cuántos
nuevos dolores les prepara el porvenir incierto? ¿Cuántos conseguirán la
victoria en la lucha por la existencia? ¿Cuántos sucumbirán entre los tumultos
ciudadanos o en el silencio de la llanura deshabitada? ¿Cuántos si bien
encontrando el pan para el cuerpo, perderán el del alma, no menos necesario que
el primero y perderán, en una vida totalmente material, la fe de sus padres?
Desde aquel día la mente se me fue muchas veces hacia aquellos
infelices y esa escena me actualiza siempre otra, no menos desoladora, no
vista, pero vislumbrada en las cartas de los amigos y en las relaciones de los
viajantes. Yo los veo a esos desdichados desembarcados en tierra extranjera, en
medio de un pueblo que habla una lengua no comprendida por ellos, víctimas
fáciles de especulaciones humanas: los veo mojar con sus sudores y con sus
lágrimas un surco ingrato, una tierra que exhala miasmas pestilentes,
desgastados por los esfuerzos, consumidos por la fiebre, suspirar en vano por
el cielo de la patria lejana, y la antigua miseria de la casa natal y sucumbir
finalmente sin que la añoranza por sus seres queridos los consuele, sin que la
palabra de la fe les señale el premio que Dios ha prometido a los buenos y a
los desventurados. Y aquellos que en la dura lucha por la subsistencia
triunfan, helos aquí; ¡ay de mí! lamentablemente allá en el aislamiento,
olvidar toda noción sobrenatural, todo precepto de moral cristiana, y perder
cada día más el sentimiento religioso, no alimentado por las prácticas de
piedad y dejar que los instintos brutales tomen el lugar de las aspiraciones
más elevadas.
Frente a un estado de cosas tan lamentables, yo me hice con
frecuencia esta pregunta: ¿cómo poder remediarlo? Y todas las veces que leo en
los diarios alguna circular gubernamental que pone a las autoridades y al
público en guardia contra las artes de ciertos especuladores, que hacen
verdaderas capturas de esclavos blancos para empujarlos, ciegos instrumentos de
codiciosas apetencias, lejos de la tierra natal con la mira en fáciles y
espléndidas ganancias; y cuando por cartas de amigos o por relaciones de viajes
me entero que los parias de los emigrados son los italianos, que los trabajos
más ruines, si puede haber ruindad en el trabajo, son realizados por ellos, que
los más abandonados, y por lo tanto los menos respetados, son nuestros
compatriotas, que miles y miles de nuestros hermanos viven casi sin defensa de la
patria lejana, objeto de prepotencias con mucha frecuencia impunes, sin el
consuelo de una palabra amiga, entonces, lo confieso, la llama de la vergüenza
cubre mi cara, me siento humillado en mi calidad de sacerdote y de italiano y
me pregunto nuevamente: ¿cómo ayudarlos?
Incluso, pocos días atrás, un distinguido joven viajero me traía
el saludo de varias familias de los montes de Piacenza acampados a orillas del
Orinoco: diga a nuestro Obispo que recordamos siempre sus consejos, que rece
por nosotros y que nos mande un sacerdote porque aquí se vive y se muere como
bestias.
Ese saludo de los hijos lejanos me sonó como un reproche... [1]
"Uno de los hechos más importantes de
la moderna vida italiana"
521.
Uno de los hechos más importantes de la vida italiana moderna es
su emigración; importante por el número, por los problemas sociales que
implica, por el malestar económico del cual es estímulo. Según los cálculos de
la estadística, los italianos emigrados que viven ahora en las Repúblicas
Americanas sobrepasan los dos millones; más de un millón en las Repúblicas del
Sur, cuatrocientos mil y más en Brasil, y el resto en las extensas partes de
América y especialmente en el Norte. Sólo la ciudad de Nueva York cuenta con
85.000. En el decenio l880-l890 salieron de los confines del Reino dos millones
de habitantes - un millón para la emigración temporaria, verdadero flujo y
reflujo de seres humanos que da a los trabajos de Europa la mano de obra
inteligente y solícita de nuestros obreros y trae de vuelta a la patria
alabanzas y dinero; y un millón para la emigración permanente - o sea gente que
va al otro lado del océano con la esperanza, casi siempre decepcionada, de
volver y se dispersa entre las jóvenes Repúblicas americanas, en el Sur y en el
Norte, en las populosas ciudades y entre las pampas desiertas y las florestas
vírgenes, llevando a todas partes una actividad siempre apreciada y estimada
(...).
Estas cifras no necesitan un amplio comentario. Ellas dicen clara
y rigurosamente: que en el bienio l887-l888 salió un mayor número de ciudadanos
del reino de Italia que de Francia, Países Bajos, España, Portugal, Austria,
Bélgica, Dinamarca, Suiza, todas juntas. Dicen que nuestra emigración es cuatro
veces mayor que la de Rusia, el triple de la de Alemania que también tiene una
grandísima emigración y de algunos miles superior a la del Reino Unido que
tiene colonias muy florecientes y negocios en todas partes del mundo.[2]
"Un fenómeno que tiene todas las
características de un hecho permanente"
522.
Las cifras expuestas son imponentes, pero parece que el fenómeno
migratorio no ha alcanzado su apogeo, ya que a pesar de las dificultades
interpuestas por la ley, votada hace dos años y que limita la obra de los
agentes de emigración; a pesar de los desengaños y de los gritos de dolor, que
de tanto en tanto atraviesan el Atlántico, que nos hacen temblar y ruborizar, a
pesar en fin, de las prohibiciones gubernamentales, el doloroso éxodo continúa.
Señores, el hecho es que la emigración italiana, que fue y está alimentada por
nuestras tristes condiciones especialmente agrarias, que fue y es estimulada
sin medida por los agentes de emigración y por la necesidad de brazos para
sustituir a los esclavos liberados en Brasil, responde en su conjunto a una
verdadera necesidad del pueblo italiano y está en relación con el aumento anual
de su población. No se trata, por lo tanto, de un fenómeno transitorio, sino de
un fenómeno que tiene todas las características de un hecho permanente. El
italiano es uno de los pueblos que tiene mayor aumento anual de población.
Aumenta en razón del 11 y 12 por mil, y es superado solamente por el holandés
que se honra de un excedente de los nacidos sobre los muertos del 13 por mil.
Por lo tanto, a pesar de la ingente emigración, la población del
Reino aumenta, y en pocos años nuestras hermosas comarcas tendrán un máximo de
densidad.
Según cálculos exactos, aumentando la población como en los
pasados 20 años, los italianos dentro de un siglo serán 100 millones, de los
cuales, admitiendo también, debido a una extensa colonización interna, de poder
hospedar dentro los confines del reino otros l0 millones y de alcanzar así los
45 o 50 millones - ya que tantos podrían caber en Italia si todas sus regiones
tuviesen la densidad de población de Lombardía - tendríamos siempre un inmenso
pueblo de otros 50 millones, que se esparcirá, en el siglo venidero, por el
mundo, impulsado por una fuerza a la que en vano se resiste, la lucha por la vida.
¡50 millones de italianos, señores, dispersos sobre la faz de la tierra como
hojas llevadas por un torbellino![3]
"La emigración es un hecho natural y
una necesidad inevitable"
523.
La emigración es un hecho natural y una necesidad inevitable. Es
una válvula de seguridad dada por Dios a esta sociedad atormentada; es una
fuerza conservativa mucho más poderosa que todos los compresores morales y
materiales, pensados y puestos en práctica por los legisladores para tutelar el
orden público y para garantizar la vida y los bienes de los ciudadanos. Es
conocido el refrán: malesuada fames [el hambre mala consejera]. ¿Quién podría
retener un pueblo que estalla bajo las convulsiones del estómago, pero que
tuviese la esperanza de encontrar en otras partes el pan cotidiano?
Por lo tanto a aquellos que, al considerar las miserias
ocasionadas por la emigración, exclaman serenamente: Y, ¿por qué tanta gente
emigra? Es fácil responder. La emigración, casi en la totalidad de los casos no
es un placer, sino una necesidad inevitable. Sin duda entre los emigrantes
también hay malos sujetos, vagabundos y viciosos: pero esos son minoría. La
inmensa mayoría, para no decir la totalidad de aquellos que expatrían, para
irse a la lejana América, no son de este temple; no huyen de Italia por
aborrecer el trabajo, sino porque este les falta y no saben como vivir y
mantener la propia familia.
Un excelente hombre y cristiano ejemplar de un pueblito de
montaña, donde algunos años atrás yo me hallaba en visita pastoral, se me
presentó para pedir la bendición y un piadoso recuerdo para sí y para los suyos
próximos a partir para América. A mis observaciones él opuso este tan simple
como doloroso dilema: o robar o emigrar. Robar no debo ni quiero, porque Dios y
la ley me lo vedan; ganar aquí el pan para mí y para mis hijos no me es
posible. ¿Qué hacer por lo tanto? Emigrar es el único recurso que nos queda...
No supe que agregar. Lo bendije emocionado recomendándolo a la protección de
Dios, y una vez más me convencí que la emigración es una necesidad que se
impone como remedio supremo y heroico al que hay que someterse, como a una
dolorosa operación se somete el paciente para evitar la muerte.
La religión y la emigración, he aquí ya los únicos dos medios que
podrán en el futuro salvar a la sociedad de una gran catástrofe: una enviando a
otros continentes el sobrante de la población; la otra, consolando con
alentadoras esperanzas el desesperado dolor de los infelices. [4]
b) EL DERECHO NATURAL DE EMIGRAR.
"Un derecho sagrado"
524.
Aquellos que quisieran obstaculizada o limitada la emigración en
nombre de consideraciones patrióticas y económicas, y aquellos que la quieren,
en nombre de una mal entendida libertad, abandonada a sí misma sin consejo y
sin guía, o no razonan por nada o razonan, según mi opinión, como egoístas y
despreocupados. Efectivamente, prohibiéndola se viola un sagrado derecho
humano, abandonándola a sí misma se la hace ineficaz. Los primeros, olvidan que
los derechos del hombre son inalienables y que, por lo tanto, el hombre puede
ir a buscar su bienestar donde más le convenga; los segundos, que la
emigración, fuerza centrífuga, puede convertirse, cuando está bien dirigida, en
fuerza centrípeta poderosísima. Efectivamente, además de causar alivio a
aquellos que quedan por la disminución de la concurrencia de aportes de brazos
y con nuevas salidas abiertas al comercio, se vuelve ella de inmenso provecho
adquiriendo influencias y aportando bajo mil formas los tesoros de actividades
sustraídas por un momento a la nación (...).
El discutir teóricamente, si la emigración es un bien o es un mal,
es inútil aquí, siendo suficiente para mi objetivo el constatar su existencia.
Pero después de las búsquedas que he emprendido para reunir datos estadísticos
y los hechos que sirven como base de este breve trabajo mío, y en las
conversaciones familiares, me he dado cuenta de una gran confusión de ideas
sobre este punto, no sólo entre la burguesía y los particulares, sino también
entre los periodistas y personas que se dedican a la cosa pública, así que he
creído no del todo inoportunas estas consideraciones.
Especialmente los propietarios de tierras, donde la emigración de
los campesinos es más numerosa, preocupados por este repentino empobrecimiento
de brazos, que se traduce en un adecuado aumento de beneficios para los que se
quedan, han hecho oír sus quejas al gobierno y por medio de diputados y de
asociaciones han pedido providencias "para sanar y circunscribir esta
dolencia moral, esta deserción, que despoja al país de brazos y de capitales
fructíferos, que hace quebrar los pactos colonialistas y deja tras de sí el
desgano y la insubordinación sin ninguna ventaja para los emigrantes, porque
los campesinos desprovistos de capitales y de conocimientos serán siempre y en
todas partes proletarios, y la miseria de la que intentan huir abandonando la
patria, los seguirá siempre como la sombra de su cuerpo, aumentada por nuevas
necesidades y por el aislamiento" (Actas parlamentarias, sesión l2 de
febrero de l879).
Como cada uno puede fácilmente darse cuenta, estas razones y estos
consejos se inspiran más en los intereses de los ricos que quedan, que en las
necesidades de los pobres que están obligados a irse, y si las autoridades le
prestaran oído fácil y conformaran su obra con esas sugerencias, sería cosa
inútil, injusta y perjudicial. Inútil, porque no llegaría jamás a suprimir la
emigración; injusta, ya que es injusto y tiránico todo acto que interpone
obstáculos para el libre ejercicio de un derecho; perjudicial, porque la
emigración tomaría otro camino diferente al natural que son nuestros puertos,
como ha sucedido todas las veces que el gobierno, por un mal entendido espíritu
de patriotismo, puso trabas a la emigración.[5]
"La emigración debe ser
espontánea"
525.
Si los agentes de emigración fuesen, como parece creer el
honorable De Zerbi en su informe, nada más que simples intermediarios, o sea,
hombres de confianza entre las varias Sociedades de Navegación y los
emigrantes, y restringiesen su obra en dar aclaraciones sobre el modo y sobre
el tiempo de los embarques, y las agencias no más que simples sucursales de las
oficinas centrales de Navegación, no habría de que preocuparse. Su acción, si
bien superflua en el mayor número de los casos (ya que esos conocimientos se
podrían adquirir, para quien tuviese interés, en las esquinas de las calles y
en los despachos públicos), tampoco sería dañina. Por el contrario, a veces
podría ser cómoda para los emigrantes. Y aún si los agentes actuasen un poco
como motivadores para decidir a los dubitativos, y mostrasen a los pobres
sedientos por la miseria, los arroyos americanos frescos y rebosantes como
aquellos que en el infierno de Dante hacían extasiar al maestro Adán, no sería
el fin del mundo, y se podría cerrar un ojo y decirles con Manzoni: vete, vete,
pobre apestado, no serás tú el que arruine a Milán.
Pero la facultad de hacer enrolamientos es algo muy diferente de
todo eso, y los agentes, que hacían uso de ella cuando ya estaba vedado por las
circulares ministeriales, ¡imagínese si no querrán valerse todavía más
ampliamente cuando sea por ley un derecho! Por consecuencia natural las
catástrofes, lamentadas en el pasado, aumentarán en la medida de la libertad
acordada, ya que por una parte, la experiencia no sirve contra la sed de
ganancias insaciables, y la ignorancia, por la otra, o no sabe la suerte que ha
corrido quien lo ha precedido en ese camino, o espera tener mayor fortuna.
Las sanciones conminadas por la nueva ley contra los agentes de
emigración son severas, y está bien; no lo serán nunca demasiado contra quien,
más deshonesto que el ladrón y más cruel que el homicida, empuja a la ruina
tantos infelices. ¡Cuántos de ellos, arrancados de su casa con falsas promesas,
se fueron al otro lado del océano entre páramos inhóspitos, acechados por mil
dificultades insuperables, afortunados si finalmente lograron encontrar un
trozo de tierra donde morir en paz! ¡Cuántos abandonados sobre playas desiertas
sin vestimentas y sin pan, tuvieron como suma ventura la posibilidad de poder
volver, con la desesperación en el corazón, a su pueblo natal![6]
"Libertad de emigrar, no de hacer
emigrar"
526.
Libertad de emigrar, pero no de hacer emigrar, porque tan buena es
la migración espontánea, como dañina es la incitada. Buena, si espontánea,
porque es una de las grandes leyes providenciales, que presiden a los destinos
de los pueblos y a su progreso económico y moral; buena, porque es una válvula
de seguridad social; porque abre los floridos senderos de la esperanza, y
algunas veces de la riqueza, para los desheredados; porque moldea las mentes
del pueblo con el contacto de otras leyes y de otras costumbres; porque lleva
la luz del Evangelio y de la civilización cristiana entre bárbaros e idólatras
y eleva los destinos humanos, ampliando el concepto de patria más allá de los
confines materiales y políticos, haciendo al mundo patria del hombre.
Es mala, si incitada, porque a la verdadera necesidad sustituye el
furor por súbitas ganancias o un mal entendido espíritu de aventura; porque
despoblando más allá de la medida y sin necesidad el suelo patrio, en lugar de
ser un alivio y una seguridad, se vuelve un daño y un peligro, creando un
número mayor de desplazados y de ilusos; mala, en fin, porque desvía a la
emigración de sus cauces naturales, que son los más provechosos y los menos
peligrosos, y porque la experiencia nos enseña que es causa de grandes
catástrofes, que se pueden y se deben impedir desde un gobierno civil y
previsor.[7]
"Cuanto tiene gusto a sal el pobre
pan del emigrado"
527.
Los peligros que lleva consigo semejante emigración son
innumerables y también son innumerables los males que la afligen. Cuando yo,
hace diez años, recogí el grito de dolor de nuestros pobres emigrantes en un
pequeño escrito que tuvo mucho eco en el corazón de todos los hombres de buena
voluntad, y que obtuvo en toda clase de personas un tan amplio consentimiento
de pensamiento y de obras, yo estaba muy lejos de imaginar el cúmulo de males y
de peligros a los que se expone el pobre emigrante. Todo, todo, conspira contra
él y sus males con frecuencia comienzan antes del éxodo de la humilde casa,
bajo la forma de un agente de emigración que lo conmina a partir, haciéndole
vislumbrar la fácil conquista de riquezas y lo envía a dónde a él place y
conviene, no dónde el interés del emigrante aconsejaría; y lo siguen los males
durante el viaje, con frecuencia desastroso, y lo acompañan a su llegada en
esos lugares infectados por terribles enfermedades, en los trabajos en los
cuales se siente con frecuencia incapaz, bajo patrones inhumanos o por la
ambición insaciable del oro o por la costumbre de considerar al trabajador como
un ser inferior; y esos males se agravan bajo los mil acechos que la maldad les
presenta en los países extranjeros, de los cuales ignora la lengua y las
costumbres, en un aislamiento que es con frecuencia la muerte para el cuerpo y
para el alma.
Y podría citar numerosos hechos que demuestran con cuántas
lágrimas está regado y cuanto tiene gusto a sal el pobre pan del emigrado, de
esos infelices, que llevados allá por vanas esperanzas o por falsas promesas,
encontrarán una ilíada de desventuras, el abandono, el hambre y con frecuencia
la muerte; allá dónde creyeron encontrar un paraíso; donde creyeron ver El
Dorado, pintado por el espejismo de la necesidad, ¡sin pensar que el Simún
violento de la realidad, dispersa en un instante las encantadas ciudades de los
sueños! Infelices extenuados por los esfuerzos, por el clima, por los insectos,
caen desconsolados sobre el terrón fecundado por sus sudores, sobre las
márgenes de las florestas vírgenes, que supieron roturar no para sí, ni para
sus hijos, golpeados por esa dolencia fatal y gentil que es la nostalgia,
soñando quizás con la patria, que no les supo dar ni siquiera el pan, invocando
en vano el ministro de la santa religión de sus padres para que alivie los
terrores de la agonía con las inmortales esperanzas de la fe.
Señores, el cuadro no es alentador, sin embargo es la historia
veraz de millares de nuestros compatriotas emigrados, como yo la he recogido en
los informes de mis Misioneros y como me fue escrita y relatada por quien fue
testigo y parte en esos tristísimos éxodos.
No quisiera, sin embargo, ser mal entendido o parecer pesimista.
Las tristes cosas mencionadas no pueden decirse de todos nuestros emigrados.
Muchos de ellos han encontrado en los países que los hospedaron pan suficiente,
muchos, bienestar y algunos, riquezas y forman en su conjunto colonias de las
cuales la madre patria puede considerarse orgullosa. Pero son también muchos los
desgraciados, y en gran parte lo son por su ignorancia y por nuestro abandono. [8]
"Infinitos males materiales y
morales"
528.
Los peligros que les esperan a los emigrantes son tales y tan
numerosos, que difícilmente un hombre aún de ingenio vivo podría escabullirse
totalmente de ellos. ¿Qué decir pues de los pobres campesinos que, ignorantes
de todo, se confían a personas que en cada emigrante ven solamente una cosa
para explotar?
Desafortunadamente aquellos que leen diarios deben recordar cierto
número de hechos a veces viles, a veces trágicos, siempre tristes, en los
cuales nuestros pobres hermanos que emigran aparecen en calidad de víctimas.
Algunos años atrás los diarios hablaron de centenares de
emigrantes, que llegados al puerto de embarque, no sé si de Génova o de
Nápoles, advirtieron que su dinero, reunido con quien sabe cuántas privaciones
y quizás con la venta de los últimos enseres domésticos, había terminado en
manos de un estafador. Y a consecuencia de ello lágrimas, gritos, imprecaciones
y luego la vuelta al pueblo natal con gastos a cargo del Estado.
En los comienzos del invierno de 1873 llegó a Nueva York un buque
con muchas familias de campesinos de los Abruzos, que habían sido embarcados
por los agentes de emigración con la promesa de llevarlos a Buenos Aires, dónde
los esperaban ansiosamente parientes y amigos. Esos desdichados, que habían
sufrido mucho durante la travesía, se encontraron en cambio en otro lado,
agotados, muy lejos de la meta de su viaje y sin medios para continuarlo.
Sin embargo, éstas pueden ser excepciones. Lo que es regla general
es el modo en el cual se realiza su transporte. Hacinados peor que bestias, en
número mucho mayor de lo que permitirían los reglamentos y la capacidad de los
barcos, ellos hacen ese largo e incómodo trayecto, literalmente amontonados,
con cuanto daño para la moral y para la salud bien pueden todos imaginar.
¿Qué decir después de la suerte todavía más lamentable que les
espera una vez alcanzada la suspirada meta? Con frecuencia embaucados con artes
engañosas, deslumbrados por mil promesas falsas, obligados por la necesidad, se
vinculan con contratos que son una verdadera esclavitud, y los niños se
encuentran encaminados por la mendicidad al delito y las mujeres lanzadas al
abismo del deshonor.
Los extensos y vírgenes terrenos de América del Sur, de Brasil, de
Chile son cedidos a los emigrantes directamente por los gobiernos o por
sociedades privadas, que han adquirido su propiedad con fines de especulación;
y después de un determinado número de años y mediante el pago de cánones
convenientes, el campesino se convierte en dueño del suelo fecundado con su
sudor. Los colonos, por lo tanto, instalan sus carpas entre aquellas estepas
que convierten con frecuencia en prometedoras y prolíficas campiñas y esos campesinos,
generalmente de una misma región y algunas veces del mismo pueblo, bautizan
allá con el nombre del villorrio natal el lugar dónde
Sin embargo, estos conglomerados si bien pueden disminuir los
peligros de la emigración, haciendo menos triste y más segura la vida, pueden
también, si no están bien vigilados, ser causa de infinitos males materiales y
morales, ya que nuestros pobres campesinos corren el riesgo de ser enviados por
los especuladores a consumir su vida sobre terrenos estériles o en lugares
malsanos o mal defendidos de las fieras y de las hordas bárbaras. Todas estas
cosas ya se verificaron y más de una vez la prensa y la opinión pública se
conmovieron por ellas. [9]
"Presa facilísima de la
especulación"
529.
Pero, ¿adónde va esta gran masa de seres humanos, éste torrente de
sangre italiana?
La mayor parte de ella, es doloroso decirlo, no sabe adónde va.
Para ellos es América, el país al que se dirigen los que dejan la patria en
busca de fortuna. Al Sur o al Norte, entre las zonas templadas o las
tropicales, en climas sanos o pestilentes, sobre tierras fértiles o más
estériles que las que abandonaron, en centros muy poblados o en comarcas
desiertas, ellos no saben. Van a América, y con frecuencia con el agravante de
un contrato firmado en blanco, que pone, si no su persona, su trabajo a
disposición de cualquier patrón.
Es así que los agentes de emigración enviaron gran número de
emigrantes a Brasil a sustituir la mano de obra ya insuficiente para las
necesidades de la agricultura y mermada como ya dije por la abolición de la
esclavitud. Es así que en Nueva York el así llamado sistema de los patrones,
condenado por un Bill del Senado de los Estados Unidos, aglomeró un número
interminable de emigrantes, atraídos allá con mil promesas, explotados
indignamente y luego abandonados, para dejar el puesto a los nuevos llegados,
nuevas víctimas de deshonestas ganancias.
Es así, por último, que en Chile, para no nombrar muchos otros
casos, encontraron el abandono y la miseria miles de nuestros connacionales
seducidos a ir por ridículas mentiras. Y como la ignorancia y la pobreza los
hace aquí en la patria víctimas fáciles de los agentes de emigración, así allá
el aislamiento y la miseria los hacen presa facilísima de la especulación,
siempre y en todas partes sin sentimientos de piedad y allá más que en otros
lados. Por eso, en lugar de un trabajo adecuado y bien retribuido, en vez de
abundante y sano alimento, esos infelices encuentran un trabajo duro, cuando lo
encuentran, una retribución que, medida con los esfuerzos, los peligros, el
encarecimiento de los artículos de primera necesidad, es verdaderamente
irrisoria, encuentran luego el poco mejoramiento dietético pagado a muy alto
precio, con la frecuente privación de todo lo que significa vida civil.[10]
"Pierden el sentimiento de la
nacionalidad y el sentimiento de la fe"
530.
Sin embargo, ¿quién podría describir los peligros a que se exponen
nuestros pobres emigrados con respecto a la vida religiosa? Se ha dicho todo al
decir que en la inmensa mayoría ellos viven allá sin ver jamás la cara de un
sacerdote y la cruz de un campanario. Abandonados, por lo tanto, a su suerte,
se entregan a la indiferencia más desoladora o abandonan la fe de sus padres.
Les diré una cosa que oprime el corazón al pensarlo: en sesenta años, según
cálculos oficiales, emigraron a una gran república americana 40 millones de
católicos. Ahora suponiendo también que 20 millones, lo que no se verificó
nunca, hayan repatriado, los católicos allá residentes, teniendo en cuenta los
nacidos y los muertos, deberían alcanzar por lo menos una cifra de 20 millones;
en cambio según el último censo eclesiástico, el número no llega, o ciertamente
no llegaba entonces, a los 8 millones. ¿Adónde fueron a parar los otros 12
millones?
Pierden el sentimiento de la nacionalidad, y con él, cosa que
oprime el corazón al pensarlo, el sentimiento de la fe católica, caen víctimas
de la propaganda protestante, víctimas infelices de las sectas, allá más
activas y numerosas que en otras partes. ¡Oh Señores! ¡Permitan a un Obispo
llorar ante ustedes por tanta desventura! La privación de ese pan espiritual
que es
"Abandonados allá sin sombra de
asistencia religiosa"
531.
Los pobres campesinos que emigran, cuando no mueren por el camino,
o no sucumben por las privaciones o por la mortal angustia de verse engañados,
están, se puede decir, abandonados allá sin sombra de asistencia religiosa. Su
estado es más fácil imaginarlo que describirlo. Los sacerdotes no abundan en
América, y los pocos que hay, casi desconocedores de nuestra lengua, no podrían
tampoco cumplir, como quisieran, sus deberes, por la razón muy simple que no
serían comprendidos por los emigrados. Considero que por estar los emigrados
dispersos por esas superficies sin fin, el sacerdote no podría visitarlos más
que de vez en cuando y de prisa. Por lo tanto, el italiano que vive en América,
está casi obligado, generalmente hablando, a llevar una vida peor que pagana,
sin Misa, sin Sacramentos, sin oraciones públicas, sin culto, sin Palabra de
Dios, de tal manera que ya es mucha cosa si sus hijos son bautizados. Ahora es
evidente que ese estado de cosas, debe conducir insensiblemente a esos
infelices a una indiferencia espantosa en materia de religión y a un
materialismo que embrutece (...).
Además no hay que olvidar que si en América faltan con mucha
frecuencia templos y sacerdotes católicos, la propaganda protestante o
masónica, según los lugares, no falta nunca. Allí adónde la voz del ministro de
Dios no llega, llegan los folletos incrédulos, las novelas inmorales, los
opúsculos y los libros de las sectas. Por lo tanto, si por un lado falta todo
auxilio religioso, por el otro abundan las insidias a la fe de nuestros pobres
connacionales, los que por interés o por ignorancia fácilmente se dejan enredar
por los apóstoles del error. [12]
"La mayor parte de los males podrían
evitarse"
532.
Sin embargo, lo que más entristece en todo esto, es el pensamiento
que la mayor parte de los males religiosos, morales, económicos, a los que se
expone nuestra emigración podrían evitarse o disminuirse bastante, si las
clases dirigentes en Italia fuesen concientes de los deberes que los unen a los
hermanos expatriados; ya que las inmensas comarcas de América no son tan
malsanas para no poder ofrecer a nuestra emigración un rincón tranquilo, y no
todas las tierras están poseídas por la especulación para no encontrar todavía
lugares tan fértiles y baratos para asegurar una equitativa recompensa a los
trabajadores. Todo está en saberlas mostrar a nuestra emigración.
Pero, ¿cuándo se hizo esto en Italia? ¿Cuándo se le dijo a los
emigrantes: tengan cuidado, éste y el otro contrato que se les ofrecen, éstas y
aquellas otras regiones que se les indican, esconden tal y cual otro asecho, no
son seguras, no son sanas, son estériles, o también siendo fértiles, están tan
fuera de todo medio de comunicación posible, tan apartadas de todo conglomerado
humano, que el fruto de sus esfuerzos reposará sin poder ser vendido, y así serán
al mismo tiempo ricos y pobres? Repito, ¿cuándo se hizo esto en Italia? A lo
sumo se grita un poco y se gime bajo el flagelo de algún hecho, que en nuestros
hermanos ofende a nuestro amor propio nacional, se grita y se compadece y se
reclama también, si se quiere, alguna medida del gobierno ¿y después? ¡Se calla
todo, se cubre todo con el olvido, todo vuelve a la calma, la calma falaz de la
ola que esconde a la víctima y que prepara otras más![13]
"La emigración es un bien y un mal"
533.
La emigración es indudablemente un bien, fuente de bienestar para
el que se va y para el que se queda, verdadera válvula de seguridad social,
aliviando el territorio del exceso de población, abriendo nuevos caminos a los
comercios y a las industrias, fundiendo y perfeccionando las civilizaciones,
ampliando el concepto de patria más allá de los confines materiales, haciendo
patria del hombre al mundo; pero siempre es un mal gravísimo, individual y
patriótico, cuando se la abandona así sin ley, sin freno, sin dirección, sin
tutela eficaz: no como fuerzas vivas e inteligentes, ordenadas para la
conquista del bienestar individual y social, sino como fuerzas chocantes que
con frecuencia se destruyen recíprocamente: y actividades explotadas para su
daño y vergüenza; para daño y vergüenza del país de origen. No como aguas aptas
para fecundar, sino torrentes sin cauce, que pierden el tesoro de sus aguas
entre las piedras y las zarzas, cuando no arrasan los campos ya fecundados. [14]
"Es instrumento de
534.
La emigración es ley natural. El mundo físico, como el mundo
humano están sometidos a esta fuerza que agita y mezcla, sin destruir, los
elementos de la vida, que transporta organismos nacidos en un determinado punto
y los disemina por el espacio, transformándolos y perfeccionándolos en modo de
renovar en cada instante el milagro de la creación.
Emigran las semillas sobre las alas de los vientos, emigran las plantas
de continente a continente, llevadas por la corriente de las aguas, emigran los
pájaros y los animales, y, más que todos, emigra el hombre, a veces en forma
colectiva, a veces en forma aislada, pero siempre instrumento de esa
Providencia que preside a los destinos humanos y los guía, aun a través de
catástrofes, hacia la meta, que es el perfeccionamiento del hombre sobre la
tierra y la gloria de Dios en los cielos.
Esto nos dice
"La grandeza religiosa y moral de la
causa de los emigrantes"
535.
Yo pienso que la grandeza religiosa y moral de la causa de
nuestros emigrados italianos y la grandeza política y material de este
hospitalario país, que a ellos (como me decía pocos días atrás el insigne
presidente de
Yo he recorrido una parte considerable de la patria gloriosa de
ustedes y he admirado otra vez y con recóndita alegría, que me entusiasmaba,
los grandes designios de Dios sobre América. Al celebrarse el cuarto centenario
de Cristóbal Colón, yo fui invitado en Italia a dar conferencias al respecto, y
ello por la sola y simple razón de que la familia de Colón pertenecía a mi
querida Diócesis de Piacenza, si bien él había nacido en Génova.
Una de esas conferencias se titulaba "Los designios de Dios
sobre América". Ahora bien, lo que pensaba entonces, lo he visto
confirmado durante mi feliz estadía entre ustedes, en mi largo viaje en los
varios Estados de
"Se va madurando la unión en Dios por
Jesucristo de todos los hombres de buena voluntad"
536.
Aquí por lo tanto, un día, si la inercia, si la ignorancia de los
caminos de Dios, si el descanso sobre los laureles conquistados, si la opresión
de santas aspiraciones, no desvían a los pueblos del plan divino, todas las
naciones tendrán generaciones numerosas, ricas, felices, morales, religiosas,
las que aun conservando cada una los caracteres propios de su nacionalidad,
estarán estrechamente unidas.
Desde esta tierra de bendición se elevarán inspiraciones, se
desarrollarán principios, se desplegarán nuevas fuerzas, arcanas, las que
vendrán para regenerar, para reavivar el viejo mundo enseñando la verdadera
economía de la libertad, de la hermandad, de la igualdad; enseñándole que
pueblos diferentes por origen pueden muy bien conservar su lengua, su
existencia nacional propia, aun estando unidos política y religiosamente, sin
barreras para encelarse y dividirse, sin armadas para empobrecerse y destruirse
los unos a los otros (...)
Yo lo espero; sí, yo lo espero, oh Señores. Ya que mientras el
mundo se agita deslumbrado por su progreso, mientras el hombre se exalta por
sus conquistas sobre la materia y domina como dueño la naturaleza desentrañando
el suelo, sometiendo el rayo, mezclando las aguas de los Océanos con el corte
de los Istmos, suprimiendo las distancias; mientras los pueblos caen, resurgen
y se renuevan; mientras las razas se mezclan, se extienden, se confunden; a
través del ruido de nuestras máquinas, por encima de este laborío febril, de
todas estas obras gigantescas y no sin ellas, está madurando aquí una obra
mucho más vasta, mucho más noble, mucho más sublime: la unión en Dios por
Jesucristo de todos los hombres de buena voluntad. [17]
"
537.
Los servidores de Dios que trabajan sin saberlo, sin conocimiento
de causa para el cumplimiento de sus designios, son numerosos en todos los
tiempos, pero en las grandes épocas históricas de renovación social, hay más de
cuanto se conozca, más de lo que se piense: ellos son innumerables. Ya que,
Señores, sépanlo bien, no lo olviden nunca. La finalidad suprema prefijada por
¡Qué día será aquel, oh Señores! Día afortunado, en el cual todos
los acentos, todas las voces en diferentes lenguas, elevarán al Omnipotente el
cántico de la alabanza y de la acción de gracias. El sol de la verdad
resplandecerá más luminoso y el arco iris de la paz se curvará sobre la tierra
con todos sus gentiles colores. Será como un arco de triunfo bajo el cual
¡Señores, apresuremos con los votos, con las oraciones, con las
obras ese día bendito! [18]
"Está despertando la antigua
piedad"
538.
Yo estoy ante todo conmovido por lo que he visto en mi largo peregrinar.
He visto la fe católica mantenida en medio de innumerables dificultades en las
estancias del gran Estado de San Pablo, he visto la fe de éstas colonias de
Paraná y hago votos para que también en las ciudades de América Latina se imite
a las ciudades de América del Norte. Allá arriba surgen iglesias italianas en
todas las ciudades. Nuestros Misioneros las asisten con otros religiosos. Está
despertando la antigua piedad; el crédito y la consideración ante las
autoridades se acrecienta cada día, comprobando otra vez que donde un apóstol
levanta la cruz, la civilización surge espontánea y el bienestar material
aumenta.[19]
2. LA IGLESIA Y LAS MIGRACIONES.
"Donde está el pueblo que trabaja y
sufre, allí está
Es necesario intervenir concreta e
inmediatamente, porque "el porvenir religioso y moral de las poblaciones
emigradas depende de ese tanto de religión y de moralidad" que debe ser
preservado de inmediato como la herencia más preciosa de su patrimonio cultural
y espiritual. Son necesarios "héroes que van a evangelizar" en
condiciones menos peligrosas pero no menos difíciles que los misioneros para
los infieles.
La preservación y la valorización del
patrimonio espiritual exigen la conservación de la cultura étnica:
"religión y patria se completan en esta obra de amor y de redención".
La pastoral de los migrantes debe tener en
cuenta este principio. Tanto los misioneros como las Iglesias de recepción
deben respetar la identidad cultural y religiosa propia del emigrado. Al
misionero, por lo tanto, se le debe conceder libertad de ministerio, bajo la
guía del obispo, que sabiamente dirige la inserción de los emigrados en
"Donde está el pueblo que trabaja y
sufre, allí está
539.
"Es un nuevo y consolador despertar
que
540.
Como todos ven, es un nuevo, maravilloso y consolador despertar
que
La alocución que yo señalo a la reflexión y a la acción del clero
y del laicado italiano es grande, noble, inexplorada, gloriosa y pueden
encontrar en ella un lugar digno tanto el óbolo de la viuda como la ofrenda del
rico, la humilde actividad de las almas más tranquilas, como el ímpetu generoso
de los espíritus más ardientes.[21]
"Esos infelices, verdaderamente
infelices"
541.
Resuena en mi interior todavía en forma muy dolorosa la voz de un
pobre campesino lombardo, que vino hace dos años a Piacenza desde el extremo
valle de Tibagy en Brasil, para pedirme en nombre de esa numerosa colonia un
misionero. "¡Ah, Padre, me decía con voz emocionada, si supiese cómo hemos
sufrido! ¡Cómo hemos llorado ante el lecho de nuestros queridos moribundos que
nos pedían consternados un sacerdote... y no poderlo tener! ¡Oh Dios, nosotros
no, no podemos vivir más así!" Y continuaba el pobrecito, con rústico pero
elocuente lenguaje, narrándome escenas realmente desgarradoras. Lo confieso:
nunca como entonces deseé poseer el vigor de los veinte años, nunca como
entonces lloré la imposibilidad de cambiar la cruz de oro de Obispo por la de
madera de Misionero para volar en auxilio de esos infelices, verdaderamente
infelices, porque entre los demás peligros se agregaba para ellos el de caer en
el abismo de la desesperación.[22]
"Estamos aquí como bestias"
542.
En la sesión de
Ahora bien, de un año a esta parte, cartas similares yo he
recibido casi un centenar, de parte de jefes de familia que invocaban la obra
protectora de mi Instituto. Y no solamente me despacharon cartas, sino
oportunos mensajeros desde varias comarcas de Brasil con el fin de perorar más
cálidamente con la palabra su causa. Y bien, ya sea por medio de aquellas
pobres cartas llenas de errores y rubricadas con firmas ilegibles, ya sea por
medio de las cálidas palabras de esos mensajeros, era evidente, ¡y cuánto! la
necesidad del sacerdote y del maestro; necesidad, que se hacía sentir en forma
tanto más fuerte cuanto mayor era la prosperidad material de las colonias.
Todos concluían con las desoladoras palabras del pobre emigrado véneto: somos
como bestias; se vive y se muere sin sacerdote, sin maestros y sin médicos, las
tres formas bajo las cuales se presenta ante la razón del pobre la sociedad
civil.
He aquí: con mi Instituto de patronato yo trato precisamente de
satisfacer a estas tres grandes necesidades humanas.
Mantener viva en los corazones la fe de nuestros padres y, con las
inmortales esperanzas del más allá reavivadas, educar y elevar su sentimiento
moral, ya que, no hay que olvidarlo, el único tratado de ética de nuestro
pueblo está todavía afortunadamente en el Decálogo.
Junto a los primeros rudimentos del cálculo, enseñar en la escuela
la lengua materna y un poco de historia nacional y mantener así encendida en
los hermanos lejanos la llama del amor por la patria y el ardiente deseo de
volverla a ver.
Finalmente, algunas nociones de medicina, dando a los misioneros,
en los meses de noviciado, algunas instrucciones sobre el uso de los
medicamentos más eficaces y más comunes, sobre el modo de prepararlos y
suministrarlos, e instituyendo junto a
"El porvenir religioso y moral
dependerá de ese tanto de religión y de moralidad que conservarán"
543.
La urgencia de proveer, por lo tanto, parece evidente, y parecerá
todavía más por las siguientes observaciones.
Esos pequeños grupos de cabañas, sembradas ahora en una especie de
desierto, están destinadas a convertirse en florecientes aldeas y ciudades,
tanto por el natural crecimiento de la población, como por esta marea de la
migración, que aumenta, se puede decir, todos los días. ¿Qué sucederá por lo
tanto? Sucederá, como es fácil prever, que en un breve lapso de años nosotros
tendremos allá en las inmensas llanuras de América una nueva Italia, rica quizás
en bienes materiales, pero pobre en bienes del espíritu, o dicho con más
propiedad, tendremos una sociedad conforme el rumbo que le habremos sabido
proporcionar desde un comienzo.
De hecho, las primeras impresiones son también las más tenaces y
duraderas, y son las primeras tradiciones aquellas que conservan a una familia,
a una ciudad, a una colonia su fisonomía particular. La historia nos brinda
innumerables ejemplos.
Hay que pensar además que la índole de nuestros compatriotas es
por naturaleza eminentemente adaptable, de modo que se amoldan fácilmente a las
condiciones de los lugares y de los pueblos donde
Por lo tanto, el porvenir religioso y moral de nuestras colonias
en América dependerá de ese tanto de religión y de moral, que conservarán estos
primeros núcleos de población. ¿Estarán ellos encaminados a sentimientos
civiles y cristianos? Serán civiles y cristianos sus descendientes; y aquellos
mismos que se unirán a ellos, provenientes de Italia, deberán adaptarse más o
menos espontáneamente a las tradiciones de fe y de piedad que encontrarán
radicadas allí. ¿Se dejarán en cambio en el abandono? Los verán ustedes crecer
en el mismo modo que los salvajes, y también los que llegarán después se
convertirán en salvajes.
Además, la tendencia de establecerse en colonias para nuestros
migrantes es un hecho que no debe ser descuidado, y asimismo hará menos difícil
la tarea de quien tendrá que orientarlos. Descuidarlo ahora sería un error
imperdonable, ya que se trata de elegir bien la situación de las futuras
ciudades e imprimirles ese carácter de religiosidad y de italianidad, del cual
deben depender su prosperidad y su importancia futura. Ese carácter se debe
imprimir de inmediato. Toda demora yo la creo fatal. Ese carácter será, para no
hablar de otras cosas, como el vínculo que los unirá en forma indisoluble con
la patria lejana, ya que mucho más que los intereses materiales, es la comunión
de los sentimientos religiosos y patrióticos que vale para consolidar de forma
inquebrantable la unidad de un pueblo. [24]
"Héroes que van a evangelizar"
544.
Entre nosotros en estos diez o doce años, desde que se habla con
tanta frecuencia de emigración y de emigrados, ¿qué se ha hecho? No sería
conforme a la verdad decir que se hizo todo lo que se podía y debía.
No faltan, gracias a Dios, sociedades de protección religiosa y
civil que surgieron y se dividieron por selección espontánea este nuevo campo
de actividad.
Omito referirme a mi obra, porque es para ustedes bastante
conocida y porque no quiero abusar por más tiempo de la paciente bondad de
ustedes. Diré solamente que si, confiando en Dios y en Su Providencia, me
apresté para la ardua empresa, fue justamente para incitar a los voluntarios a
intentar también en Italia algunas cosas especialmente en el campo religioso.
Yo pensaba: si el clero provee héroes que van a evangelizar pueblos bárbaros,
¿cómo no proporcionará los individuos generosos, que con menor peligro, si no
con menores incomodidades, vayan a asistir a nuestros connacionales especialmente
en las Américas, entre los cuales quizás tendrán parientes, amigos o
coterráneos seguramente? Si para enjugar las lágrimas de una hora, los ricos y
los pobres de Italia en muchas ocasiones compitieron en obras de caridad, dando
algunos ampliamente lo superfluo, sacándose los otros el pan de la boca, ¡oh!,
¿qué no harán cuando sepan que allá hay que secar un llanto que dura desde hace
años, y durará si no se provee, de generación en generación? ¿Qué no harán
cuando reflexionen que hay que sacar una vergüenza, que nos muestra incapaces a
los ojos de los extranjeros y nos hace ante ellos despreciables?
Pronto me di cuenta que había previsto bien, ya que no sólo
encontré manos que me aplaudieron y palabras de alabanza, sino también, lo que
más importa, corazones abiertos, manos generosas, voluntades enérgicas,
preparadas para la acción hasta el sacrificio.[25]
"La acción benéfica de
545.
En todas partes surgen iglesias, conventos, escuelas cristianas, orfanatos,
hospitales. La acción benéfica de
"Para
546.
El formidable problema de
"Obra verdaderamente cristiana y
altamente patriótica"
547.
Ello no quita a los italianos el deber de pensar que tienen allá
hermanos que les pertenecen en modo especial y que de modo especial necesitan
su ayuda. ¿Abandonarlos a sí mismos a qué otra cosa equivaldría sino a destruir
en ellos todo lazo con respecto a la patria y a poner a dura prueba su fe y su
moralidad?
Y, ¿no podrá decirse obra verdaderamente cristiana y altamente
patriótica aquella que, rompiendo la triste tradición de descuido que nos dejó
el pasado, procurase la manera de mejorar su suerte?[28]
"Nuestra iglesia, nuestra escuela,
nuestra lengua"
548.
¡Religión y Patria! Son estos dos grandes amores puestos por la
mano de Dios en el corazón de la humanidad, el lema escrito con caracteres de
luz sobre el estandarte de las naciones cristianamente civiles. Es a la sombra
de este inmortal estandarte que nuestros padres lucharon y vencieron. A la
sombra de este estandarte las frentes se levantan serenas, callan las iras,
desaparecen las divisiones entre las partes, las manos se estrechan
fraternalmente, reposan las familias, se distinguen los hombres. ¡Religión y
Patria! Señores, unámonos todos alrededor de este sublime ideal que, en la obra
protectora de nuestra emigración adquiere, diré así, forma y figura, y podremos
esperar para nuestra Italia días mejores, podremos esperar que se cumplan sobre
ella, en un tiempo no lejano, los designios de Dios.
Todavía una palabra y termino. No hacen muchos años en los Estados
Unidos se hicieron esfuerzos enormes para americanizar, si así puedo
expresarlo, a los emigrados de las varias naciones europeas.
No olvidemos este hecho, señores. Ocupémonos también nosotros,
cada uno en la medida de sus fuerzas, para que todos los italianos en el
exterior tengan la misma bandera, la misma firmeza, el mismo coraje: por
"Dos supremas aspiraciones de todo
corazón bien nacido"
549.
Religión y Patria: estas dos supremas aspiraciones de toda alma
gentil se entrelazan y se completan en esta obra de amor y de redención que es
la protección del débil y se funden en un acorde admirable. Las miserables
barreras levantadas por el odio y por la ira desaparecen, todos los brazos se
abren para un fraternal abrazo, las manos se estrechan cálidas de afecto, los
labios se preparan para la sonrisa y para el beso y quitada toda distinción de
clase o de partido, surge en ellos embellecida de cristiano esplendor la
sentencia: Homo homini frater.
Puedan estas pobres palabras mías ser la semilla de obras
ilustres, que redunden para gloria de Dios y de su Iglesia, para el bien de las
almas, para honor de la patria, para alivio de los infelices y de los
desheredados. Pueda Italia, sinceramente reconciliada con
"Una idea tan simple, tan
hermosa"
550.
No soñemos. He aquí mi idea cándida y desnuda como la verdad. Es
tan simple, tan hermosa, que no necesita los adornos de la retórica para
presentarse a las personas de buena voluntad.
Los jóvenes seminaristas, que año tras año cumplen con el servicio
militar en Italia, serán un centenar. Ahora bien, ¿qué daño ocasionaría para
nuestro ejército, si ellos fueran eximidos del servicio militar obligatorio y
se quisieran inscribir entre los misioneros para los italianos en América? ¿Qué
trasgresión sería para la igualdad de todos los ciudadanos ante el servicio
militar, si los jóvenes italianos aspirantes al sacerdocio, en cambio de tres
tediosos años de cuartel, hiciesen cinco en América al servicio de nuestros
connacionales, cooperando para su redención religiosa y moral, soldados al
mismo tiempo de
"Para el bienestar religioso, moral y
civil de nuestros emigrados"
551.
Todos, hermanos e hijos muy queridos, continúen empleando todo el
ingenio y las fuerzas que poseen para el bienestar religioso, moral y civil de
nuestros connacionales y aun empeñándose por mantener vivo en ellos el amor por
la madre patria, cuídense de fomentar entre ellos cualquier cosa que pueda
separarlos de sus nuevos conciudadanos o desligarlos como sea de los demás
fieles. Corresponde a ustedes actuar de tal manera que los italianos no tengan
que distinguirse sino por un mayor respeto a la autoridad, por una conducta más
ejemplar, por una laboriosidad más grande, por un cumplimiento más exacto de
sus deberes, por un apego más vivo a la fe de sus padres. Buenos como son y
naturalmente católicos, ellos responderán fácilmente, como lo han hecho hasta
ahora, a las preocupaciones de ustedes, siempre que los vean a ustedes
laboriosos y desinteresados.
En todas las cosas sean para ellos modelos del buen actuar, en las
palabras, en la pureza de las costumbres, en la seriedad, de tal forma que,
como escribe el Apóstol, el que está en contra de ustedes los respete, no
teniendo nada malo que decir de ustedes. Siguiendo su ejemplo, les repetiré con
San Bernardo, hagan honor a su ministerio. Vean que digo ministerio y no
señorío; ministerio y no ustedes mismos. Harán pues honor a su ministerio, no
con vanas ostentaciones, sino con inmaculadas costumbres, con las solicitudes
espirituales y con las obras santas.[32]
“Obra de evangelización confiada al celo y
a la sabiduría del episcopado americano”
552.
Ahora le puedo asegurar que hoy
Estos errores, sin duda hay que combatirlos; pero es necesario
sobre todo hacer desaparecer las causas principales que los generan; ahora
bien, de la prosperidad y del éxito de la obra que he emprendido, depende el
alivio del mal que nosotros deploramos y que es también perjudicial para la
propagación de la fe en América, si no se conservan las tradiciones cristianas
y los principios del catolicismo en los millones de emigrados italianos que
habitan el continente americano.
Por estos motivos
"Ejercer libremente el ministerio
bajo la dependencia de Su Excelencia"
553.
Recibí su muy cordial carta del 10 del corriente febrero,
acompañada por la generosa ofrenda de mil liras para nuestro Instituto. Me siento
impotente de darle las gracias como querría, sin embargo también el afecto y la
gratitud son buena moneda, y yo con esta pretendo, Monseñor, retribuirle.
Espero que en estas horas el buen P. Marcelino le habrá expuesto
mis ideas acerca de los Misioneros por enviar a Nueva York.
Dentro de algunos meses podría enviarle tres y además un hermano
catequista; pero sería necesario que hubiese allí una casa para alojarlos, ya
que deben hacer vida en común en lo posible; y una iglesia, por ahora también
un subsuelo o un sótano, donde pudieran ejercer libremente, siempre bajo la
absoluta dependencia de Su Excelencia Reverendísima, el sagrado ministerio. Si
fuese posible, conveniente y prudente sustraer a los italianos de la
jurisdicción parroquial y confiar su cuidado espiritual a nuestros Misioneros,
todo saldría de maravilla. Pero el juicio de eso corresponde a Su Excelencia y
Usted hará lo que estime oportuno in Domino.
En cuanto a mí, desearía justamente que Usted, venerable Monseñor,
que goza merecidamente de tanta estima ante
Desde la casa de Nueva York, los Misioneros, creciendo en lo
sucesivo en número, podrían difundirse, como desde una sede central, en las
otras diócesis que los solicitaran. En Nueva York después se podría también,
según mi parecer, abrir una escuela para los hijos de los italianos, algún
jardín de infantes dirigido por Religiosas; constituir comités de patronato
para nuestros emigrados a ejemplo de
"Sin libertad de ministerio no se
logra nada o bien muy poco"
554.
A Mons. Arzobispo de Río pedirán humildemente si permite a
nuestros Misioneros volver a ocupar la misión de Nueva Mantova y de las
colonias italianas circundantes. También le harán conocer lo que el Santo Padre
desea al respecto. Les transcribo, por lo tanto, la siguiente deliberación que
se puede leer en el punto 2978 de Propaganda Fide: "En cuanto a los
Obispos de Brasil el Santo Padre quiere que concedan a los Misioneros las
facultades necesarias directamente y sin dependencia de los Párrocos y de los
Vicarios locales, autorizándolos, cuando sea necesario, a separar los
territorios habitados por los italianos de la circunscripción parroquial,
constituyendo nuevas parroquias, que se confiarán a la dirección de dichos
Misioneros".
La experiencia de estos años ha demostrado que sin la libertad de
ministerio, aun con alguna dependencia de los párrocos del lugar, no se logra
nada o bien, muy poco.
Lo mismo harán conocer a Mons. Obispo de San Pablo, asegurándole
además que cuando acepte la propuesta se le enviarán Misioneros verdaderamente
sabios y piadosos. Le harán notar también que si alguno no resultó como debía,
tiene un atenuante en la falta de apoyo por parte de quien debía favorecerlo.
Quizás, a causa su antecesor, como el difunto Obispo de Río, no podían hacer lo
que hubiesen deseado hacer.
Pudiendo llegar hasta Curitiba, pedirán también a ese Obispo si
permite que se vuelva a ocupar la misión ya empleada por P. Colbachini, misión
con casa, iglesia y varios oratorios. Le manifestarán también a El la voluntad
del Santo Padre.
De todos modos será bueno que se hagan constar por escrito las
condiciones con las cuales esos obispos aceptarían nuestros misioneros y todas
las disposiciones que se quieran tomar al respecto.[35]
"Sean acordadas a los misioneros las
facultades parroquiales"
555.
Les sucede con frecuencia a nuestros Misioneros el encontrar en su
camino a muchos italianos. La llegada del hombre de Dios vuela de boca en boca como
una buena nueva y esos míseros, llorando por la alegría, corren a su encuentro,
ya que en el sacerdote italiano, no sólo ven revivir las imágenes de la
religión y de la patria, sino que saben que pueden depositar en su seno
paternal lo que inquieta a sus conciencias, sin diezmar el escaso pan a sus
hijos. Son concubinos forzosos, son hijos todavía no regenerados por las aguas
bautismales, son los mil casos de conciencia de una vida casi desligada de todo
vínculo civil...
Pero, lamentablemente, el pobre Misionero no tiene facultades para
esa parroquia; o el párroco no pudo ser interpelado, o no le quiso conceder las
facultades (...).
Tendría miedo de inferir un insulto a la perspicacia y al celo de
Su Eminencia si yo gastara palabras para poner de relieve semejante desorden.
Sin embargo es necesario que se ponga remedio y pronto, ya que semejantes
vergüenzas no sólo hacen odiosa a la religión y proporcionan un pretexto a los
espíritus desprejuiciados o malévolos para combatirla y burlarse de ella, sino que
también echan la duda y la incredulidad en esas pobres almas simples de los
colonos que se acostumbran a actuar sin sacerdote (ya que no pueden pagar
generosamente lo que debería ser gratuito) y que, juzgando las instituciones
por los efectos prácticos, deben deducir consecuencias muy tristes para su fe
por la evidente impotencia del bien y del espíritu de desinterés y de
sacrificio, contra el mal, el egoísmo y la simonía.
Termino rogándole nuevamente a Su Eminencia que trate de obtener
lo que ya fue decidido al respecto por esta Sagrada Congregación, es decir que
los Obispos de Brasil separen las colonias italianas de las parroquias
brasileñas, dejándolas enteramente bajo la atención de los Misioneros para los
italianos emigrados. Comprendo que se trata de una cosa muy difícil, pero es
necesario tratar de lograrlo.
Mientras tanto yo propondría, mejor aún propongo y pido sin más,
como medida absolutamente indispensable, que sean acordados a dichos Misioneros
todas las facultades parroquiales en favor de los colonos italianos, siempre
con la obligación para los Misioneros de transmitir a los párrocos de esos
lugares copia exacta de los bautismos realizados y de los matrimonios
celebrados.
En caso que de ese Episcopado no se pudiese obtener para nuestros
Misioneros ni plena libertad de acción, ni el ejercicio absoluto de las
facultades parroquiales, yo creo sería mejor retirarlos de Brasil y darles
nuevo destino, ya que considero un grave daño y una grave responsabilidad de
conciencia malgastar fuerzas tan preciosas en un trabajo santo, pero vuelto
estéril por la mala voluntad de los hombres. [36]
"La idea de la nacionalidad"
556.
La idea de la nacionalidad no es una idea convencional, sino real.
Varios elementos concurren para concretarla: tradiciones históricas, comunión
de razas, afecto por el lugar natal, tradiciones locales o de familia, glorias
y dolores comunes, etc.
La idea de la nacionalidad está conforme a las necesidades del
hombre y no sin una poderosa razón Dios dividió a los hombres en diferentes
naciones y a los pueblos y a las naciones les asignó límites.
Para el progreso moral y material de la humanidad era necesaria
esta división. La diferencia del genio de las varias estirpes, la admirable
variedad de tendencias, de aspiraciones, de afectos que distinguen un pueblo de
otro contribuyen a crear ese gran movimiento intelectual que hace progresar a
la humanidad y satisface a las nuevas necesidades de los tiempos y de los
lugares.
La división de los hombres en varias estirpes, en varias naciones,
genera la emulación, primera fuente de la actividad moral, intelectual y
material del género humano.
Sin lugar a dudas las luchas y los celos entre las naciones
producen errores y frecuentemente también injusticias; pero esas luchas
mezquinas, esas condenables codicias no excluyen que la gran emulación entre
pueblo y pueblo, la carrera afanosa hacia lo mejor, donde cada uno trata de
preceder adelantarse al vecino y al adversario, no sean favorecedoras de
verdadero y real progreso y por lo tanto de bien. [37]
“El ambiente, la educación, las
tradiciones, la religión y la cultura crean el sentimiento de la nacionalidad”
557.
El ambiente y la educación crean generalmente el sentimiento de la
nacionalidad, sentimiento providencial que hace que cada uno esté contento de
su país, y que por consecuencia impide que los ciudadanos de una comarca menos
dotada que muchas otras aspiren a abandonar la patria para formar otra conforme
a sus caprichos en un país más rico, con mejor clima, con comercio más fácil.
Muchas veces, al recorrer diferentes pueblos desdichados por la
esterilidad del terreno o por la escasa belleza de los lugares o también por un
cúmulo de circunstancias que los hacen feos y tediosos, me dio pie a
reflexionar sobre esta consecuencia providencial del amor por la patria.
En todas partes he encontrado a los indígenas animados por el
afecto hacia el lugar natal y me dije: - ¡Qué suerte! ¡Qué providencial
disposición de Dios! Si estos viesen a su patria con los ojos con los cuales la
veo yo, la abandonarían de inmediato, y entonces tendríamos comarcas
despobladas y otras donde los hombres se degollarían para ocupar su suelo: en
un mismo país tendríamos regiones desiertas y otras demasiado pobladas.
En cambio, las tradiciones de familia, de juventud, el ambiente
moral y material, la parentela, las costumbres hacen olvidar los más graves
inconvenientes, los que no llegan a matar ni tampoco a debilitar el amor de
patria que es el fundamento de la teoría de la nacionalidad.
Ciertamente, observando las cosas con amplitud,
La cultura de un pueblo acrecienta en él el sentimiento nacional,
porque lo determina más claramente en su mente. Por lo cual nosotros vemos que
con el pasar de los tiempos la aversión por toda dominación extranjera se ha
hecho irresistible y que esos mismos pueblos, como el italiano y el eslavo del
Sur, que tanto sufrieron en el pasado, se oponen vigorosamente hoy a lo que más
o menos toleraban ayer. [38]
"La influencia que el sentimiento
nacional puede ejercer sobre la idea religiosa"
558.
Acerca de la influencia que el sentimiento nacional puede ejercer
sobre la idea religiosa, o para expresarlo mejor sobre
El hombre tiene dos grandes afectos que lo acompañan a todas
partes: el amor a Dios y el amor a los padres y a la familia. Ambos forman,
junto a algún otro elemento, la idea de la nacionalidad. Y por lo tanto,
mientras que el hombre permanece, aunque sea pasivamente, fiel a
Las grandes revoluciones religiosas tuvieron este origen. El cisma
de
Lo mismo hicieron los Rusos, sin mayor éxito, en Polonia. Ellos no
se sienten seguros porque ven en el catolicismo el punto firme del sentimiento
patrio en Polonia, y piensan que aplastado aquello, este fallaría y se
produciría la completa asimilación entre conquistadores y conquistados.[39]
"La idea nacional influye en la
conservación o no de la fe"
559.
No hay duda que la idea de la nacionalidad es uno de aquellos
sentimientos que están llamados a ejercer una larga y tal vez decisiva
influencia sobre la conservación o la pérdida de la fe de un pueblo.
De la misma forma que las ideas filosóficas tienen su repercusión
en la vida social de un pueblo, como la historia antigua y moderna lo prueba,
la idea nacional influyó siempre sobre el sentimiento religioso, y tanto más
influyó cuanto más vivo era el sentimiento patriótico.
Como se ha dicho, para consolidar el cisma y el protestantismo,
pudo mucho el concepto que esas dos formas de cristianismo fuesen garantía de
independencia nacional.
Los grandes fundadores de Religiones trataron casi siempre de unir
los conceptos de patria y religión, con el fin de que el sentimiento nacional
sustentase la fe del pueblo y fuese la palanca con la cual ellos pudiesen
levantarlo del antiguo estado para arrastrarlo hacia el nuevo camino y atarlo a
su carro (...).
Desafortunadamente, como se ha dicho, cada vez que el sentimiento
religioso apareció en conflicto con la idea nacional, esta se rebeló, y como
los hombres son más sensibles a las cosas concretas que a la abstractas, aparecieron
como consecuencia la apostasía de la nación o el indiferentismo más o menos
hostil (...). Por lo tanto, la idea nacional influye sobre la conservación o no
de la fe de un pueblo y es elemento fundamental de la fidelidad de este pueblo
a
Mientras que el hombre vive en su propio país, más o menos
conserva los sentimientos que tienen curso en la mayor parte de sus
compatriotas. Hay excepciones, pero ellas no cambian la regla.
Las cosas cambian para el emigrante.
Este vive lanzado en tierra extranjera y como ahogado en el
maremagno de otro pueblo, o, como en los países mixtos, de varios pueblos
poseedores de costumbres, tradiciones y hábitos totalmente diferentes de los
suyos.[40]
"Lo que mantiene la vida católica es
el ambiente religioso"
560.
La fe es quizás aquello que un católico pierde más fácilmente en
tierra extranjera, cuando el país en que habita es cristiano, pero heterodoxo.
Lo que mantiene la vida católica es el ambiente religioso. Las
ideas son patrimonio de pocos. Un pensador puede ser católico en Roma, en Nueva
York, entre los lapones, los esquimales, los chinos y los turcos. Un obrero que
no piensa, y que es dominado por las ideas materiales, no se mantiene en
Y, por lo tanto, también en países católicos como América del Sur,
el sentimiento nacional viene a sostener el sentimiento religioso y el pobre
emigrado necesita no sólo la asistencia de un sacerdote católico, sino también
el afectuoso cuidado de un apóstol que cultive en él las antiguas tradiciones
de patria y de familia que son fundamento de su fe.[41]
"Si el emigrado conserva las
tradiciones permanecerá católico"
561.
Si él conserva las tradiciones patrias, permanecerá católico; si
las pierde se volverá irremediablemente protestante, en los países
protestantes, masón o indiferente en los países católicos, mucho más porque
desafortunadamente no faltarán incentivos, aun por parte de compatriotas
descarriados, para empujarlo a la apostasía.
Pero la tradición es el máximo obstáculo para esta apostasía. El
pueblo, que no piensa, y por lo tanto está sujeto a menor variedad de
sentimientos, es más tenaz en las tradiciones que la persona culta, pero
viceversa, cuando en él se debilitan estos tradicionales sentimientos, esta
memoria perenne del lugar natal, que se compendia en la casa paterna, en
"El hombre no puede vivir abandonado
y aislado"
562.
Es cierto que un obrero que pierde las tradiciones nacionales,
pierde en gran parte la razón de ser de su fe, y que viceversa, cuando mantiene
intacta la fe conserva también intactas las tradiciones nacionales.
Los millones de católicos italianos, españoles, alemanes, etc. que
se han perdido en el maremagno del protestantismo o del indiferentismo de América
del Norte, se han perdido porque desde que desembarcaron en aquella tierra
lejana y extranjera se vieron abandonados y aislados.
Ahora bien, el hombre no puede vivir por largo tiempo abandonado y
aislado. El hombre es un ser esencialmente social. Puede resistir un poco al
aislamiento, pero cuando en tierra extranjera no lo invade la nostalgia,
termina con adaptarse al ambiente, y cuando, como la mayoría de nuestros
emigrados, es ignorante, con las nuevas costumbres nacionales, adquiere también
las costumbres religiosas de la nueva patria, apostatando de los dos grandes
sentimientos del corazón humano: el nacional y el religioso.[43]
"Considero necesarias las
escuelas"
563.
Considero necesarias las escuelas italianas aquí, porque sólo la
lengua nacional podrá dar esa unidad y esa fuerza que ahora faltan a la muy
numerosa población de emigrantes. Todos los niños deben saber hablar la lengua
italiana y todos por ella deben aprender la historia patria y deben saber
alimentar en el corazón esa idealidad, que nos une a ella.
Atravesando el Océano, sobre el "Liguria", no hice otra
cosa más que confesar uno por uno los mil y más emigrantes que viajaban
conmigo. ¡Si supiera con cuánta emoción! - ¡cuántas lágrimas yo vi correr en
los ojos de esa pobre gente, casi toda siciliana! - ellos escuchaban mis
palabras que recordaban a la patria recién abandonada. Sobre el
"Liguria" en alta mar, sobre la cubierta donde habían preparado un
altar, con la mitra y el pastoral, recé misa solemne, y administré la primera
comunión y la confirmación a los pequeños emigrados. Luego prediqué. ¡No se
borrará jamás de mi corazón y de mi mente el recuerdo de esos momentos: hablé a
esos italianos de
Oh, ¿por qué estos sentimientos no deben permanecer íntegros en
esos corazones, en el porvenir? ¿Por qué descuidar de mantener en ellos viva la
lengua italiana?
Yo vine aquí "para hacer", y todos mis intentos estarán
dirigidos a que entre en este orden de ideas también el clero americano. He
hablado de ello también con Mons. Corrigan: considero necesario que los
italianos, antes que todo, para que la misma fe religiosa se difunda y se
refuerce, se mantengan unidos conservando la lengua patria. Considero necesario
que nadie contraste - aun entre los americanos - este propósito. [44]
"Escuela y Hermanas"
564.
Yo rezaré para todos ustedes, porque deseo que esta Colonia de
Boston se convierta en la más floreciente y en la más religiosa de los Estados
Unidos. Sin embargo, para que puedan obtener esta gracia, deberán alentar la
idea de
"Catecismo único"
565.
Grandes dificultades encuentran los mismos misioneros en la
instrucción catequística, teniendo en cuenta la multiplicidad de los textos
usados en las varias Diócesis. Sería, por lo tanto, necesario adoptar uno solo
y podría servir muy bien el de Piacenza adoptado en gran parte por las diócesis
del Norte de Italia y también por el Piemonte. ¿Qué opina Su Eminencia? Pero ya
considero que el S. Padre querrá hacer efectivo a la brevedad el voto universal
de un Catecismo único, y entonces habrá terminado toda cuestión.[46]
"Acompañar a los emigrantes tanto en
la ida como en el regreso"
566.
Es necesario que le diga, Eminencia, que acompañar a los
emigrantes tanto en la ida como en el regreso, es una obra de suma importancia
y caridad, máxime ahora que los anglicanos han establecido una misión sobre los
transatlánticos italianos, como decidieron en el Sínodo realizado en San
Francisco en el pasado septiembre.
Para contrarrestar, en lo posible, su obra nefasta, he informado
de la cuestión a las varias direcciones, que darán en el caso órdenes
oportunas, pero más que todo, valdrá la asistencia del sacerdote católico.[47]
"La necesidad de un orfanato
italiano"
567.
Parto de San Pablo muy contento por haber podido acordar con este
óptimo Prelado, varias cosas que resultarán muy ventajosas para las almas de
nuestros pobres expatriados, aquí, más que en Italia, sedientos de palabra de
Dios y de Sacramentos. Hay en ésta Diócesis más de 2000 fazendas que los
Misioneros de San Carlos recorren incansablemente, como verdaderos apóstoles,
con la mayor frecuencia posible, sin embargo no más que una vez por año, aunque
ellos sean doce. Es necesario que aumente el número, también para proveer mejor
a la asistencia de las importantes obras de caridad creadas por ellos desde
hace una decena de años. Los huérfanos italianos terminaban todos en forma
deplorable. Los primeros Misioneros enviados aquí vieron pronto la necesidad de
un orfanato italiano: se pusieron de inmediato a la obra y Dios los ayudó. Son
ya 802 los jóvenes amparados, instruidos y ubicados con un oficio en las manos;
y son 242 los muchachos que ahora están aquí, divididos en dos grandes
establecimientos bien colocados afuera de la ciudad y que estudian, rezan,
aprenden un oficio aquí en casa y se preparan para ser buenos cristianos. Viven
de limosnas que los Misioneros reúnen en sus continuas giras apostólicas. Lo
que más me sorprendió es que no tienen ninguna deuda. Es Dios quien ve y
provee. [48]
"Un hospital símbolo de unión y de
paz"
568.
El deseo de ustedes de ver realizada la erección de un hospital
para los Italianos no podría ser más legítimo, más santo, más oportuno, y yo no
puedo hacer otra cosa que bendecirlo. Ciertamente nada agrada más a Dios, que
el cuidado de los enfermos. Ello es una de las formas más hermosas de la vida
cristiana y civil (...).
Pero el cuidado de los enfermos, útil y loable en todas partes y
bajo cualquier forma, se hace una necesidad absoluta entre los expatriados; un
deber principal entre aquellos, para los que la nacionalidad debe ser un
vínculo potentísimo y debe desempeñar el lugar de la familia en la patria.
Ustedes lo han insinuado muy bien, honorables señores, en su muy querida carta.
En una sociedad como la de esta importante Metrópolis, donde cada nacionalidad
tiene sus templos y sus hospitales, sería un deshonor para una colonia estar
privada de él.
Surja, por lo tanto, y surja pronto, gracias a la inteligente y
eficiente cooperación de todos, el ideado y piadoso edificio, y sea entre
ustedes símbolo perpetuo de unión y de paz. En el terreno de la caridad toda
disidencia conviene que haya muerto, toda iniciativa debe tener paso libre sin
exclusiones o preferencias, sin reparo en partidos, sin distinciones de ninguna
especie. [49]
"Medios de difusión"
569.
Es de sumo interés dar a conocer al público y especialmente a los
hombres de Iglesia la magnitud de la necesidad espiritual en la cual se
encuentran los emigrados italianos en América y la urgencia de proveer.
Para ello sería muy beneficiosa la partida de los sacerdotes, la
institución de los Comités que se mencionaron anteriormente, y los demás medios
de difusión que se suelen utilizar en casos semejantes, sin olvidar los
periódicos religiosos, y algún folleto especial ampliamente difundido con el
fin de poner al corriente de la cosa, como se suele decir, al público católico
italiano.
El Sr. Gladstone, para mencionar un ejemplo de otro campo, no
habiendo podido obtener como ministro y con los medios tan poderosos que podía
disponer, la liberación de Irlanda, trata de obtenerla ahora iluminando al
pueblo inglés con el opúsculo: La historia de una idea. Si alguien juzga
facilitar y se le facilitará el alcance de sus objetivos, es decir la liberación
de un pueblo del yugo político, por medio de la prensa, ¿por qué ésta no deberá
servir para facilitar la liberación de nuestros compatriotas de una esclavitud
inmensamente más dañina?.[50]
d) LA EMIGRACION PROBLEMA DE TODA
LA IGLESIA
"Una Congregación que en nombre del
Santo Padre impusiese las providencias del caso"
570.
Y ahora me permito, Beatísimo Padre, exponerle una idea mía. Su
Santidad se ha propuesto el sublime y fecundo programa: Instaurare omnia in
Christo. Ahora bien,
Perdone, Beatísimo Padre, la audacia de un hijo devoto y
agradecido, que daría por Usted y por Su causa la sangre y la vida, y dígnese
continuar a impartir su santa bendición que recibo todos los días arrodillado
con profunda conmoción, para que pueda cumplir, con la ayuda divina, las obras
por las cuales he venido, y así por la solemnidad de Todos los Santos podré
estar entre mi pueblo muy amado.[51]
"Memorial sobre
lra. Parte
(Presentación del problema)
571.
Excelentísimo Príncipe,
Tengo el honor de presentar al alto juicio de S. E. algunas consideraciones
y propuestas referentes a las condiciones presentes y futuras del Catolicismo
en las dos Américas.
Observaciones y propuestas que son el fruto de largos estudios
realizados en los lugares y, más aun, de la experiencia de beneméritos misioneros
e ilustres prelados que han consagrado su vida a la difusión de
Nunca como ahora, en el acto de escribir sobre este argumento, me
he sentido invadido por una mayor conmoción y he invocado con mayor intensidad
de afecto las luces del Cielo y la gracia de esa elocuencia, que viene de la
palabra materializada con cifras y hechos, para poder transmitir a los demás
mis íntimas convicciones sobre este argumento tan importante. Lo que yo vi en
mis viajes a través de los Estados Unidos del Norte y del Brasil, lo tengo ante
mis ojos como si fuese presente y las emociones que sentí no se borrarán jamás
de mi corazón.
He visitado populosas ciudades y comunidades nacientes, campos
fecundados por el trabajo e inmensas llanuras aún no tocadas por la mano del
hombre; he conocido emigrantes que habían alcanzado el apogeo de la riqueza,
otros que vivían con bienestar, y además la oscura falange de los míseros, que
luchan por la vida contra los peligros del desierto, las insidias de los climas
insalubres, contra la rapacidad humana, solos, en un supremo abandono, en la
carencia de toda asistencia religiosa, civil y material: he sentido los
corazones latir al unísono con el mío, cuando yo les hablaba con el lenguaje de
la patria en nombre de
He visto, ¡espectáculo doloroso!, la fe apagarse en millones de
almas por falta de alimento espiritual, y también desafortunadamente por
indignidad de sus ministros.
He visto volver a florecer en poblaciones enteras, como una
primavera de las almas, bajo el soplo de un santo apostolado, las prácticas de
la vida cristiana y las inefables esperanzas de
He visto, en una palabra, que si
Las formas de inmigración europea en América, después del período
breve y belicoso de la conquista, son totalmente diferentes a todas las demás
inmigraciones registradas por la historia.
No fueron hordas de pueblos bárbaros que diseminaron estragos y
ruinas, sino falanges de pacíficos trabajadores, que buscan en otros países
pan, fortuna, olvido. No más el ímpetu de un torrente, que arrastra todo, sino
el extenderse plácido de las aguas que fecundan. No más supresiones de pueblos,
sino fusiones, adaptaciones, en las cuales las diferentes nacionalidades se
encuentran, se cruzan, se retemplan y dan origen a otros pueblos, en los
cuales, aun en la diferencia, como a tipos de un mismo pueblo, predominan
caracteres determinados y determinadas tendencias religiosas y civiles (...).
Como siempre y en todas partes, ella, también en este gran
conflicto de intereses, tiene una hermosa y noble misión para cumplir,
proveyendo primero a la incolumidad de la fe, a su propagación y a la salvación
de las almas, para sentarse luego, madre común y reina, entre los diversos
grupos, alisando las diferencias de cada una de las nacionalidades, atemperando
las luchas de intereses de las deferentes patrias, armonizando, en una palabra,
la variedad de los orígenes en la pacificadora unidad de la fe (...).
¿Qué debe hacer
La pregunta es simple, pero no así la respuesta, que para ser adecuada,
debe ser variada y comprensiva al mismo tiempo, general y particular; es decir
general, por la autoridad de la que emana, particular y variada según los
ambientes en los que debe aplicarse, a las diversas necesidades, a las que
pretende proveer, a las leyes, a las costumbres de los diferentes países, y me
atrevo a decir, a las diferentes colectividades cristianas que se van formando.
Trataré de ser breve y exponer todo en forma sintética.
IIa.Parte.
(Gravedad y urgencia del problema)
572.
Sin embargo, a continuación, por culpa de los tiempos, la acción
del clero se confundió demasiado con la acción política y el poder político
colonial en América Latina era todo lo que se puede imaginar de desgobierno,
neciamente tirano y rapaz no solamente hacia los indígenas, sino también hacia
las descendencias europeas americanizadas.
El dicho que un zapatero europeo tenía más derecho de gobernar una
colonia más que cualquier ilustre criollo, se convirtió en un axioma de esos
gobiernos coloniales, que parecían constituidos a propósito para enajenar de la
madre patria a esas poblaciones nacientes y despertar un sentido de hostilidad
por todo lo que tuviese sabor europeo. Y el divorcio moral se fue acentuando,
hasta que se degeneró en abierta rebelión. Y este estado de animosidad y de
rebelión política se reflejaba sobre la religión, ya que en la mente de la
mayoría el clero estaba mezclado, y con frecuencia lo estaba de hecho, con el
poder político. Agréguese a esta causa la escasez de las iglesias y del clero,
y se deberá necesariamente concluir que el catolicismo en esas regiones era más
de nombre que de hecho con poca ventaja moral y religiosa tanto para los
gobiernos cuanto para los pueblos.
Con la emigración cruzaron después el Océano también muchos
sacerdotes, pero, desafortunadamente, salvo raras excepciones, eran todo lo que
el clero ofrecía de mellado en materia de costumbres, y allá, casi sin freno,
con la vida escandalosa y con el tráfico ilícito de las cosas santas,
desacreditaron a la religión y arruinaron poblaciones enteras.
Ahora se trata de restaurar aun allá todas las cosas en Cristo.
Se ha hecho mucho para ese fin; pero es muy poca cosa, ante lo
mucho que queda por hacer. Las emigraciones de las diferentes nacionalidades necesitan
todas, desde el punto de vista de los peligros religiosos, de los solícitos y
maternales cuidados de
En mis recientes viajes por aquellas regiones, vuelvo a repetir,
he asistido a espectáculos de fe que hacen llorar de emoción y he recogido
hechos y anécdotas que me hacen sonrojar en mi calidad de Obispo al pensar que
haya podido verificarse el abandono en el cual fueron dejados durante tantos
años, y que para muchísimos aún hoy perdure. ¡Son cientos de miles los hermanos
expatriados que piden en vano a un sacerdote que les hable de Dios en el
lenguaje de la patria lejana!
Esa es también la condición de los Polacos atormentados por el
cisma, de los Canadienses, de los Alemanes allá donde no están los buenos
padres Jesuitas como en el Estado de Río Grande del Sur, de los Eslavos con las
ardientes cuestiones del celibato para sus sacerdotes, de los ítalo-griegos y
de otras emigraciones nuevas diseminadas un poco en todas partes (...).
IIIa.Parte
(Remedios propuestos y tarea de
573.
Según mi parecer, el primer remedio está, como insinué más arriba,
en una sabia organización del trabajo de apostolado justamente allá en las
Américas, y esta organización debería emanar de
Hay que tratar que cada colonia o comunidad, donde nuestra
emigración es densa, tenga el propio sacerdote que, viviendo en el centro
urbano de la colonia, pueda oportuna y periódicamente cumplir la recorrida
general en el territorio que le fuera asignado, territorio que con frecuencia
es tan extenso como una de nuestras provincias más vastas.
Este trabajo religioso debe ser completado con el de la escuela,
en la cual los hijos de los emigrados puedan aprender, junto con los rudimentos
de la lectura, de la escritura y del cálculo, la lengua del país que debe ser
su nueva patria y la lengua de la patria de origen, ya que para la conservación
de la religión es muy importante el oportuno cultivo del sentimiento de los
orígenes en las generaciones americanizadas.
La lengua es un medio arcano para conservar la fe. No es fácil
explicarlo, sin embargo es un hecho que perdiendo la lengua, fácilmente se
pierde también la fe heredada. Cuál sea la recóndita razón es difícil
determinarlo, pero la experiencia nos dice que mientras una familia conserva en
el exterior su propia lengua, difícilmente cambia su fe.
Para las escuelas se pueden recurrir a las hermanas religiosas y
yo he experimentado con éxito en ese oficio a las Apóstoles del Sagrado Corazón
ya sea en algunas colonias del Brasil ya sea en centros urbanos.
Y ya que en aquellas jóvenes colectividades el bien no debe estar
nunca separado de lo útil, en varios lugares de supremo abandono, será bueno
establecer junto a la iglesia y a la escuela, un dispensario farmacéutico atendido
por las mismas religiosas o por el sacerdote, que al módico precio de costo
provea los preparados farmacéuticos, de uso común, a los enfermos.
Así se concentraría alrededor del clero la acción multiforme de la
asistencia religiosa, civil y material, y
Hasta aquí con respecto a América del Sur.
574.
Para América del Norte, los peligros de perder la fe son todavía
más graves, ya que a aquellos enumerados por la falta de asistencia, se agrega
el proselitismo de las sectas protestantes, allá más que en otras partes,
activas y numerosas.
Las pérdidas sufridas en los Estados Unidos, por falta de
asistencia religiosa, son inmensas. Según cálculos estadísticos, dos tercios de
la población actual de los Estados Unidos, o sea alrededor de 48 millones,
proviene de la inmigración de las diversas naciones de Europa, y, cosa
dolorosa, si bien gran parte de esa inmigración proviene de Países católicos,
actualmente el catolicismo está representado solamente por diez millones. No
hay duda que los católicos de los Estados Unidos podrían ser más del doble de
aquellos que hay en el presente, solamente con que se hubiesen conservado
católicos aquellos que emigraron, y éstos se habrían conservado como tales si a
su llegada hubiesen encontrado y encontraran en lo sucesivo, los necesarios
auxilios religiosos, ya que los emigrados conservan tenazmente todo lo que les
recuerda la patria de origen y la fe heredada. Pero desafortunadamente el clero
Norteamericano, como el del Sur, es insuficiente en número, y tiene por
añadidura la dificultad de la lengua; dificultad doble: por parte de los
emigrados, máxime de estirpe latina, para aprender el inglés y dificultad del
clero anglosajón para aprender las lenguas neolatinas.
575.
Ahora los remedios, además del ya mencionado envío de sacerdotes
connacionales numerosos y bien preparados, serían:
1) Institución de parroquias según las nacionalidades particulares
siempre que las colectividades católicas estén en condiciones de sostener los
gastos inherentes a tal institución ya sea para el sostenimiento del clero, ya
sea para el ejercicio del culto.
2) En los centros donde existan diferentes nacionalidades, sin que
ninguna de ellas esté en grado de formar una parroquia, se debería usar un
clero mixto con la estricta obligación de impartir instrucción a los adultos y
la enseñanza del catecismo en la lengua de cada uno.
3) Que el clero sea posiblemente de la nacionalidad de los parroquianos
o por lo menos hable su lengua.
4) Que haya también aquí, en cada parroquia, una escuela donde
junto con la lengua inglesa y a los elementos de la instrucción se enseñe la
lengua nacional de los parroquianos. La institución de escuelas parroquiales,
donde se enseñe con el inglés la lengua nacional es de suma importancia, y eso
no sólo para valerse del sentimiento patriótico, muy vivo en los expatriados,
para beneficio del religioso, sino también para sustraer a los jóvenes de la
influencia de la escuela americana que, por su espíritu de perfecta
indiferencia con respecto a la religión, asume el carácter de escuela atea...
Y así yo ya he trazado gran parte de lo que debería formar el
estudio y el trabajo de la propuesta Congregación (Comisión) central pro
Emigratis Catholicis.
La necesidad de tal Congregación (Comisión) y las ventajas que
puede aportar son evidentes. A fenómenos nuevos, organismos nuevos adecuados a
la necesidad. Las instrucciones y disposiciones aisladas, por más sabias que
sean, no bastan, ya que es humano que unas y otras sin un organismo que las
haga ejecutar y las mantenga activas cuentan poco. Efectivamente, instrucciones
y disposiciones en este sentido fueron ya emanadas por
El fenómeno migratorio es universal, y universal por la autoridad
y central por posición quiere ser
Todos los Gobiernos europeos han sentido la necesidad de crear
nuevos organismos administrativos para disciplinar en patria la emigración,
para seguirla en el exterior en sus varias direcciones y más para protegerla de
los acechos sin número que la lucha de los intereses tiende a los míseros
expatriados. Con mayor razón, como todos ven,
Sólo una Congregación (Comisión) emanada de
¿Cómo debería estar constituida esta Congregación?
Según mi parecer, debería estar constituida por los representantes
de las diversas nacionalidades que dan el mayor contingente a la emigración; o
sea por dos italianos, por un polaco, por un alemán, por un canadiense, etc.
La elección de estos representantes debería recaer sobre personas
competentes, conocedoras de las condiciones y de las necesidades de los
respectivos connacionales, y que sepan además la lengua italiana, para
facilitar la comunicación de cada uno de los miembros con los que fuesen
llamados a presidir
¿Cuál debería ser el objetivo y el deber de dicha Congregación?
Su objetivo debería ser el de proveer a la asistencia espiritual
de los emigrados, especialmente en las Américas y de mantener viva así en su
corazón la fe católica y el sentimiento cristiano.
Su tarea
576.
1) Estudiar el complejo y gravísimo problema de la emigración,
preparando ante todo un cuestionario acerca del mismo y manteniéndose bien
informada sobre el movimiento católico emigrante.
2) Aun respetando las loables iniciativas privadas surgidas en
este campo, alentar la institución de Comités católicos en las parroquias más
importantes.
3) Estimular en favor de los mismos por medio de los Obispos el
celo de los párrocos y sugerirles los medios prácticos para ayudarlos,
especialmente en los momentos de la partida y de la llegada.
4) Responder a las preguntas que se le hicieren en orden a las
decisiones tomadas o a tomar y allanar las dificultades que pudiesen surgir con
respecto a la emigración tanto en patria como en los países lejanos.
5) Preocuparse en vigilar sobre todo para que los emigrantes
tengan sacerdotes que los acompañen durante el viaje de ida y vuelta, y también
para que las diferentes colonias sean provistas de buenos y celosos misioneros.
IV Parte
(Comentario sobre algunos puntos)
577.
Creo útil un breve comentario sobre estos tres últimos puntos.
No todos los sacerdotes que se dedican al cuidado espiritual de
los emigrantes, están provistos de los necesarios dotes de celo, de piedad y
abnegación, como convienen a un buen misionero.
Por el contrario, muchos prostituyen su ministerio, comerciando
con cosas sagradas, convirtiéndose en verdaderos acaparadores de oro antes que
de almas. Es esta quizás una de las razones por las cuales muchos Obispos
sienten una especie de antipatía por el clero extranjero, que trata de
introducirse en sus Diócesis, para asumir el cuidado de los propios
connacionales y de la determinación que tomaron algunos Obispos, de hacer
estudiar idiomas extranjeros a los sacerdotes nativos, para destinarlos después
a las colonias extranjeras, residentes en sus Diócesis. Determinaciones que
prácticamente no pueden dar buenos resultados; ya sea porque el conocimiento de
las lenguas nacionales, en muchos casos resulta insuficiente, cuando no se
conocen también los dialectos, hablados en las diversas provincias, ya sea
porque con el conocimiento de una lengua, no se adquiere el carácter del pueblo
que la posee. De aquí aparece claro cuanto sea importante la selección del
clero, al que se debe confiar el cuidado espiritual de las colonias.
A
Es un hecho consolador constatar como desde hace algunos años los
Obispos se han preocupado por proveer de sacerdotes a los emigrados.
Pero es también doloroso pensar como muchos Obispos hayan
descuidado totalmente por mucho tiempo los intereses religiosos de tantos
cientos de miles de pobres emigrados.
Lo saben los valientes misioneros que por primeros acudieron a
prestar sus servicios en las colonias. ¡Cuántas desconfianzas debieron vencer,
con cuánta frialdad fueron recibidos, cuántas dificultades debieron superar,
cuántas veces su obra fue rechazada con desdén! Y también hoy, no obstante este
santo despertar por parte de los Obispos, si se piensa en lo que aún resta por
hacer, se ve bien lo poco que se ha hecho hasta ahora.
Correspondería a
Con respecto a las dificultades que surgen tan frecuentemente y en
todas partes, hay que observar como ellas derivan casi siempre de la diversidad
de las lenguas, de diferencia de caracteres, de usos y costumbres diferentes y
de cien otras causas.
Dificultades que al no ser suprimidas a tiempo son causa de roces,
supercherías, despechos, discrepancias: todo en perjuicio del bien de las
colonias y de las Iglesias, y para ventaja de las sectas disidentes, que se
valen de ello como de un arma para denigrar a
Y también en estos casos los miembros de
Es cierto que existen las Congregaciones encargadas de dirimir los
problemas que puedan surgir en casos similares. Pero la habitual lentitud con
la que se suele proceder en el despacho de estos asuntos debida en parte a las
enormes distancias, la solemnidad que asumen estas cuestiones, cuando son
presentadas ante las Congregaciones, las dificultades para tener prontas y
seguras informaciones, el no conocer el ambiente donde estas cuestiones se
desarrollan, son todos estorbos que muchas veces sirven para mantener por mucho
tiempo un estado de cosas que perjudica a los intereses de las partes en
conflicto.
Y nadie puede dudar de la excelente impresión que la constitución
de una Congregación similar produciría en el ánimo de millones de pobres
emigrados, en cuyo ánimo ha entrado ya la desalentadora convicción, si bien
falsa, que su Padre, el Sumo Pontífice, no se interesa por su suerte.
V Parte
(Sugerencias para la actuación práctica).
578.
La eficacia la tendría ya en sí misma, como dije, por la autoridad
que le vendría de
Se podría luego ordenar una colecta anual en todas las iglesias de
las diferentes nacionalidades para constituir un fondo de caja, retirando una
parte para el correcto funcionamiento de la misma Comisión y destinando el
excedente para la asistencia de los emigrados. León XIII la ordenó para la
trata de los negros, ¿no podría el Pontífice reinante ordenarla para la trata
de los blancos? Para ésta seguramente darían todos, y darían gustosos, porque
aquí la necesidad es comprendida y sentida más fácilmente.
También sería bueno, según mi parecer, destinar para esta obra de
interés general, por lo menos parte de las ganancias obtenidas de las nuevas
ediciones reservadas, por ejemplo de los libros litúrgicos, del catecismo, etc.
Nadie, razonablemente, debería tener nada que decir.
¿Tratándose de una obra concebida únicamente para la mayor gloria
de Dios y para la salvación de tantas almas, podría Dios no ayudarla?
Concluiré con las siguientes importantísimas palabras de Teodoro
Roosevelt, extraídas del último fascículo de Revue de París:
"El inmigrante llega casi sin protección: generalmente ignora
nuestra lengua, no está familiarizado con nuestras instituciones, hábitos de
vida y costumbres y con nuestro modo de pensar; y hay, me duele decirlo, gran
número de estafadores que esperan ganarse la vida con depredarlo y a menos que
alguien esté en el lugar para ayudarlo, él está literalmente perdido. Ninguna
obra mayor puede cumplir una sociedad filantrópica o religiosa que la de
prestar una ayuda amigable al hombre y a la mujer que llegan entre nosotros
para hacerse ciudadanos o progenitores de ciudadanos. Si nosotros no asumimos
ese cuidado, si descuidamos mejorarlos, entonces nuestros hijos, sin duda,
pagarán el castigo. O ellos resurgirán o nosotros caeremos".[52]
"Sería ese granum sinapis"
579.
Perdone si nuevamente vuelvo a molestarlo con respecto al conocido
proyecto Pro emigratis catholicis. La cuestión me parece de suma importancia.
En el Memorial despachado hace poco al respecto yo escribía: "
Ahora bien, para ir todavía más a lo práctico, y facilitar al
máximo el asunto, propondría que fuesen llamados a Roma tres misioneros de
Si en el actual reordenamiento de parroquias se pudiese tener allí
una iglesia con local anexo, la cosa podría actuarse muy pronto, sin demasiado
ruido, con muy poco gasto y sería precisamente ese granum senapis [granito de
mostaza] que en lo sucesivo, como me escribía últimamente S. E., con la bendición
del Señor podría extenderse siempre más. [53]
3. LOS MISIONEROS Y LAS MISIONERAS DE SAN CARLOS PARA LOS
MIGRANTES.
Mons. Scalabrini, en enero de 1887, se
ofrece a
Se advierte pronto la necesidad de
completar la iniciativa con una Congregación femenina que nace de hecho el 25
de octubre de 1895, con la ayuda de Padre José y Madre Asunta Marchetti.
Las dos Congregaciones se insertan en la
actividad misionera de
Los Misioneros y las Misioneras,
obedeciendo al mandato misionero del Redentor, continúan la misión de Cristo,
enviado a evangelizar a los pobres, del mismo modo como el Señor la ha
cumplido; participan de su "éxodo" pascual a través de
"Una asociación de sacerdotes para la
asistencia de los emigrados"
580.
Meses atrás me visitó, y varias veces, un antiguo discípulo mío
del seminario de Como, ahora sacerdote y profesor, que debió emprender un viaje
a América para ver allá a su padre y su familia. Quedó profundamente emocionado
y afligido al ver el abandono religioso en el que se encuentran centenares de
miles de italianos emigrados allá. Hay grupos que formarían parroquias de
centenares de almas que viven y mueren sin ver la cara de un sacerdote, sin
escuchar una palabra de religión, sin recibir los Sacramentos, que viven y
mueren como bestias. El sólo pensarlo es algo que desgarra el alma. Dicho
sacerdote visitó algunas de estas pequeñas colonias y me relató de las
recepciones festivas que le prodigaron y de la necesidad que sienten aquellos
pobrecitos de tener por lo menos de cuando en cuando la visita de algún
ministro del Señor.
¡Oh Excelentísimo! ¿No habría forma de proveer a tantas almas? ¿Se
hacen tantos y tan generosos esfuerzos para la conversión de los infieles y
dejaremos perecer nuestros connacionales ya católicos? ¿No sería conveniente,
Excelentísimo, pensar en una asociación de sacerdotes italianos, que tuviesen
como objetivo la asistencia espiritual de los italianos emigrados en las Américas,
que cuidasen la salida y la llegada y se preocupasen por su porvenir cristiano
en la medida de lo posible?
Sé que hace algunos años los Arzobispos de Génova y de Nápoles
trataron de hacer algo similar, pero creo que nada o muy poco se hizo al respecto.
Por mi parte estaría dispuesto a ocuparme y a iniciarlo de inmediato, en
proporciones mínimas, pero iniciarla de veras.[54]
"Proyecto de una asociación con el
objeto de proveer a las necesidades espirituales de los italianos emigrados en
las Américas"
581.
He aquí el proyecto o mejor el bosquejo de un proyecto para
asistir a los italianos emigrados en las Américas, por mi redactado, según el
deseo que me expresara el Santo Padre por intermedio de Su Eminencia
Reverendísima (...)
Cuando Su Excelencia creyese necesario valerse de mi obra tan
pequeña, sea para preparar la invitación a los Obispos Italianos y
Necesidad de proveer
582.
Sobre la necesidad de brindar ayuda y asistencia espiritual a los
italianos, que emigran a América, no creo necesario hacer un largo discurso,
porque
Y relatos similares, y quizás también más desalentadores, habrán sido,
sin duda, presentados también por los Obispos de América del Sur y de
Australia.
Para no hablar de los años precedentes, la emigración italiana,
que en 1881 estaba representada por la cifra de 28.217 y que entonces pareció
una espantosa enormidad, ascendía en
Hallándose, por lo tanto, centenares de miles de italianos en
América, diseminados en las ciudades y en el campo y perdidos en zonas
boscosas, privados de toda asistencia religiosa, además de aquellos que aún
irán... está claro que es necesario proveer a los emigrados, a los emigrantes y
a sus hijos.
Urgencia de proveer
583.
Es necesario proveer a las necesidades espirituales de tantos
centenares de miles de nuestros compatriotas, y es urgente proveer rápido.
Si se difiriera para más adelante, los daños podrían ser
irreparables.
La incredulidad, la herejía, y especialmente la masonería, que en
América es muy poderosa, trabajan activamente para adueñarse de la mente y del
corazón de los emigrantes. Si, por lo tanto, ahora no se trata de volver a
encaminar sobre el recto camino católicos desamparados, dentro de no mucho
tiempo serán incrédulos, heréticos, masones, ateos, que se deberá tratar de
convertir.
Y esos mismos infelices, que por miseria y otras dolorosas razones
debieron abandonar el país natal, ruegan y suplican que se acuda en su auxilio.
Un gentilhombre italiano, al regreso de un largo viaje de
exploración en América, me decía que encontró grupos de familias de las
montañas de Piacenza que llorando preguntaban por su Obispo y por su caridad,
por intermedio de ese viajero, pedían que no se olvidase de ellos; sino que
enviara, por lo menos por algunos meses, un sacerdote. Era una escena
conmovedora, narraba el gentilhombre, escuchar esos pobrecitos lamentar la
felicidad perdida, recordar sus fiestas, su pequeña iglesia, sus funciones;
pensara el Obispo en algún modo también de su eterno porvenir; en cuanto a
ellos estarían dispuesto a cualquier sacrificio, a gastar dinero para el viaje
del sacerdote etc. "Si él no tiene piedad para con nosotros, le decían,
llegaremos a ser peores que los paganos, y, lo que es peor, muchísimos mueren
sin poderse reconciliar con Dios".
Estas simples palabras que brotan de corazones todavía llenos de
fe, expresan vivamente la tristísima condición en la que se hallan todos los
emigrantes. La urgencia de proveer es evidente. ¡Oh, fiat, fiat!.
Como proveer
584.
Ante todo me parece necesario que en las regiones donde se
encuentran nuestros compatriotas, sean enviados sacerdotes sin sede fija, los
que, de común acuerdo con los Ordinarios locales, procuren realizar misiones de
15 ó 20 días, más o menos según lo requieran las necesidades; exhortarlos a
construirse una capilla, a procurarse los medios para el mantenimiento de un
sacerdote; tomar nota de los lugares, de las condiciones de los mismos, del
número de los habitantes etc. y despachar todo a quien será constituido por
Será admitido a formar parte de esta Pía Asociación cualquier
sacerdote de cualquier diócesis italiana, con tal que haya sido aprobado para
recibir Confesiones y haya alcanzado la edad de 30 años, o por lo menos haya
ejercido el sagrado ministerio por tres años (...). Es absolutamente necesario
que los aspirantes se distingan por su piedad, por su dulzura, por su conducta
intachable, por su celo apostólico para la salvación de las almas (...).
Los Misioneros no se obligan a permanecer en las colonias
italianas en América más allá de un año, pero queda a su arbitrio permanecer
por más tiempo, y aun por toda la vida, si se sintieran inspirados por el Señor
a consagrarse sin reservas a tan noble empresa.
Antes de la partida los nuevos Misioneros se reunirán durante un
mes en sagrado retiro (...), para fortalecer allí el espíritu en el ejercicio
de la meditación y de la oración, como hicieron los Apóstoles en el Cenáculo
antes de salir a evangelizar el mundo (...).
Antes de la partida los Misioneros se obligarán a emitir el
juramento de no retener como cosas propias, ni dinero, ni objetos, que les
fueren ofrecidos y de entregar todo al Superior de
Los Misioneros no podrán ocuparse más que en catequizar, predicar,
instruir, administrar los Sacramentos etc. y serán llamados de inmediato a
Italia si se permitieran dirigir la mente y la acción a otras cosas que no se
relacionen con el objetivo propuesto por
Cada tres meses, si pueden, se reunirán en grupos de 5 o 6 según
las distancias o dificultades de los lugares, y en día no festivo, para atender
sus propias necesidades espirituales y al mismo tiempo para intercambiar
consejos, ayudas y consuelos.
¿Cómo dar comienzo a la obra?
Para Italia
585.
Enviar una proclama a los Obispos italianos y por su intermedio al
Clero, invitándolo a colaborar con la acción en la santa empresa y dando a
conocer las intenciones de
Se instituirán Comités, especialmente en los puertos de mar, que
ayuden a los Misioneros, les dirijan los migrantes, reúnan medios materiales,
etc.
Para América
586.
1) A los Obispos de América conviene enviar una Circular en latín,
rogándoles expresar a la brevedad las necesidades de los emigrantes italianos y
cómo podrían proveer a los sacerdotes, que estuvieran disponibles y les fuesen
enviados.
2) Incitarlos a coadyuvar la obra recogiendo las ofrendas para ese
fin, y principalmente para la fundación de un Seminario italiano en alguna
ciudad de América, para la formación de un clero italiano nativo, que se
consagre solamente para los Italianos.
No debería ser difícil tener vocaciones cuando se piensa que en
1885 hubo una emigración, como ya se señaló, de 15.642 niños italianos.
Medios para prevenir el daño de los
emigrantes
587.
Además de la guerra de reconquista, por llamarla así, de las almas
perdidas en las interminables regiones del Nuevo Mundo, convendría pensar en el
modo de prevenir la ruina de tantos pobres católicos italianos, que van
emigrando al otro lado del Océano, frecuentemente con sus hijos.
El primer medio para impedir el daño de los emigrantes debería ser
el celo de los párrocos para combatir la emigración, y para intentar por todos
los medios a su alcance de persuadir a sus parroquianos a no expatriar.
Sin embargo, desafortunadamente en la mayoría de los casos no se
logra y hay que asumir la emigración como una dolorosa necesidad. O robar o
emigrar, es el terrible dilema que escuché en más de una oportunidad de la boca
de los pobres obreros y campesinos. El párroco en estos trances no debe dejar
partir a nadie al exterior sin proveerlo de una carta de recomendación para el
clero del lugar, donde fijará su residencia.
En los años que yo ejercí el ministerio parroquial hice uso
constantemente de éste método y obtuve buenos resultados. Convertido en Obispo,
durante las Visitas Pastorales pude conocer todavía más los gravísimos males de
la emigración (...).
Serían muy beneficiosas las colonias católicas semejantes a las ya
instituidas en los Estados Unidos para los Irlandeses y los Ingleses: las que,
según me parece, son especies de Parroquias católicas, con sacerdotes y
escuelas católicas, y a las que son enviados sus compatriotas, en lugar de
dejarlos partir como ovejas extraviadas. Así los emigrantes se encontrarían
casi en su patria, entre católicos, con los auxilios religiosos, por lo menos
los esenciales.
Para conservar el fruto de las Misiones en los grupos de italianos
que no poseen sacerdote, se debería recomendar que no se atengan solamente a la
práctica de los buenos cristianos todos los días en casa, sino que en los días
festivos se reúnan en
De esta forma en Madagascar, durante la ausencia de los Misioneros
por varios años, se conservó no sólo la fe, sino también el fervor religioso.
La lectura de oportunos libros y de oportunos periódicos
religiosos, acordes con las necesidades especiales de esos fieles, ayudará
también a hacer las veces de los Sacerdotes. [55]
"La idea de acudir en ayuda a los
emigrantes está madura"
588.
La idea de acudir en ayuda a los emigrantes está madura. La prensa
incita continuamente ahora a unos, ahora a otros hombres que gobiernan el país
a levantar la voz para que se tomen providencias. Sería un daño muy grave que
la masonería se adelantara en este campo a
Es precisamente para impedir que eso suceda que yo, si bien soy el
último de los Obispos, he creído oportuno dictar algunas páginas sobre el
importante asunto, también para disponer mejor los ánimos en favor del diseño
de evangelización presentado por mi por expreso deseo de Su Santidad a
"Un Instituto para sacerdotes y
jovencitos de las colonias italianas"
589.
Me siguen pidiendo, desde diversas partes, de solicitar la puesta
en práctica del conocido proyecto referente a los emigrados italianos. Hasta
ahora yo he mantenido en suspenso toda gestión al respecto, en espera de una
respuesta que el estimado Mons. Jacobini me había hecho aguardar para los
primeros días de agosto. No habiendo recibido nada todavía, desearía saber si
puedo, mientras tanto, abrir aquí, como sería mi intención, un Instituto, que
reuniera a esos sacerdotes que quieran dedicarse a la evangelización de los
emigrantes en América, como también a esos jovencitos de las colonias
italianas, que mostraran inclinación por el estado eclesiástico.[57]
"Origen de
590.
Una de las plagas que yo tuve que deplorar, visitando por primera
vez las 366 parroquias de ésta diócesis mía, fue aquella de la emigración.
De las anotaciones registradas resultó que 28.000 diocesanos se
encontraban en el exterior en ese tiempo. Algunos de ellos me escribían con
frecuencia cartas muy conmovedoras en las que me relataban su estado
deplorable, especialmente desde el punto de vista religioso, me suplicaban
encarecidamente que los ayudara. Yo mismo en más de una oportunidad asistí a la
partida de los emigrantes en la estación de Piacenza, y confieso que al ver su
miseria y su dolor, al pensar en los gravísimos males a los que se aproximaban
y ante la idea del abandono de toda ayuda espiritual en el que habrían quedado,
sentí oprimir mi corazón, lloré por su suerte y albergué en mí la idea de
intentar algo.
Fue entonces que yo creí mi deber dirigirme, como hice, al
Eminentísimo Cardenal Simeoni, entonces Prefecto de Propaganda, para que me
dijera como habría podido proveer, en forma estable y eficaz, a esta grave
necesidad (...). Esta S. Congregación se ocupó del importantísimo asunto y el
S. Padre, en la audiencia del 26 de junio de 1887, aprobó esas decisiones. Una
de éstas, la cuarta, decía así: Instituir en Italia uno o más institutos de
sacerdotes, que se trasladarán a América, para realizar las misiones entre los
emigrantes, con la finalidad de sostener su fe, poniéndose de acuerdo para ese
fin con los Obispos locales. Ese instituto será colocado bajo la dependencia
del Ordinario, mas el reglamento será aprobado por
Después de esa deliberación, yo fui llamado a Roma, y entonces fui
autorizado a abrir en Piacenza el Instituto de los Misioneros de San Carlos
para los emigrantes italianos.[58]
"Objetivo de
591.
1). Es constituida en Italia bajo la suprema dependencia de
Propaganda Fide, y bajo la inmediata dirección de un Superior General, nombrado
por la misma Propaganda, una Congregación de Misioneros para las Colonias
italianas especialmente en América.
2). El objetivo de esa Congregación es mantener vivo en el corazón
de nuestros connacionales emigrados la fe católica y procurar en lo posible su
bienestar moral, civil y económico.
3). Este objetivo
I. Enviando Misioneros y maestros donde la necesidad de los
emigrados lo requiera;
II. Erigiendo en los diferentes centros de las Colonias italianas
Iglesias y Oratorios y fundando Casas de Misioneros, desde donde pueda
difundirse, mediante giras temporarias, su acción civilizadora;
III. Estableciendo escuelas, en las que con las primeras nociones
de la fe se impartan a los niños de los colonos los elementos de nuestra
lengua, del cálculo y de la historia patria;
IV. Encaminando hacia los estudios preparatorios para el sacerdocio
esos jovencitos de los colonos que diesen indicios de ser llamados al estado
eclesiástico;
V. Organizando Comités en los puertos de embarque y de desembarque
para socorrer, dirigir y aconsejar a los emigrantes;
VI. Acompañándolos durante el viaje por mar para ejercer en su
beneficio el sagrado Ministerio, y para asistirlos especialmente en casos de
enfermedad;
VII. Favoreciendo y promoviendo esas asociaciones y esas obras que
se juzgarán más adecuadas para conservar en las Colonias
"La empresa se puede considerar
felizmente iniciada"
592.
La empresa que el Señor se dignó inspirarnos en favor de nuestros
pobres compatriotas emigrados en América se puede considerar, con la ayuda de
Dios, felizmente iniciada. Apenas regresé de Roma ya me puse a la obra.
En forma provisoria alquilé una casa, bastante cómoda por ahora, y
casi he terminado de proveerla con lo necesario, es decir cama, ropa de cama,
utensilios, etc. etc. Doce personas podrían alojarse allí también de inmediato.
Hasta ahora son cinco: el superior y el ecónomo, que se quedarán
aquí, y tres alumnos admitidos en éstos días. Los sacerdotes que solicitan
entrar no faltan, especialmente después de la publicación del Breve que me
dirigió el S. Padre. Sin embargo, yo voy muy despacio en aceptarlos, para
proceder seguro, máxime al principio (...).
Juzgando aun solamente por el reconocimiento con que la cosa fue
recibida universalmente y por las aprobaciones que me llegan también de parte de
destacados Obispos, realmente hay que dar gracias al Señor. Ciertamente será
necesaria una buena dosis de paciencia, de coraje y de espíritu de sacrificio
para que la obra pueda alcanzar plenamente el objetivo. De mi parte la voluntad
por lo menos no falta, Dios hará el resto. [60]
"Fundé en mi Piacenza el Instituto de
los Misioneros"
593.
Fundé aquí, en mi Piacenza, el Instituto de los Misioneros,
destinados justamente a la asistencia religiosa de nuestros emigrados con el
nombre glorioso del gran italiano que descubrió el nuevo continente, Cristóbal
Colón (...).
En el Instituto Cristóbal Colón, a cuyo mantenimiento provee la
caridad pública, se encuentran en el presente entre sacerdotes, clérigos y
laicos 42 personas. Entre estas, algunos jóvenes de familias italianas
establecidos en América, que se preparan para ser también ellos Misioneros para
sus compatriotas emigrados.
Desde el 28 de noviembre, fecha de su fundación, el Instituto ha
visto partir hacia América 48 Misioneros sacerdotes, diseminados en el presente
en dieciséis misiones, de las cuales 11 están en el Norte y 5 en el Sur (...).
En New York los misioneros han fundado escuelas parroquiales, un
orfanato, un hospital y el Barge Office (...), como también
Para la dirección del orfanato y del hospital y para la fundación
de escuelas femeninas y jardines infantiles se enviaron al Nuevo Mundo
numerosos grupos de esas óptimas religiosas que son las hermanas salesianas
misioneras del Sagrado Corazón.
En lo sucesivo se proveerá a la institución de misiones especiales
también en los principales puertos del Brasil y del Plata. Mientras tanto se
van constituyendo comités de
Al mismo tiempo se han iniciado tratativas y con esperanza de
buenos resultados, para la institución de otras misiones (...).
Los coadjutores laicos o hermanos catequistas que acompañaron a
los Misioneros Sacerdotes son actualmente 38 y, gracias a Dios, hasta aquí han
hecho una óptima prueba. Los emigrados que salen de los puertos italianos,
cuando es posible, son acompañados por un sacerdote italiano, inclusive no
perteneciente a la ante mencionada Congregación, que los asiste durante el
viaje (...).
Los Misioneros, en el breve período de tiempo desde que ejercen su
obra de cristiana y patriótica caridad, han sabido ganarse en todas partes el
afecto de los compatriotas emigrados y rodearse de la estima de las poblaciones
en las que viven. [61]
"Una obra nueva aún pequeña"
594.
Cuales eran las condiciones de los Italianos en América del Norte
hacen doce años, se pueden advertir en la carta ya citada del Eminentísimo
Simeoni, fechada el 9 de febrero de 1887. "Yo también estoy profundamente
apenado, me escribía ese santo varón, por las tristes condiciones en que se
hallan (los emigrantes italianos en América). Los informes enviados a esta S. Congregación
por los Arzobispos de New York, New Orleans y de los Padres del III concilio
plenario de Baltimor, dan una idea muy desalentadora de su estado espiritual y
religioso".
Baste con decir que en New York los italianos podían frecuentar
solamente el sótano, o cripta de la iglesia de
Nuestros misioneros fueron; abrieron, por decir así, las puertas
de las misiones a los italianos expatriados, y éstos ahora, en gran parte, si
lo desean, pueden satisfacer sus necesidades espirituales.
A los misioneros de San Carlos se agregaron otras congregaciones,
en los pastores se despertó el sentimiento de providencia hacia los pobres
emigrantes; y así, si no se ha hecho todo lo que había que hacer por ellos,
igualmente se ha hecho mucho.
En ocasión de la grandiosa fiesta de santificación de Juan
Bautista
“El bien inmenso que están haciendo en
Brasil”
595.
Apenas los Misioneros pusieron pie en suelo brasileño, en lugar de
encontrar ayuda, encontraron mil obstáculos, mil oposiciones; sin embargo desde
hace varios años, gracias al celo de estos santos Obispos, las cosas cambiaron.
Creo útil transcribir aquí un trozo de una carta, fechada en Petrópolis el 14
de mayo 1900, escrita por Mons. Internuncio al superior de nuestros misioneros
en San Pablo:
"Supe con verdadero placer, dice él, del gran desarrollo que
va adquiriendo la obra de los Misioneros de S. Carlos en estas regiones; y del
bien inmenso que están haciendo entre tantos colonos abandonados, en lugares
totalmente apartados y carentes de auxilios religiosos. Me siento de esto
realmente edificado y agradezco efusivamente a Dios y a los buenos religiosos,
principalmente a Su E. Rvma. que está al frente de ellos y los sostiene con las
palabras y con el ejemplo (...)".
Mientras en el Norte nuestros emigrados están reunidos en grandes
masas en las ciudades, en el Sur, especialmente en Brasil, están dispersos en
pequeños grupos, en territorios inmensos. Nuestros Misioneros, por lo tanto, se
ocuparon en levantar entre todos esos grupos pequeñas iglesias, oratorios y
capillas, adonde se trasladan periódicamente para el ejercicio del sagrado
ministerio.[63]
"Necesidad de tener Religiosas
nuestras"
596.
Someto a su juicio una cosa importante y con respecto a la que
ruego preste toda su más seria atención.
Se ha hablado muchas veces de la necesidad de tener Religiosas
nuestras, dependientes de nuestros Padres; alguno de ellos me escribieron,
mostrándose convencidos que ellas harían mucho bien.
No se trata de fundar conventos; sino como se acostumbra, con inmensa
ventaja, en todas las diócesis de Francia, las Religiosas deberían vivir en una
casita propia, tres ó cuatro juntas y encargadas de dictar clases, atender
nuestras Iglesias, mantener en orden las cosas de los Misioneros, catequizar a
las niñas, asistir a los enfermos, también a domicilio, donde puede hacerse sin
peligro etc.
Cierto número de almas buenas se me ha ofrecido para ese objetivo
y esperan ansiosas de entrar al noviciado que debería ser según todas las
reglas. Pero yo titubeo, si bien por algunas circunstancias, que diría
providenciales, me parece que Dios quiere imponerme también esta cruz, más
pesada que muchas otras.
Rece, reflexione y luego manifiésteme su parecer al respecto. [64]
Una de las "circunstancias
providenciales"
597.
A bordo de la nave en la que viajaba uno de mis Misioneros, el P.
José Marchetti (ex profesor del Seminario de Lucca), moría una joven esposa,
dejando un huerfanito lactante y el marido solo y desesperado. El Misionero
para calmar a ese desconsolado, que amenazaba con arrojarse al mar, le prometió
de hacerse cargo del niño y como lo prometió lo hizo. Llegó a Río de Janeiro
con esa inocente criaturita en brazos y se presentó con ella al eximio conde
Pío de Saboya, entonces Cónsul General en esa ciudad. Él no pudo darle al joven
Misionero más que palabras de aliento, pero bastaron para que golpeando de
puerta en puerta lograra finalmente colocar al pobre huerfanito en casa de un
portero de un Instituto Religioso. Desde ese momento la idea de fundar en San
Pablo (donde había sido enviado) un orfanato para los hijos de los italianos le
centelleó en la mente, y con ingentes sacrificios logró fundarlo de hecho.
Ahora cuenta con cuatro años de vida, con 160 huerfanitos y un mártir que reza
por ellos en el cielo: ya que los grandes esfuerzos realizados le costaron la
vida al piadoso y celoso Misionero. [65]
"Vayan confiadas, hijas"
598.
Vayan confiadas, hijas, les mandaré luego otras cohermanas, y
ustedes volverán para formarse y consolidarse en el espíritu religioso. [66]
"Un reglamento ad experimentum"
599.
En cuanto a las Hermanas había un reglamento aprobado ad
experimentum; si no lo encuentra escríbame de inmediato. Se ha querido comenzar
con votos temporarios; veremos lo que Dios querrá. Mientras tanto reciba las
jóvenes de las que me escribe, pero preste atención que sean como deben ser.[67]
Otra "circunstancia
providencial"
600.
Por las circunstancias verdaderamente providenciales, me parece a
mí y a los Padres aquí residentes que Dios quiere la cosa. Ella se logrará
ciertamente si con la oración ferviente y con el sincero deseo de consagrarnos
enteramente a la gloria de Dios, seremos merecedores y dignos (...). Hay que
comenzar desde el principio e instituir un Noviciado regular, que todas, sin
excepción, deben cumplir formándose así en el verdadero espíritu de Jesucristo.
En espera de la hora de Dios, viva con las hermanas, toda en Él, con Él y por
Él y Él, por su misericordia, nos asistirá en la obra grande que queremos
emprender.[68]
"Las nuevas hermanas y las
antiguas"
601.
Las Hermanas: he aquí un asunto que debe considerarse con toda
seriedad. Las nuevas Apóstoles del S. Corazón están formadas concienzudamente
para la vida religiosa: es necesario también formar a las buenas hijas que
desde hace tiempo trabajan con empeño para nuestros huerfanitos. Conozco, por
lo que usted me escribe y por lo que me dijo el Padre Marcos, el espíritu y el
vivo deseo de ellas de servir en la mejor forma a Jesucristo su esposo,
incentivadas solamente por el deseo del mayor bien de ellas.
Después de algunos días de su llegada, las nuevas hermanas tomarán
la dirección de la casa y las antiguas se retirarán por algunos meses en una
especie de noviciado. Durante este tiempo, sin dejar el trabajo necesario para
"La obra de los misioneros sería
incompleta sin la ayuda de las hermanas religiosas"
602.
La obra de los Misioneros sería incompleta, especialmente en Sud
América, sin la ayuda de las hermanas. Las he pedido a varias congregaciones ya
existentes, mas no logré nada. Las buenas hermanas misioneras de Codogno, es
cierto, se me ofrecieron, y yo les abrí las puertas de América, donde hacen
muchísimo bien, sin embargo no es el bien que tiene como objetivo nuestra
congregación.
Nosotros necesitábamos hermanas similares a las diseminadas en las
diócesis de Francia, que se adaptan a vivir también solamente en cuatro, y sin
pretensiones dictan las primeras clases, enseñan el catecismo, y, donde es
posible, asisten a los enfermos con todas aquellas precauciones que la
prudencia y la experiencia sugieren. Por más que los Misioneros insistieron y forzaron
mi corazón para tener semejantes hermanas religiosas, yo siempre me opuse, ya
que sentía una extrema aversión en preocuparme de esta nueva obra.
Sin embargo, algunos años atrás un cúmulo de circunstancias
providenciales me hicieron conocer que esta era la voluntad de Dios, y ahora
tenemos las Apóstoles del Sagrado Corazón, destinadas también ellas a la
asistencia de los emigrados, especialmente en América. En pocas palabras,
después de dos años de prueba, partirán doce; seis antes de la mitad de este mes,
para San Pablo; las otras seis a fines de setiembre para Curitiba. Otras
partirán sucesivamente, ya que en poco tiempo hemos tenido más de cien
solicitudes. Todo esto se hace ahora en forma experimental. Si Dios bendecirá,
como espero, también esta obra, a su debido tiempo se enviarán las reglas a
esta S. Congregación. [70]
"Obra de regeneración"
603.
En otra carta mía le mencioné que estaba planeando cosas muy
útiles con este piadoso y buen Obispo. He aquí lo que acordamos realizar:
a) reunir los sordomudos, niños y niñas, y comenzar esta misión.
Por lo tanto, una vez leída mi carta vaya a entrevistarse con
b) Conceder a los Misioneros
c) Abrir, apenas será posible, dos residencias en el interior del
Estado para la asistencia de los Italianos que trabajan en las Fazendas. Estas
son más de 2000 y hasta el presente fueron atendidas con inmenso sacrificio por
nuestros misioneros del Orfanato.
En este Estado y Diócesis hay un millón doscientos mil italianos.
Establecer bien las cosas aquí es muy importante, porque se
atiende el núcleo italiano más grande de Sud América. [71]
"Si pudiéramos con el tiempo formar
sacerdotes entre los hijos de nuestros emigrantes..."
604.
¡Ustedes Misioneros son un poco singulares! ¡Consideran al
Instituto (o por lo menos se diría así) como si contara con veinte años de vida
y tiene solamente uno! A los sujetos hay que probarlos un poco antes de
enviarlos (...).
Las vocaciones no son muchas, sin embargo los sacerdotes que hay
parecen seguros.
Solicitudes no faltan, pero hay que ser cautos para aceptar. Si
pudiéramos con el tiempo formar sacerdotes entre los hijos de nuestros
emigrantes, tendríamos obreros para la abundantísima mies.[72]
"Un colegio ítalo-americano para
hijos de los colonos"
605.
¿Me pregunta si el Padre Félix hizo bien en adquirir la propiedad
en la isla de (Long) Island Respondo sin más que ha hecho muy bien y he aquí el
motivo.
En los primeros días de este mes pensaba mucho sobre cómo poner en
práctica la idea del Papa de fundar un Colegio Italo-Americano para hijos de
colonos que mostraran vocación para el estado eclesiástico. Sería para nosotros
una verdadera providencia. En ese colegio los clérigos cursarían latín y
filosofía y aquí, en la casa madre, Teología.
Me parece que el Señor quiera esta obra de verdad, porque
justamente en estos días, mientras estaba pensando en ella, se me presentaron
dos óptimos sacerdotes, que fueron profesores por diversos años en sus
respectivas diócesis y que estarían muy deseosos de dedicarse nuevamente a la
enseñanza. Un tercer sacerdote, también profesor, lo estoy esperando. Además
solicitaron entrar dos jóvenes estudiantes, uno de los cuales ya hizo quinto
año y el otro filosofía. He aquí el personal ya preparado y en principio
suficiente (...). Si el local está y tú puedes equiparlo por lo menos con lo
necesario, te envío pronto estos nuevos apóstoles y con ellos los cuatro o
cinco jóvenes laicos de América, para iniciar la obra con cierto número de
alumnos.[73]
"Los hijos de los colonos italianos
instruidos en América"
606.
Luego, por lo que respecta a los jovencitos de los que me hablas,
te hago notar que es cosa muy seria tener en el Instituto sacerdotes, clérigos,
teólogos y muchachos; es un asunto que, bien considerado desde todos sus
aspectos, realmente no conviene. La experiencia ha demostrado que el arca de
Noé que alcanzó su objetivo, pudo ser solamente una; además es necesario
evaluar también el aspecto económico y tener en cuenta el pesadísimo gasto que
representa tener que proveer a los maestros; y finalmente no perder de vista lo
más importante, que es el decoro y el resultado.
Mi idea, y la del Santo Padre, era que los jovencitos, hijos de
los colonos italianos, que muestran vocación para el sacerdocio, fuesen
instruidos en idioma italiano y latín allí en América y que, por lo tanto, se
los enviasen en Italia cuando estuviesen en condiciones de comenzar el curso
teológico o por lo menos el filosófico. De esa forma podremos asegurarnos de su
vocación, no hacerles perder a ellos un tiempo precioso y no ocasionarnos
grandes sacrificios sin conseguir finalmente nada. ¿Qué quieres esperar de un
muchacho de 10 ó 12 años? Los que vinieron aquí hace algunos años son todos
buenos muchachos. ¿Pero lo lograrán? Solamente Dios lo sabe.
Mientras tanto los he ubicado en el Seminario para que puedan
realizar sus estudios en forma regular y si no se sintieran llamados para el
sacerdocio, puedan iniciar otras carreras.[74]
b) EN LA IGLESIA Y POR LA IGLESIA
"Su solicitud de Pastor
universal"
607.
Su carta acerca de Cristóbal Colón (...) ha llamado una vez más
nuestra atención sobre la mísera suerte de aquellos que año tras año desde
Italia emigran en bandadas hacia las Américas para buscar en ellas el sustento
para la vida.
¡Sí, Beatísimo Padre! Esa fe que, para el espíritu de Colón
representaba poblaciones exterminadas envueltas en tinieblas deplorables,
perdidas tras locas ceremonias y supersticiones idolátricas, esa misma fe nos
hace presente a nosotros un espectáculo no menos deplorable: es decir, millares
de pobres expatriados, casi como ovejas sin pastor, errantes por senderos
ásperos y abruptos, comúnmente ignorantes de las verdades eternas y de los
preceptos de la vida cristiana, expuestos a las insidias de los malvados y de
los prepotentes a los que se someten, víctimas infelices de las sectas allá,
más que en otras partes, activas y numerosas.
Sabemos que Usted, en Su solicitud de Pastor universal, Se
apresuró en socorrerlos sea con estimular en su favor el celo de los Obispos
americanos, sea con promover en
La protección que de ese modo, Usted, Padre Santo, Se dignó
conceder a la emigración italiana, no será ciertamente una de las últimas
glorias de Su fecundo y sublime Pontificado, como no serán leves ni pocos los
beneficios que derivarán de ella a
Ella, por no mencionar los otros innumerables beneficios que no
pueden escapar al elevado juicio de Su Santidad, posee ahora, en la protección
de los emigrados de las diversas nacionalidades de Europa, el medio más fácil y
seguro para ganarse el reconocimiento y el afecto no solamente de los
expatriados, sino también el reconocimiento y el afecto de las naciones a las
que pertenecen.[75]
"Den nuevo impulso a la obra para los
italianos residentes en las Américas"
608.
Nosotros los abajo firmantes, Metropolitanos de las varias
regiones de Italia, interpretando los sentimientos de Su corazón paterno y de
nuestros Venerables Cohermanos sufragáneos, nos atrevemos rogarle quiera darle
nuevo impulso a la obra tan benemérita de las Misiones para los italianos
residentes en las Américas, aprovechando la ocasión del IV centenario del
descubrimiento del nuevo mundo. Y ya que las necesidades morales y materiales a
las que es necesario proveer al respecto, son, como Usted ya sabe, inmensas,
continuas y en crecimiento, nos atrevemos suplicarle, Beatísimo Padre, de
querer establecer que en el tercer domingo de octubre venidero y en lo sucesivo
todos los años en el tercer domingo de Cuaresma, consecuentemente a Su venerada
Carta, en todas las Iglesias de Italia se realice una colecta en favor de dicha
Obra, que tiene como objetivo la abolición de la trata de blancos, como ya
creyó oportuno establecer para
Ya, Beatísimo Padre, las Diócesis, o mejor, puede decirse, todas
las Parroquias de Italia dan hijos, más o menos numerosos, a la emigración. Es,
por lo tanto, muy justo que todas deban contribuir con una Obra que redunda en
beneficio de todas (...).
De esa forma, Padre Santo, el Instituto Cristóbal Colón, que
vendría a ser como un monumento vivo, levantado en esta solemne ocasión por los
católicos italianos al gran descubridor de América, tendría una existencia
estable y segura, daría frutos siempre más fecundos y Nosotros descansaríamos
más tranquilos por la suerte de nuestros hijos lejanos; tendrían vida y
crecimiento muchas otras obras de suprema necesidad para los mismos, como
iglesias, escuelas, talleres, orfanatos, hospitales etc.; no pocos sacerdotes y
laicos se sentirían, con ese periódico llamado, inspirados a acudir en su
ayuda; la misma S. Cong. de Propaganda Fide experimentaría ventajas morales y
económicas no indiferentes y el porvenir del Catolicismo entre las jóvenes naciones
americanas estaría también por esta parte asegurado.[76]
"Bajo los altos auspicios del Sumo
Pontífice y del Episcopado".
609.
La institución de los Misioneros para los Emigrados Italianos,
surgida hace cinco años en mi Piacenza, bajo los altos auspicios del Sumo
Pontífice y del Episcopado, ha dado, gracias a Dios, frutos muy reconfortantes.
Su Excelencia no ignora los peligros espirituales, morales y
materiales de nuestra emigración (...). Todas las Diócesis de Italia aportan un
contingente más o menos abundante a este éxodo doloroso, y por lo tanto todas,
me es grato decirlo, han contribuido a la obra de Redención, proporcionando
medios materiales y sacerdotes animados por el más alto espíritu de sacrificio.
Con esas ayudas se ha podido abrir en Italia y precisamente en esta ciudad, un
Instituto de Misioneros y cumplir otras obras de religión en diferentes estados
de América, principalmente del Norte, en todos los lugares donde es más
numerosa la colonia italiana. Sin embargo, lo llevado a cabo hasta aquí, si es
mucho, teniendo en cuenta la escasez de tiempo y de medios, es muy poco en
comparación con lo mucho que queda por hacerse, porque faltan considerables
medios materiales y numerosos obreros para reemplazar a los extenuados y a los
caídos, si no se quiere debilitar las obras emprendidas. Otras habrían que
iniciarse con urgencia, entre ellas la instalación de oficinas de vigilancia y
de dirección por lo menos en los principales puertos de embarque y desembarque
tanto en América como en Italia. Frecuentemente me llegan además pedidos de
ayuda para nuevas Misiones y no sé como proveer.
Excelencia, quiera Usted coadyuvarme en una empresa tan superior a
mis débiles fuerzas, haciéndola recomendar a las oraciones y a la caridad de
los fieles en la predicación cuaresmal, o de cualquier otro modo que le parezca
más oportuno. Es un ruego que le dirijo en nombre de tantos hijos nuestros
lejanos, que por falta de asistencia religiosa están en continuo peligro de
perder el alma.[77]
"Confío en la ayuda de mis Cohermanos
en el Episcopado"
610.
Me alegro al ver como también a Su E. Rma. le preocupe la obra de
nuestros pobres emigrados. El apoyo que me viene de un Prelado, tan distinguido
por su sabiduría y por su virtud, es para mí un gran aliento en una empresa, a decir
verdad, superior a mis fuerzas.
Yo, después de Dios, confío justamente en la ayuda de mis
Venerables Cohermanos en el Episcopado. Se trata justamente de una obra que
debe ser de suma ventaja para la parte más abandonada de su grey (...).
Se cuentan por millones, Excelencia, nuestros pobres compatriotas
diseminados allá, en las vastas llanuras de América, y todos "sicut oves
non abentes pastorem [como ovejas sin pastor]". Casi todos los días, se
puede decir, recibo de ellos informes muy conmovedores. Todos concluyen
pidiendo, con las manos juntas, la ayuda de un buen sacerdote.
Ya he enviado algunos hace poco, y otros los enviaré dentro de
algunos meses. No olvidaré, estimado Monseñor, su recomendación, pero necesito
ayuda, especialmente de personal. ¡Oh, si también S. E. con la gran influencia
que ejerce, hiciera escuchar al respecto su palabra a los Sicilianos, tan
ardientes de fe! Estoy persuadido que alguna vocación para la asistencia a
nuestros pobres emigrados la encontraríamos también en aquellas comarcas.[78]
"Se trata de una causa de interés
común"
611.
Las urgentes y gravísimas necesidades de nuestra emigración a la
que cada Diócesis de Italia aporta (más o menos abundantemente) su
contribución, me mueven a dirigir la presente circular.
Como verá en
¿Quisiera Su Excelencia ser tan amable de permitir a dicho
Misionero ir también hasta allí? Yo le estaría muy agradecido, y Dios lo recompensaría
con el florecimiento siempre mayor de su clero. Por uno que yo dono a las
Misiones, decía un santo Obispo, infaliblemente Dios me envía dos.[79]
"No todos los Obispos se encuentran
en esto a la altura de su misión".
612.
Serían necesarios más individuos, pero desafortunadamente son
escasos para las necesidades. Actualmente tengo aquí siete sacerdotes y seis
laicos, más tres clérigos que cursan los estudios teológicos. Los aspirantes no
faltarían, sin embargo no todos los Obispos se encuentran en esto a la altura
de su misión, olvidando tantas centenas de miles de almas, que perecen, entre
las cuales cada uno posee un buen número, al oponerse que alguno de sus
sacerdotes acuda en su ayuda. ¡Qué es para una Diócesis, como las nuestras, un
sacerdote más o un sacerdote menos! ¡Oh Eminentísimo, cuánta mezquindad aún con
Nuestro Señor! Sería necesario que se pensara también en superar este
obstáculo. Su Eminencia prestaría a
"No emprender nada sin el beneplácito
del Obispo"
613.
Obediencia ante todo a los Venerables Pastores de las diócesis
americanas, de los cuales más de una vez me exaltaron la doctrina, el celo, la
unión a
Recuerden, oh mis queridos hijos, que ejercen el sagrado
ministerio en el campo reservado a su inmediata jurisdicción, que solamente
ellos son los jueces ordinarios y legítimos de las obras que se refieren al
bien espiritual de los fieles que han sido confiados a sus cuidados, y también
del tiempo y del modo más oportuno para iniciarlas y llevarlas a término.
Cuídense bien, por lo tanto, de emprender nunca cosa alguna sin el beneplácito
de Aquel que el Espíritu Santo puso a gobernar la diócesis en la que se
encuentran. Humildes y devotos reconozcan en El a su padre, aquel que debe
invocar sobre sus esfuerzos las bendiciones de Dios, y como tal circúndenlo del
amor más reverente y del respeto más afectuoso. Además, sea la preocupación de
ustedes formar en este respeto y en este amor los ánimos de los compatriotas.
Que ellos los vean plenamente dóciles en todo a las enseñanzas del Obispo,
exactos observadores de sus prescripciones, siempre dispuestos a satisfacer su
voluntad y también sus deseos y más dispuestos estarán ellos a satisfacer la
voluntad y los deseos de ustedes.
En la unión con el Obispo se hará más estrecha y más fuerte la
unión que deben al Papa, supremo e infalible Maestro, del cual les vino la
misión del apostolado en esas lejanas regiones. Al recordar que donde está
Pedro, allí está
Gran abnegación de ustedes mismos, gran amor a la disciplina,
obediencia grande, generosa, continua a sus superiores, y especialmente al
Romano Pontífice: he aquí, en una palabra, lo que hará la belleza, el honor, la
fuerza de la humilde Congregación a la que ustedes como primeros pertenecen. [81]
"Plena obediencia a los Ordinarios
del lugar"
614.
Tengo la clara convicción que estos Misioneros no pueden alcanzar
su objetivo sino con la plena sumisión y obediencia a los Ordinarios del lugar,
no solamente en lo que respecta a la jurisdicción y observancia de las leyes
eclesiásticas, sino también para la ejecución de su misión: es mi firme
voluntad que los mismos Misioneros no emprendan nada sin el consejo y el
permiso de los Ordinarios.
Es muy importante, Exc. Revma., que Usted sepa todo esto, para
actuar con la máxima libertad y autoridad con los Misioneros, amonestándolos y
corrigiéndolos y, si es necesario, también obligándolos con penas
eclesiásticas: y en todo eso, por cuanto será necesario, me encontrará de
acuerdo a mí y el Superior Provincial. [82]
"Es uno de los puntos principales de
615.
Yo me confirmo siempre más en la idea de que los Misioneros deben
en todo y por todo depender de los Obispos, que los admiten en sus Diócesis.
Este es también uno de los puntos principales de
Espero que eso sirva de lección para los demás y que el P.
Vicentini no hará nunca nada sin Su beneplácito. Por lo demás, si los
Misioneros no podrán obtener la cripta, será suficiente una habitación, una
capilla de madera, si S. E. permitirá que continúen
"Las diferentes nacionalidades tengan en el Episcopado
americano un representante".
616.
El buen marqués Volpelandi me ha dado para leer una copia de la
carta escrita por S. E. al Honorable Cahensly.
Estos dos señores, a decir verdad, han quedado muy mortificados al
verse atribuir ideas que jamás han tenido, y me ruegan responder en su lugar,
ya que están convencidos que mi palabra pueda resultar ante S. E. mucho más
eficaz.
Querido Monseñor, permítame que se Lo diga: en este asunto se ha
suscitado una verdadera tempestad en un vaso de agua. Además de que no era, ni
podía ser la intención de éstos dos estimables Señores la de ocasionar la más
mínima ofensa a los derechos del Episcopado americano, ellos, puedo asegurarle,
jamás han soñado solicitar a
¿No es quizás lo que ya fue sugerido al mismo Episcopado Americano
por ese alto sentido y ese conocimiento práctico de las cosas que tanto lo
distinguen? ¿No es justamente éste el método que ya se tiene? ¿No hay en los
Estados Unidos Obispos Alemanes? ¿No estuvo en calidad de Obispo también Mons.
Persico, que ha nacido en Italia? ¿Y si no me equivoco, no hay también en el
presente un Obispo de alguna manera italiano?
Reducida la cuestión en estos términos, como lo era de hecho, bien
ve S. E. que no podía derivar inconveniente de ninguna especie. Por el
contrario, sostengo que ello habría beneficiado mucho al Cuerpo Episcopal. Ya
que los Obispos deben proveer indistintamente a todas las personas católicas de
su jurisdicción, habrían tenido a través de esos representantes nociones exactas
y seguras de las costumbres, de las aspiraciones, de las necesidades de las
respectivas nacionalidades, y proveer para ellos habría sido mucho más fácil y
las multitudes habrían quedado mucho más satisfechas y
"Libertad de ministerio de común
acuerdo con el Obispo".
617.
El sacerdote P. Francisco Zaboglio está autorizado a tratar con
Mons. Arzobispo de New York para el establecimiento de nuestros misioneros en
dicha ciudad sobre las siguientes bases:
I. Los misioneros deben tener libertad de Ministerio, en cuanto
que en
II. Los Misioneros deben poseer alojamiento libre e independiente,
aunque fuera una casa alquilada, con la finalidad de hacer vida en común.
III. Los Misioneros deben tener libertad de hacer colectas, de
acuerdo siempre con Mons. Arzobispo, con el objetivo de levantar una nueva
Iglesia para los italianos.[85]
"Plena y entera libertad en el
ministerio"
618.
El Cardenal Rampolla, a quien S. E. se ha dirigido, y
Tengo muy en cuenta el piadoso deseo manifestado por S. E. y
tomaré medidas para satisfacer este pedido, inspirado por su celo pastoral y
por su amor a las almas. Espero, por lo tanto, estar en condiciones de enviar
los misioneros dentro de algunos meses; sin embargo, antes necesito saber: 1ro.
si los sacerdotes pueden tener una habitación aparte, por más modesta que ella
sea, de manera que puedan conformarse a las reglas aprobadas por
"¡Vayan, oh nuevos apóstoles de
Jesucristo!"
619.
¡Entre las gravísimas pruebas a las que está sometida hoy
Segura de sí y de la ayuda que le viene desde lo alto, ella, del
pacífico ejército de sus soldados, casi todos los días saca alguna escuadra,
elegida entre los más valientes y los manda a los cuatro puntos cardinales de
la tierra, los lanza sobre las playas más remotas, más allá de los mares, más
allá de inmensos desiertos, más temibles que los mares, para infundir en los
nuevos la fe, para conservarla y acrecentarla en aquellos que ya la poseen,
para salvar a las almas. Este es un hecho único en el mundo, un hecho que ya
dura desde hace veinte siglos y del que hoy nosotros mismos tenemos aquí ante
los ojos una prueba elocuente.
Son almas generosas que, desposadas con la pobreza de Cristo,
abandonan riquezas, honores, patria, dulzuras domésticas y todo lo que hay en
el mundo de más tiernamente querido, vuelan anhelantes en auxilio de nuestros
compatriotas emigrados más allá del océano. ¡Han escuchado el grito de dolor de
estos hermanos nuestros lejanos y van!... ¡Oh! vayan nuevos apóstoles de
Jesucristo: ite, angeli veloces... ad gentem expectantem...et conculcatam
[vayan, ángeles veloces... a la gente que espera... y está maltratada].
¡Vayan a cada región del nuevo mundo, porque en cada región del
nuevo mundo no hay un pueblo más envilecido que el nuestro!; ¡porque allá les
esperan almas que tienen necesidad de ustedes!. ¡Los pueblos, los pueblos
mismos piden el pan del espíritu y no hay quien se lo parta!
Vayan, que el Ángel de los Estados Unidos los llama para
mostrarles a más de quinientos mil italianos abandonados. Vayan, que los
Ángeles del Paraná, del Perú, de Argentina, de Colombia, y de otros estados los
llaman, mostrándoles un millón trescientos mil italianos sedientos de verdad y
en continuo peligro de caer en los lazos de la herejía (...).
Vasto, sin confín es el campo abierto al celo de ustedes. Allá hay
templos para levantar, escuelas para abrir, hospitales para erigir, hospicios
para fundar; está el culto del Señor para proveer, hay niños, viudas,
huérfanos, pobres enfermos, viejos tambaleantes y para decirlo en pocas
palabras, todas las miserias de la vida sobre las cuales hacer descender los
influjos benéficos de la caridad cristiana. ¿Cómo proveer a tantas y tan graves
necesidades?... ¡Vayan: ite!
Hagan que todos gusten cuán es suave el Señor (...).
Les esperan, lo sé, inmensos esfuerzos, no pocos peligros, muchas
contradicciones, continuas luchas y sacrificios, pero es precisamente esto lo
que debe asegurarlos de la validez de la empresa a la que se aprestan, lo que
debe agregar vigor al espíritu de ustedes. El consuelo, la guía, la más segura
defensa de ustedes esté en esa cruz que les he entregado: ¡
"
620.
Hay momentos en la vida del hombre tan solemnes, tan llenos de
suave y profunda emoción que es imposible imaginar si no se prueban, y una vez
probados no se olvidan más. Y uno de ellos fue cuando desde este mismo templo
pocos meses atrás bendecía al primer grupo de esos generosos que desposados con
la pobreza de Cristo, abandonaron lo más querido que tenían en el mundo y
volaron ansiosos a socorrer a nuestros emigrados al otro lado del Océano. Hoy
ese conmovedor espectáculo se renueva. El latido del corazón, les confieso, por
la fe me parece más fuerte y vigoroso, la infinita caridad de Dios me ensancha
el pecho, mi mente se sublima con la vista y el deseo del apostolado y
apretando sobre el pecho
¿Y a quién no serán comunes esos sentimientos cuándo se reflexiona
un poco sobre la grandeza y sublimidad del apostolado católico del que hoy
tenemos aquí una prueba elocuente? (...).
"Yo, dice el Señor, por boca de su profeta, levantaré entre
los pueblos un signo de rescate universal, y entre los vivientes elegiré los
pregoneros de mi palabra, los enviaré a los pueblos abandonados del otro lado
de los mares: y ellos anunciarán mi gloria y reuniendo a todos los hermanos,
los presentarán en oblación al Altísimo".
El signo de redención universal levantado entre los pueblos es
Ningún obstáculo, ninguna fuerza creada ha podido detener a los
ministros de esta palabra (...). Y ustedes hoy, queridos hijos, pueden
gloriarse de estar incluidos en su número, dando su nombre a la muy humilde
Congregación, que fue saludada algunos días atrás por el gran Arzobispo de San
Pablo de Minnesota, como la forma más hermosa, más útil, más fecunda del
apostolado católico en nuestros días (...).
¡Oh, benditos sean los pasos de los Misioneros que llevan la buena
nueva a sus hermanos abandonados! ¡Cuán preciosa es su obra ante el cielo!
¡Cuán hermosa y conmovedora lo es ante la tierra! ¡Cómo nos halaga la visión de
éstos catequistas, que legítimamente enviados, empuñan la cruz y parten con el
fin de plantarla como símbolo de salvación y civilización, entre nuestros
hermanos, hasta ahora obligados a vivir y morir privados de todo consuelo de
religión! (...).
Vayan y no teman: sean fieles, se los suplico, ante estos santos
altares, a su vocación; pacientes, prudentes, modestos, llenos de caridad. A
esto están dirigidas mis pobres oraciones, las oraciones de tantas almas
buenas, de sus cohermanos, de sus parientes y especialmente de sus buenas
madres, que si ahora lloran la partida de ustedes, gozarán un día la gloria por
haber dado un Apóstol a
La oración, no lo olviden nunca, es la eficacia y la fecundidad de
la predicación evangélica; es la parte más viva, más fuerte, más poderosa del
Apostolado, como nos enseña Jesucristo, soberano modelo de la vida apostólica.[88]
"Vayan y prediquen el Evangelio a
todas las criaturas"
621.
Desde el día en que Jesucristo dirigiéndose a sus discípulos dijo:
vayan y prediquen el Evangelio a todas las criaturas, nunca más cesó en
Y es así que también en nuestros días vemos partir desde todas las
costas de
¡Oh generosos, salvete! Siento el dolor de verlos partir, ahora
que había aprendido a conocerlos y a amarlos; sin embargo siento también la
grandeza y la sublimidad del sacrificio que están por cumplir. Dios lo registra
en este momento en el gran libro de la vida. Él promete estar siempre con
ustedes: ecce ego vobiscum sum omnibus diebus. Vayan, por lo tanto, felices y
confiados.
Cuídense de confiar en otros más que en Él y en el auxilio de su
gracia. No se preocupen por su porvenir y por el de los que dejan. Aquél que
alimenta a los pequeños pájaros del cielo, que ha revestido a la tierra con
hierbas y flores, sabrá también alimentarlos y vestirlos a ustedes y a sus
seres queridos hasta el día en que vestirá a todos con eterno esplendor.
Tengan siempre como objetivo la gloria de Dios y el bien de las
almas.
Sean dignos del amor de los buenos y del odio y de la persecución
de los perversos. Demuestren cada vez más que el celo de ustedes iguala al desinterés
de ustedes, que en Dios y sólo en Dios está puesta la esperanza de ustedes, que
de Dios y sólo de Dios esperan recompensa y que no cesarán nunca en sus
esfuerzos mientras hayan infelices para consolar, ignorantes para instruir,
pobres para evangelizar, almas para salvar.[89]
"Cada envío de misioneros es la
continuación de la que hizo el divino Maestro"
622.
Cada envío de misioneros es una tácita pero elocuente apología de
la divinidad de
Dios para salvarnos descendió desde el cielo hasta la tierra, se
hizo hombre, se sometió a la muerte y la muerte en
"Cuando los misioneros llegarán entre
los Indios"
623.
El Cardenal Simeóni me decía muchas veces: cuándo los misioneros
llegarán entre los Indios, deberían pensar en hacer algo también para ellos.
Llegó el momento. Me habló de ello también el Presidente del
Estado asegurándome todo su apoyo. Por ahora tres o cuatros sacerdotes serán
suficientes. Haciéndose cargo preferiblemente de las colonias italianas,
estudiarán la forma para ponerse en comunicación con esos indígenas. Si Dios
los asistirá y podrán obtener su gracia, enviaría a los individuos dispuestos a
sacrificarse, si no, se tendrá en cuenta ese buen deseo. Estos indígenas son
los descendientes de aquellos que los Padres Jesuitas convirtieron; sin
embargo, luego abandonados y cañoneados huyeron a los bosques. Conservan
todavía, por lo que se dice, algunos rastros de cristianismo en sus ceremonias.
Padre Santo, una oración y una especial bendición para esta nueva obra de
caridad. [91]
"La catequesis de los Indios"
624.
Quisiera que dijera a ese Venerable Obispo, al que presentará mis
saludos, que si
"Italianos en África"
625.
El Coronel Baratieri (ya que el lamentable gobierno actual no
quiere saber nada de Misioneros y de Misiones) me ha pedido nuevamente si me
haría cargo de proveer de sacerdotes a las posesiones italianas en África.
He contestado que no podía tomar por el momento ninguna
resolución, pero que lo habría pensado. Someto por lo tanto la cosa a la bien
conocida sabiduría de Su Eminencia para que decida. No le oculto, Eminentísimo,
que yo me inclinaría por satisfacer el pedido, ya que para África sería fácil
obtener medios y lo que fuese necesario y se podría hacer un bien inmenso.
Convendría empero, según mi parecer, que la parte italiana fuera
separada de la jurisdicción del Vicariato Apostólico francés y que los
Misioneros dependieran directamente o de mí o de S. E., estableciendo una
especie de Prefectura Apostólica. [93]
"Su vocación para las Misiones viene
de Dios"
626.
He ponderado con toda atención su carta, y me parece de no
engañarme afirmando que su vocación para las Misiones viene de Dios.
Y si es así, Él apartará todos los obstáculos.
Nuestros Misioneros forman una Congregación y los aspirantes
permanecen aquí en la casa madre para el noviciado de algunos meses para los
que ya son sacerdotes, y luego, emitidos los votos simples, parten para su
destino. El campo es muy vasto: centenares de miles de nuestros pobres hermanos
viven y mueren como bestias por falta de asistencia religiosa. ¡Bendito el que
está llamado para ir en su ayuda y se dedica a ellos por entero![94]
"Dios lo llama al alto honor del
apostolado"
627.
Yo lo espero siempre y creo que no debe resistir más a la voz de
Dios que lo llama al alto honor del apostolado. Nescit tarda molimina, se lo
repito, Spiritus sancti gratia. Por lo tanto vamos, adelante, con santo valor
abra su alma a su venerable tío y venga sin más.
Hospedado aquí en la casa madre, se preparará para los S. Votos, y
luego sicut gigas ad currendam viam irá a donde Dios la destinará.[95]
"Una casa de Misioneros volantes
sería la cosa más útil del mundo"
628.
La idea de Mons. Satolli es nuestra antigua idea y cuando se
pudiera desde el punto de vista financiero, una casa de Misioneros volantes
sería la cosa más bella y útil del mundo. Será necesario pensarlo. ¿No sería
conveniente exponer la cosa al Arzobispo?[96]
"Es un antiguo deseo mío"
629.
El Padre Vicentini me escribía cómo sería anhelo de Su Exc. que se
fundara una casa de Misioneros volantes, los que, por lo tanto, no tuviesen
otro compromiso que el de trasladarse dondequiera se encuentren colonias de
italianos. Es este un antiguo deseo mío, un deseo que también me expresara el
Santo Padre, y lo habría cumplido de muy buena gana si hubiese tenido los
medios.
Si Su Excelencia, con la gran influencia que merecidamente ha
adquirido, me pudiese ayudar, la instalación de dicha casa en un lugar central
podría ser una verdadera bendición.[97]
"Se obligan a vivir como verdaderos
religiosos"
630.
Antes de partir para las Misiones, tanto los Misioneros como los
laicos harán los siguientes votos:
De permanecer en
Voto de castidad para los laicos, de obediencia more religiosorum
al respectivo Superior y a los Superiores de
De pobreza, en cuanto no podrán poseer, adquirir o aceptar nada
propio (salvo lo que poseyeran o pudieran poseer en patria).
Por este voto de pobreza los Misioneros y laicos se obligan a no
tener como propia suma alguna, o bien cualquier objeto, o bienes muebles e
inmuebles, que durante el ministerio pudieran percibir ya sea en carácter de salario,
de remuneración o también de simple donación personal o por cualquier servicio
de oficio prestado; sino que todo será entregado a
Del mismo modo por este voto de pobreza los Misioneros y
Coadjutores se obligarán a conformarse con lo puramente necesario, al sustento
y al vestido, conforme con lo dicho por San Pablo; por lo tanto, cuando ellos,
tanto en el viaje como en las misiones, necesiten alguna cosa, se comprometen a
abastecerse dentro de los límites y parsimonia cristiana, evitando el lujo y lo
superfluo y cooperando para la economía en beneficio de
Todos aquellos que son admitidos a formar parte del Instituto
deben estar bien compenetrados con la idea que por cinco años se obligan a
vivir como verdaderos religiosos, animados del celo por la salvación de las
almas, por el espíritu de sacrificio y de desapego de los bienes y de la gloria
mundana y compenetrados de sentimientos de vivo amor y de obediencia ilimitada
al Romano Pontífice, a los Superiores del Instituto y a los Ordinarios de los
lugares en los que ejercerán su sagrado ministerio.[98]
"He creído necesario introducir los
votos perpetuos"
631.
Estuvo aquí para dictar los ejercicios espirituales a los jóvenes
aspirantes a las Misiones de América el excelente P. Rondina, jesuita, haciendo
un gran bien. Lo consulté acerca de
"Una plena confianza en el
porvenir"
632.
Estuvo aquí para dar los ejercicios espirituales el P. Rondina,
conocido jesuita y uno de los escritores de
El día 15 de octubre comenzarán una especie de noviciado y el día
de
Apenas impreso el reglamento así definido y aprobado por
"Voy a recibir los votos perpetuos de
los Misioneros"
633.
8 de Diciembre de 1894-Hora 7 antemeridianas.
Voy a recibir los votos perpetuos de los Misioneros.
Pretendo que se deban considerar como los que hacen los capuchinos
en los primeros cuatro años, o sea que los individuos quedan obligados con
Para los individuos debe bastar una causa grave, juzgada como tal
por los Superiores, para obtener dispensa de los S. Votos; de la misma forma si
no se encontrara más bien en el espíritu, grave necesidad de sus padres, poca
salud etc.
¡Oh María Virgen Inmaculada, bendícenos a todos![101]
"La consagración que Dios, por mano
de María, se digna concederles hoy"
634.
La presencia de ustedes, queridísimos hijos, me llena el alma de
suavísima emoción. ¡Cuán afortunada es un alma que posee la gracia que Dios les
concede a ustedes! Hoy, con la profesión de los santos votos, ustedes alegran a
Un día el gran Papa San Clemente recibía los votos de consagración
de algunas almas fervorosas. En un momento de la sagrada ceremonia el S.
Pontífice fue arrebatado en dulcísimo éxtasis (...). Vuelto en sí exclamó: ¡oh
hijos míos, me alegro de corazón con ustedes, exulten, lloren de alegría:
bendigan a Dios que los ha llamado para tanta gloria! Yo vi subir la
consagración de ustedes al Cielo como una onda luminosa que vivificó de nueva
inefable alegría a la corte celestial, vi a
Ustedes benditos exulten, lloren de consolación, renueven todas
las promesa hechas a Dios y postrados rueguen a María Santísima Inmaculada y a
los santos que invocaremos, que intercedan por ustedes.
Cuando yo en nombre de Jesucristo y de
"Serán fieles a sus votos"
635.
Como representante, si bien indigno, de Jesucristo y sucesor de los
Apóstoles, recibo estos votos que ustedes pronunciaron, estas generosas
promesas y estos nobilísimos sentimientos de ustedes. Los recibo con el más
vivo regocijo de mi alma, y por las manos de
Ustedes, queridos hijos, tengo plena confianza, le serán
constantemente fieles, con la ayuda de Dios y con la bendición de su madre
inmaculada, a la que quisieron, con mi inefable alegría, consagrar con
inspiración divina este primer acto tan solemne de la carrera de ustedes, las
primicias del apostolado de ustedes. Sí, ustedes serán fieles a sus votos
constantemente, fieles en los esfuerzos, fieles entre las tribulaciones, fieles
en los viajes, fieles entre las angustias de tan sublime misión, fieles hasta
el derramamiento de la sangre, fieles hasta la muerte. Es así que ustedes,
queridos hijos, procurarán la gloria de Dios, la salvación de las almas, la
santificación de ustedes, la alegría de
Para tal fin amen mucho a
"Vida del Misionero en
636.
El Misionero, como obrero evangélico, debe recordar que está
obligado a difundir con su vida el buen aroma de Jesucristo, a predicar el
Evangelio más con el ejemplo que con la palabra. Se preocupará, por lo tanto,
de observar su regla siempre y en todas partes; de practicar especialmente la
templanza, la mansedumbre, la humildad, la castidad, la modestia, la caridad, y
demostrar el máximo desinterés; lo mismo dígase de los Hermanos catequistas.
Pondrán como fundamento de sus propias acciones la gran máxima: de
no aplicarse nunca tanto al ejercicio del Ministerio Apostólico descuidando la
vida interior, y de no abandonarse nunca tanto a las dulzuras de la vida
interior descuidando el ejercicio del Ministerio Apostólico. Recuerde además
siempre el Misionero que descuidando la oración mental y la plegaria
difícilmente podrá mantenerse en gracia de Dios (...).
Los Misioneros pondrán especial cuidado para conservar siempre y
en todas partes la unión más estrecha con los compañeros de Congregación,
tratándose recíprocamente con espíritu abierto y afecto sincero.[104]
"Si bien son pocos, ustedes pueden
mucho cuando estén animados por el espíritu de los Apóstoles"
637.
Gracias a Dios, nuestra humilde Congregación ha podido afirmarse
en tal forma logrando así ganarse el amor de los buenos y la simpatía de los
honestos de todo partido. E celo de ustedes, mis queridos y venerables
hermanos, teniendo en cuenta las dificultades inmensas que debieron enfrentar
al principio, ha hecho verdaderos prodigios. Ustedes, me resulta grato decirlo,
se han hecho merecedores de la gratitud de la religión y de la patria, y Dios
sabrá recompensarlos en manera digna de Él.
Pero no basta haber comenzado bien, es necesario perseverar y
perseverar usque in finem. Mucho más es lo que queda por hacer, mis queridos
hijos. Ustedes son todavía pocos para las necesidades, lo sé, pero si bien son
pocos, ustedes pueden mucho cuando estén animados por el espíritu del cual
estaban animados los Apóstoles; cuando todos estén compenetrados de la
importancia y sublimidad de su vocación.
Ciertamente, sí, es grande, inefablemente grande, mis queridos
hijos, el honor que les ha dispensado Jesucristo al llamarlos a tomar parte en
su obra redentora, contándolos entre sus apóstoles. Es particularmente a
ustedes que El repite también hoy esas consoladoras palabras: Ego elegi vos et
posui vos ut eatis, et fructum afferatis, et fructus vester maneat. Observen,
queridísimos hijos; no dice: "han sido llamados" sino "yo mismo
los he llamado", yo que soy el Hijo de Dios vivo, yo rey inmortal de los
siglos, yo que he fundado a
¡Qué predilección! [105]
"Unión con Jesucristo"
638.
A su llamado, ustedes, oh queridos, han respondido, han ido, han
hecho mucho bien; pero no es suficiente, repito, es necesario que este bien sea
duradero: ut fructum afferatis et fructus vester maneat.
¿Qué se requiere para que el sarmiento dé fruto? Que permanezca unido
a la vid. Ahora bien, la vid es Jesús y los sarmientos, oh queridísimos, son
ustedes: Ego sum vitis, vos palmites. Lo ha dicho Él mismo.
Por lo tanto, mientras permanezcan en Él, se sentirán llenos de
sobrehumana energía y el fruto que obtendrán no podrá ser más que abundante y
duradero. Todo les será fácil aún ante las más grandes contradicciones. En
cambio, separados de Él, llegarían a ser como cuerpo sin alma, estériles de
toda obra buena; serían como ramas, que sirven solamente para ser tiradas al fuego:
sine me nihil potestis facere.
Por lo tanto, unión, oh queridísimos hermanos e hijos, unión con
Jesucristo ante todo. Y esta unión ustedes la obtendrán alimentando en ustedes,
con continuos ejercicios de piedad, la fe, y manteniendo viva en sus corazones
la gracia.[106]
"Unión entre ustedes mismos"
639.
Fruto de esa unión será después la unión entre ustedes mismos, esa
unión que Jesucristo tan ardientemente invocaba para sus discípulos y que es
igualmente tan necesaria. Ninguna clase de hombres, por más rica de fuerzas
individuales que sea, si no se sujeta a la gran ley de la unidad, podrá nunca
hacer grandes cosas, y mucho menos podrán los Misioneros que, obrando sobre las
almas como simples instrumentos de Jesucristo, extraen de este soberano
principio toda su eficacia.
Por eso les exhorto, mis queridos hijos, les suplico por el amor
de Jesucristo y por el bien de nuestros hermanos, de no disgregar sus fuerzas
empleándolas cada uno por su cuenta, y sin otra guía que la propia voluntad:
sino de estar unidos como una sola cosa: ut sint unum.
Unidos con el pensamiento, con los afectos, con las aspiraciones,
como están unidos por un mismo fin: Obsecro autem vos, fratres, per nomen
Domini nostri Jesu Christi ut idipsum dicatis onmes, et non sintÿin vobis schismata;
sitis autem perfecti in eodem sensu et in eadem sententia.
¿Y cómo podrán lograr eso? Con toda humildad y mansedumbre y con
paciencia soportándose los unos a los otros. El secreto es del Apóstol: Cum
omni humilitate et mansuetudine, cum patientia supportantes invincem in
charitate.
¡Lejos, por lo tanto, del Misionero los celos vanos, las palabras
injuriosas, las contiendas y las competencias! Cada uno sea calmo y tolerante
en el cumplimiento de los propios deberes, cada uno compadezca los defectos del
otro, cada uno se empeñe por conservar la unidad del espíritu mediante el
vínculo de la paz.[107]
"Paz en casa y fuera de casa, paz con
todos"
640.
Paz, mis queridos hijos, no solamente entre ustedes, sino también
con los hermanos de ministerio. Por diversas circunstancias ustedes deben tener
contactos frecuentes con sacerdotes y misioneros de diversas nacionalidades,
deben beneficiarse con su experiencia.
Tengan hacia ellos la máxima deferencia, ámenlos de corazón,
respétenlos siempre. Paz en casa y fuera de casa, paz con todos.
Mas la paz no es posible sin orden, ni se puede alcanzar ningún
orden sin regla. Y ustedes, hermanos e hijos míos, sus reglas las tienen,
aprobadas por
La obediencia a los legítimos superiores, sea como el distintivo
de ustedes.[108]
"San Carlos, ejemplo
maravilloso"
641.
Se honrarán de llamarse en desde ahora los Misioneros de San
Carlos.
¡San Carlos! Él era, como se dijo muy bien, uno de esos hombres de
acción que no dudan, no se dividen, no retroceden nunca, que en cada uno de sus
actos vuelcan toda la fuerza de su convicción, toda la energía de su propia
voluntad, toda la entereza de su carácter, todo su ser y triunfan.
¡San Carlos! Ejemplo maravilloso de esa impávida constancia, de
esa generosa paciencia, de esa ardiente caridad, de ese celo iluminado,
infatigable, magnánimo, de todas esas virtudes que hacen de un hombre un
verdadero apóstol de Jesucristo. Él tiene sed de almas. No desea más que almas,
no pide más que almas, no quiere más que almas: da mihi animas, va diciendo,
coetera tolle; y justamente para ganar almas para Jesucristo, ¡Dios mío! ¿qué
no hizo, qué no soportó, qué no dijo?
¡San Carlos! Es un nombre que el Misionero católico no debería
escuchar nunca sin sentirse inflamado por el más noble, por el más vivo
entusiasmo, sin sentirse profundamente emocionado (...).
Mis queridos hijos, refléjense en él, recomiéndense a él, pongan
en él toda su confianza y estén seguros de su protección.[109]
"Ayúdense en crecer en el
conocimiento y en el amor de Jesucristo"
642.
Me alegro con ustedes y con P. Victorio por el bien que hacen:
continúen activamente la obra de Dios; ayúdense en crecer en el conocimiento y
en el amor de Jesucristo; sean santos y todo reflorecerá en sus manos. Es el
voto, la plegaria que hago por ustedes y por todos. [110]
"Ocuparse seriamente, pero sin
agitación, en la paz de Dios"
643.
¿Tú me preguntas cuáles son tus deberes? Y yo te digo: Haz todo lo
que puedas por nuestros huerfanitos, obra siempre en pleno acuerdo con el Provincial,
trata de mantener la concordia y la paz con tus cohermanos y habrás cumplido
con tu oficio.
Medita con frecuencia las sabias palabras del Kempis: Si niteremur
sicut viri fortes, stare in proelio, profecto auxilium Domini super nos
videremur de Coelo.
Ciertamente que en tu puesto, joven como eres, no te pueden faltar
las cruces, las contradicciones, y está bien que sea así, porque ellas son
beneficiosos para la humildad y nos defienden de la vanagloria.
El campo que debes trabajar es hermoso y fecundo y por ello
tendrás el premio de Aquel que dijo: Sinite parvulos venire ad me. Ocuparse
seriamente, pero sin agitación, en la paz de Dios, esperando todo de El, he
aquí el secreto para obtener la victoria en las más graves dificultades. [111]
"Todo sea conforme a nuestras
Reglas"
644.
Te recomiendo de introducir las prácticas de piedad, en lo
posible, en común, la meditación, la lectura espiritual,
"Reavivar el espíritu de piedad, de
concordia, de obediencia"
645.
Ahora quiero recomendarle con todas las fuerzas las prácticas de
piedad y especialmente la meditación en común según
Es necesario insistir opportune et importune, valerse del mandato
si la exhortación no surte efecto, mas hacer observar absolutamente todo lo que
está prescripto al respecto. La meditación y los Ejercicios espirituales son lo
esencial de la vida sacerdotal y es necesario quererlas a toda costa. Serás
altamente benemérito para nuestra obra si, con la ayuda de Dios, logras este
santísimo objetivo.
Veo con gran satisfacción que Dios bendice tu misión y tu acción
serena, firme y prudente y tengo confianza de que sabrás conducir las cosas en
forma de reavivar en los nuestros el espíritu de piedad, de concordia, de
obediencia.[113]
"Se establezca la observancia"
646.
Pónganse en práctica las reglas y especialmente aquellas que se
refieren a las prácticas de piedad en común y absolutamente la meditación
(...).Quiero llamar tu especial atención sobre este tema tan grave (...). Tú
aconseja, vigila, exhorta, y, si es necesario, manda. Es una cosa tan necesaria
que para obtenerla cualquier sacrificio sería poca cosa.
Como ya te dije, el Señor bendice tu obra y se comprueba otra vez
que vir obediens loquetur victorias. Pero la victoria más grande, según mi
parecer, será la observancia introducida en las dos casas nombradas, para
introducirla luego también en las otras, donde haya por lo menos dos Padres.
Por lo tanto, estamos de acuerdo: labora sicut bonus miles Christi y Dios te lo
recompensará.[114]
"Poner juntos a los que tienen votos
perpetuos"
647.
El año que está por terminar, para mí, estuvo lleno de Cruces,
pero quizás fue el más fecundo, gracias a Dios, en obras santas. Es verdad que
in Cruce vigor, in Cruce robur con lo que sigue (...).
¿Cómo van las cosas allá? ¿Cómo va tu salud? ¿Cómo has distribuido
a los Padres? ¿Quién se queda? ¿Quién vuelve? En cuanto a la distribución te
recomiendo fervientemente una cosa: trata de poner juntos a los que tienen los
votos perpetuos. Así ellos podrán observar mejor las reglas y sentirse más
cómodos.
Ahora se harán las cuentas que cada casa debe enviar a ti y tú a
mí. Es importante que se revea la administración y se pueda saber cómo se gasta
y con qué criterios se hacen los gastos. Aquí estamos en la miseria, yo más que
nuestra casa. Por lo tanto, es necesario tener presente las necesidades de la
casa madre y enviar lo más que se pueda.[115]
"Difícil conservar por mucho tiempo
el espíritu de la propia vocación viviendo aislados"
648.
Por el buen Sac. Marchetti recibí su muy noble carta del 11 de
noviembre y no sé expresarle cómo me ha resultado grata. Para mí es una
verdadera satisfacción todas las veces que tengo oportunidad de encontrar
hombres de ingenio y de corazón cuyo ánimo y todas sus fuerzas entregan para
aliviar las miserias ajenas.
Le agradezco, por lo tanto, distinguido Sr. Cónsul, sus óptimas
disposiciones en favor de nuestros pobres emigrados. Por mi parte me
consideraría muy afortunado si pudiese satisfacer su deseo. La más grave
dificultad para mí sería la de dejar divididos los Misioneros uno de otro.
Usted es hombre de experiencia y sabe lo difícil que resulta conservar por
mucho tiempo el espíritu de la vocación, viviendo aislados, entre elementos
heterogéneos con los que hay que luchar más o menos siempre. Con el tiempo el
ánimo se debilita y necesita reconfortarse y fortalecerse de tanto en tanto con
la palabra y con el ejemplo de los compañeros, en el espíritu de la propia
regla.
Convendría, por lo tanto, que los Misioneros fueran por lo menos
dos y que pudieran también hacer vida común. Sería suficiente que en los
comienzos tuviesen una pequeña iglesia o también un oratorio con una casa
cerca. Uno de los dos podría ir a las casillas de los emigrados, regresando
luego ordinariamente a la casa.[116]
"Sean por lo menos dos juntos"
649.
A una señal del Sr. Arzobispo y tuya enviaré de inmediato a Boston
dos Misioneros y un catequista. Es necesario insistir para que sean dos.
Me parece que sea una regla muy sabia: un sacerdote aislado entre
un clero que por lo menos en los comienzos no puede serle amigo, ¿qué quieres
que haga? Se desanimaría. Sean, por lo tanto, por lo menos dos juntos, yendo en
los días festivos donde será necesario.[117]
"Mantengan fuerte el espíritu de su
vocación"
650.
Tendrá ya con usted o los recibirá pronto a los dos nuevos Padres
y yo se los recomiendo mucho, mucho. Quiéralos como un padre a los hijos,
exhórtelos, corríjalos y haga que mantengan fuerte el espíritu de su vocación.
Para ese fin le recomiendo hacer observar exactamente las Reglas y
especialmente las prácticas de piedad, la meditación absolutamente, en común.
Es necesario dar a sus residencias forma de casa religiosa; si no,
no podrán hacer nunca todo ese bien que desean ustedes y que deseamos todos.
Son buenos jóvenes y serán como usted los quiera. Comience de inmediato: omnia
secundum ordinem fiant. Es un deber de conciencia y para cumplirlo es necesario
imponerse toda clase de sacrificios.[118]
"Confiarse en Dios con toda
simplicidad"
651.
¿El Instituto permanecerá, no permanecerá?
Permanecerá
hasta que a Dios le plazca. Quien tiene verdadera vocación, querido Monseñor,
entra sin preocuparse por el porvenir, sabiendo bien que esto está en las manos
de Dios. Confiarse en El con toda simplicidad vale mucho más que la búsqueda de
cualquier garantía de condiciones morales, económicas y estables acerca del
Instituto.[119]
"Formamos una pequeña y humilde
congregación, sin embargo una congregación"
652.
Yo me alegro con usted y con sus compañeros por el bien que hacen;
es cierto que debemos conformarnos con el bien a pesar de los defectos inevitables
de nuestras miserias, pero no podemos desconocer que obras buenas las hacemos y
muchas; demos entonces infinitas gracias al Señor. Le repito estas cosas para
que le sirvan de consuelo en sus dificultades y le hagan enfrentar animosamente
el bien con perfección siempre creciente.
Un Santo fundador de una orden religiosa decía que
Roguemos al Señor, querido P. Domingo, que en su bondad quiera
hacer lo mismo con nosotros, y lo hará si nos hacemos cada vez más dignos de
sus bendiciones. Nosotros formamos una pequeña y humilde congregación, pero,
sin embargo, una congregación; es por lo tanto justo que lo poco que el Señor
nos mande sirva para su servicio; por lo tanto cuando el P. Morelli tenga
necesidad y usted lo puede ayudar, ayúdelo in nomine domini (...).
Cuando le sea posible recuerde a
"El nervio y la vida de cada
comunidad"
653.
Juntos debemos dar gracias al Señor por el gran bien que nuestra
Congregación ha venido obrando hasta aquí, a pesar de las inmensas dificultades
y muchos defectos.
Sin embargo, deseoso de que ella prospere aún más para mayor
gloria de Dios y bien de las almas, teniendo en cuenta, como ya les dije
verbalmente, los deseos que me expresaron varios de nuestros misioneros y las
necesidades de la misma Congregación, invocada la ayuda del celestial Patrono
San Carlos, he ordenado y ordeno lo siguiente:
1. Cada día harán todos, en común: meditación y lectura espiritual
y se rezará el Santo Rosario.
2. Cada año o cada dos (según las costumbres de las diferentes
diócesis) todos harán los Ejercicios Espirituales en unión con el clero de
3. Todos los años se enviará al Provincial el certificado de
confesión.
4. Todos los años los superiores de las Casas, previo aviso del
Provincial, se reunirán en una de nuestras Casas, designada por él mismo, para
estudiar y sugerir los medios más aptos para obtener un progresivo mejoramiento
de las misiones (...).
8. La administración de las Casas sea llevada con atención
escrupulosa. En el libro Diario se registrarán cotidianamente las entradas y
las salidas en forma distinta y pormenorizada, y todos los meses se hará el
balance.
9. Todos los meses los administradores de las Casas, deducidos del
balance los gastos para el mantenimiento de las Casas, y una suma conveniente
para imprevistos, remitirán lo restante al Provincial, quien lo trasmitirá al
Superior de
Las presentes órdenes, muy querido Padre, Usted las notificará a
todos los Misioneros de nuestra Congregación, apenas llegue a América y, en lo
que respecta a Usted, cuidará con todo celo y empeño el exacto cumplimento
(...).
Usted sabe muy bien que el nervio y la vida de toda comunidad es
la concordia y la disciplina. Estas dos cosas Usted recomendará a sus
cohermanos en forma muy especial. Sin ellas, aunque fuesen un ejército, muy
poco lograrían; con ellas, aunque sean pocos, harán prodigios.
Promueva pues, y cultive más y más en cada una de las Casas el
espíritu de piedad y de oración, fundamento y sostén de todo.[121]
"Todo ello es necesario para la buena
marcha de
654.
1. El Superior Provincial, por lo menos cada seis meses y los
Superiores de las diferentes Casas, por lo menos una vez por año, se pondrán en
comunicación directa con el Superior General residente en Italia y le harán un
informe pormenorizado de las obras promovidas o establecidas en cada Misión de
América, de los frutos obtenidos, y de los que esperan, como también de las
condiciones económicas de las mismas Misiones.
2. El Superior Provincial, que, como saben, tiene la importante
dirección de todas las casas y es la autoridad de mando de todos los Misioneros
residentes en su región, velará por el exacto cumplimiento de las reglas y
comunicará y hará ejecutar las órdenes que le llegaran del Superior General.
3. Visitará periódicamente cada una de las Casas de la provincia,
tomará esas disposiciones que fuesen requeridas por necesidades urgentes y
proveerá a una fiel rendición de las entradas percibidas y de los gastos
sostenidos por cada Casa.
4. Él será asistido, en el gobierno de la provincia, por dos
Consultores (...); escuchará sus opiniones acerca de lo que respecta al buen
funcionamiento de las Misiones y el traslado de los Misioneros, como también
(que nunca deba suceder) con respecto a la aplicación de las penas canónicas
como serían: los Ejercicios espirituales, la suspensión de la facultad para
escuchar las confesiones, etc.
5. Él mismo reunirá, una vez por año, los Superiores de las Casas,
con el objeto de intercambiar opiniones acerca de las diferentes necesidades de
las colonias y de ponerse de acuerdo para la uniformidad de la acción. Aquellos
que por cualquier motivo no pudiesen participar en esas reuniones, enviarán sus
propuestas por escrito.
6. Los Superiores de las Casas, además de velar para que omnia
honeste et secundum ordinem fiant, tratarán de cultivar y de acrecentar en sus
dependientes el espíritu de Nuestro Señor Jesucristo, espíritu de humildad y de
sacrificio, de mansedumbre y de caridad.[122]
"El superior de cada casa es
verdadero y efectivo superior"
655.
Con sumo disgusto supe, cosa que me parece apenas creíble, que
algunos de nuestros misioneros Sacerdotes consideran al Superior de la casa,
más como Superior de título y de honor, que como Superior efectivo.
Para extirpar este error que tiende nada menos que a la zozobra y
destrucción de nuestra pequeña y humilde Congregación, pongo especial énfasis
en declarar que el Superior de cada casa es verdadero y efectivo Superior de
todos los Misioneros, sacerdotes y hermanos que se hallan en la misma casa y
que a él deben, como consecuencia, sumisión y obediencia en cada una y
cualquier cosa que él crea oportuno prescribir tanto a
"Prudencia y fortaleza, he aquí lo
que forma un buen gobierno"
656.
El gobierno de los hombres es difícil y la cruz del mando es
pesada.
Es lo que pensé al recibir tus últimas cartas. Pero también es
cierto que omnia possum in eo qui me confortat y se verifica siempre cuando
llegamos a ser dignos: Dominus astitit mihi et confortavit me ¡Ánimo pues, calma
y confianza en Dios! (...).
Tú has hecho muy bien en responder a Vicentini lo que le has
respondido. Habría sido una dispensa nula. Si él hubiese tenido un poco más de
fuerza en el principio, las cosas no habrían llegado a ese punto. Pero el temor
por lo peor le hizo cerrar un ojo y quizás los dos, sin pensar en el necesse
est, con todo lo que sigue. El que es superior debe ser fuerte, cuando el deber
lo requiere y no dejarse amedrentar por lo que pudiese suceder. Prudencia y
fortaleza, he aquí lo que forma un buen gobierno: he aquí lo que pido para ti
todos los días a Dios.[124]
Dirigir y asistir a la emigración es
también tarea del Estado, que debe asegurar la tutela moral y material, con
acuerdos internacionales y con una legislación que defienda los derechos
humanos y civiles de los migrantes, los proteja de la desmedida especulación de
los enroladores, impida el saqueo de los ahorros enviados a las familias que
quedaron en la patria.
Debido a que "las necesidades que
padecen nuestros emigrantes se pueden dividir en dos grupos: materiales y
morales", Mons. Scalabrini quiso que la obra para los emigrantes fuese
"al mismo tiempo religiosa y laica, para que respondiese a esa doble
necesidad". Fundó, por lo tanto, además de las Congregaciones religiosas,
Mons. Scalabrini se ocupó especialmente de
los emigrados italianos, porque eran entre todos los más pobres y abandonados,
y también porque quiso iniciar sobre el terreno de los hechos la conciliación
entre
a) EL DEBER DEL ESTADO Y DE LAS CLASES
DIRIGENTES
"Un Obispo que se ocupa de cosas
sociales y de proyectos de Ley"
657.
Honorable Amigo:
Dentro de poco se discutirá en el Parlamento el proyecto de Ley
ministerial sobre
Me dirijo a Ti, no sólo por esa afectuosa estima que, iniciada en
los bancos de la escuela, continuó sin interrupciones por muchos años, ya
podemos contarlos en lustros; sino también porque te sé amigo no adulador de
las clases desheredadas (y esto en nuestros días es un gran mérito), paciente y
modesto, como inteligente investigador de los fenómenos sociales.
Y me dirijo a Ti públicamente, no para hacer ruido inútil, del
cual rehuyo por principios y por naturaleza, sino porque la cuestión que yo te
propongo es de esas, que necesitan discusión, y no he hallado, fuera de este,
otro medio para atraer la atención del público desganado y distraído, que no
lee si no está obligado por lo menos por un título que excite su curiosidad. He
pensado, que una carta abierta de un Obispo que se ocupa de cosas sociales y de
proyectos de Ley, dirigida a un Diputado, pueda ser título suficiente para
sacudir la morbosa indiferencia del público, y lograr que de vez en cuando, la
discusión, aburrida si se quiere pero provechosa, de una Ley tome el lugar de
un hecho diferente cualquiera.
Y me parece también un deber de buen ciudadano. Desde el día en
que yo publiqué mi trabajo sobre la "Emigración Italiana en América",
he podido recopilar datos y hacer observaciones, que pueden reportar algún
beneficio a muchos infelices compatriotas nuestros. Esos hechos y esas
observaciones las he trascripto con esa intención en esta carta. Que si yo me hubiese
equivocado en apreciarlos y hubiese cumplido una obra inútil, ante ti como
también ante todos los buenos:
Que me valga el prolongado estudio y el gran amor.[125]
"Emigración interna, política,
agrícola-comercial"
658.
La emigración de un pueblo civilizado puede ser interna, política
y agrícola-comercial o de infiltración.
Por emigración interna yo no entiendo ese flujo y reflujo de
población que se mueve periódicamente a causa de las diferentes necesidades de
la vida civil e individual en un determinado territorio, sino más bien entiendo
una verdadera y propia colonización, dentro de los confines de la patria, de
tierras incultas que pueden abundar en una región y escasear en otra.
Lo que signifique y como se efectúe la emigración y la
colonización política es conocido por todos, es decir: dar a la patria una
extensión más amplia, ensanchando los confines de la bandera nacional, bajo la
égida de las leyes patrias y donde la religión, la lengua, las costumbres, en
fin, todo lo que forma la conciencia religiosa, civil y patriótica de un pueblo
sirva para mantener vivo, también en los lejanos descendientes, el pensamiento
y el afecto hacia la patria de los padres (...).
Las colonias agrícolas-comerciales o de infiltración son aquellas
que aspiran a establecer en otros países núcleos de población de una
determinada nacionalidad, que ejerzan el comercio, la industria y la
agricultura y vivan entre pueblos extranjeros, sin perder el propio carácter
nacional. Fue la manera de emigración y colonización preferida por nuestras
gloriosas repúblicas marineras (...).
La colonización interna para muchos parece la forma idealmente
bella de la emigración, utilísima y, para todos nosotros, de fácil actuación.
Ellos no saben comprender cómo el Gobierno todavía no se ha
decidido a adoptar este sistema que debe hacernos ricos y poderosos,
intensificando nuestra población, dando al trabajador el pan cotidiano
abundante (...).
Y por lo tanto que se haga: se colonice el interior, se quite al
paludismo tanto territorio italiano, se haga más intensa y por lo tanto más
remunerativa la agricultura; todo lo que se haga en este aspecto será cosa
óptima, sin embargo no nos hagamos ilusiones; colonicemos dentro de los límites
posibles, pero, para evitar desengaños, convenzámonos que la cosa no es fácil,
como parece a primera vista, y que ciertamente no es posible en la medida que
requeriría el rápido aumento de nuestra población. [126]
"A Italia no le queda más que la
tercera forma de emigración"
659.
Las colonias políticas son otra de las formas con que los pueblos
civilizados cumplen sus funciones migratorias, quizás aquella que encierra
mayor número de intereses y estimula mayormente el amor propio nacional. La
gran actividad y celosos cuidados desplegados en nuestros días por varias
Potencias para defender sus antiguas posesiones coloniales y para adquirir
nuevas, son el comentario más elocuente de esta afirmación mía.
Pero desafortunadamente para nuestro País la esperanza de una
amplia colonización política fue arrollada y postergada hasta quien sabe cuando
por los desastres africanos, cuyo recuerdo entristece a todos los corazones
italianos.
Estas cifras y consideraciones nos llevan a concluir que a Italia,
al menos por ahora, no le queda más que la tercera forma de inmigración: es
decir, esparcir en otros pueblos y en territorios ajenos la sobreabundancia de
su población; forma más humilde que las otras dos, pero más conformes con sus
necesidades inmediatas. Las funciones migratorias por lo tanto, como se cumplen
entre nosotros, responden a las actuales necesidades políticas, territoriales y
económicas de nuestro País y no superan su potencia reproductora y como tales
tienen el carácter de fenómenos permanentes, y son fuentes de bienestar
individual y colectivo. Mas, ¿cuáles son las garantías que la ley otorga a una
emigración semejante?
¿Cómo ejerce el Estado su deber de tutela moral y material del
emigrante? ¿Cómo lo ejercemos nosotros, clases dirigentes? [127]
"Una Ley aunque sea buena no
basta"
660.
Una ley aunque sea buena no basta a fin de que el hecho general y
complejo de la emigración responda a los nobles fines sociales al que fue
destinada por
"Nuestros emigrados son los menos
tutelados"
661.
De la ya muchas veces citada estadística, de relatos particulares
y de hechos mencionados paso a paso por los diarios, observo que nuestros
connacionales en el exterior son los menos tutelados, que con frecuencia son
víctimas de infames especulaciones sea por ignorancia, sea por buena fe, y son
aquellos que menos se preocupan de recurrir en sus necesidades, o para hacer
valer sus razones, a las autoridades consulares; todas estas son cosas que
pueden derivar muy bien del espíritu de independencia o por no estar
acostumbrado el italiano a ver en el Gobierno de su país un tutor válido y
natural, lo que puede ser también grave indicio de desconfianza, derivada del
habitual descuido o impotencia de las autoridades, de tal manera que nuestros
connacionales hayan encontrado mejor cosa resolver solos sus problemas, antes
que esperar el tardío e ineficaz patrocinio de la patria lejana.
Con esta observación yo no tengo intención de reprochar a nadie, y
mucho menos a una entera clase de funcionarios muy honorables, que yo quiero
creer celosos de su deber y conscientes de la alta misión de la que están
revestidos, sino simplemente constatar un hecho y deplorarlo. Ahora bien, dadas
estas condiciones de cosas ¿qué providencias se han tomado o sólo intentado
para mejorarlas? Lo digo francamente, si bien con dolor: de parte del gobierno
se ha hecho muy poco y por los particulares nada. De vez en cuando, cuando
algún acontecimiento triste llega a conocimiento del público hay un poco de
agitación, alguna interpelación en
Así se ha seguido año tras año, como si no hubiese nada que hacer
por los hermanos lejanos, aparte de muchas palabras inútiles, condimentadas con
un poco de retórica tanto para engañar al que espera y para distraer la
atención de quien, obedeciendo a las más nobles aspiraciones de la vida humana
y de la caridad cristiana, quisiera poner el hierro y el fuego saludable en la
llaga gangrenosa de la sociedad moderna, el egoísmo (...).
Ab Jove principium: mas el Gobierno tiene muy pocos hechos para
registrar al respecto que verdaderamente lo honren, tanto que se ha radicado en
los ánimos de todos la opinión que los menos protegidos de los emigrantes son
los italianos (...).
En el Gobierno y el Parlamento se ha discutido ampliamente sobre
esta cuestión vital; pero las interpelaciones de algún Diputado y relativos
proyectos de ley y las acostumbradas respuestas ministeriales, y las circulares
a los intendentes, y los artículos de diarios no oficiales, son remedios
ineficaces y dejan la situación como está, cuando no se conviertan en sabias
leyes (...).
Entresacando datos de los actos parlamentarios, de los archivos de
las prefecturas y de los diarios, sería fácil reunir sobre la inmigración en
general datos, hechos y cifras muy elocuentes, alguna medida temporal eficaz,
muchas observaciones utilísimas, pero se buscaría en vano en nuestro código una
ley, o en el país una institución, que insinúen haber atesorado esos hechos,
esas cifras, esas observaciones.[129]
“Desmedida especulación de los
enroladores”
662.
Interroguemos la sabiduría legislativa de los pueblos, que han
hecho una experiencia más amplia que nosotros en materia de emigración. Veremos
que, o no admiten la actuación del agente enrolador o lo circundan de mayores
cautelas que en el proyecto de ley italiano. Y observa, amigo, que el emigrante
inglés, francés, portugués, español deja el propio país en condiciones mucho
mejores que en el nuestro, sabiendo que encontrará del otro lado de los mares,
en las extensas posesiones de su país, grande y viva la imagen de la patria en
la religión, en la lengua, en las leyes. Por lo tanto, esos gobiernos podrían,
aún sin faltar a sus deberes de tutela y de previsión, conceder plena libertad
de enrolamiento, ya que aquellas no son para ellos actividades perdidas o
indignamente explotadas, sino que es una circulación beneficiosa que reafirma
su potencia y aumenta su riqueza. ¡Qué diferentes son las condiciones de
nuestros emigrantes!
Ellos, por la desmedida especulación de los enroladores, con
frecuencia son enviados a lugares donde el aire apestado mata, o empleados en
tareas degradantes, ya que el negocio para el agente prospera a medida que aumenta
la escasez de los brazos y la dificultad para el enrolamiento: y la falta de
mano de obra, ya sea para bonificar terrenos, ya sea para cumplir trabajos
públicos, se verifica allá donde la muerte diezma las filas de los
trabajadores, y el terror, alejando a los sobrevivientes, hace de tal manera
que sean necesarias siempre nuevas víctimas que ignoran el peligro. En todas
las catástrofes de similar naturaleza el elemento italiano está siempre
representado ampliamente, demasiado ampliamente, para que no se provea de una
buena vez a este supremo deber de un Gobierno fuerte y respetado: la eficaz
protección de los infelices expatriados de las insidias y de la prepotencia.[130]
"El nuevo proyecto de ley sobre la
emigración"
663.
Señores, hagamos votos y usemos toda nuestra influencia, para que
el nuevo proyecto sobre la emigración, presentado por el Venerable Visconti
Venosta y aceptado por el Honorable Canevaro, actual Ministro del Exterior,
obtenga pronto la aprobación del Parlamento. Se quitarán así graves abusos en
perjuicio de los emigrantes y se colmará una laguna llena de insidias de
nuestra legislación.
Otro próvido proyecto de ley, cuya sanción no debería ser
retardada más por el Parlamento, es aquel presentado por el Honorable Luzzatti,
ex-Ministro del Tesoro, en acuerdo con sus colegas Rudiní, Visconti Venosta,
Sineo y Branca: Sobre la tutela de las remesas y de los ahorros de los
emigrados italianos en las dos Américas.
En el abundante informe que precede ese proyecto de Ley, están
enumerados los hechos y las formas por los cual los ahorros fruto del sudor y
durante mucho tiempo atesorados por nuestros compatriotas en el exterior, son
siempre diezmados a causa del cambio y la transferencia, por obra de ávidos y
con frecuencia deshonestos seudobanqueros. Desafortunadamente esos pobres
ahorros con frecuencia se pierden enteramente en uno de esos actos de pillaje
bancario frecuentes allá (donde cualquiera puede improvisarse banquero, aún sin
capital efectivo) y que consiste en vaciar la caja y emprender vuelo hacia otro
país. ¡Solamente en un año y en una sola ciudad de Norte América, se
verificaron cuatro de esas fugas y los ahorros perdidos por nuestros pobres
emigrantes en conjunto alcanzaban el monto de L. 200.000!
Bastarían algunos de estos hechos, y hay centenares, para
justificar y dar carácter de urgente a la medida legislativa excogitada por el
insigne estadista de Padua, que corta en limpio desde las raíces todo el
parasitismo que vive y engorda con los ahorros ajenos, especulando indignamente
sobre la ignorancia y buena fe de los trabajadores.[131]
"La obra de las clases
dirigentes"
664.
Para sanar las llagas que afligen a la emigración italiana las
leyes no son suficientes, porque algunas de esas llagas son inherentes a la
naturaleza misma de la emigración, otras derivan de causas remotas que escapan
al control de las leyes, y aún con las mejores leyes del mundo y con sus
agentes numerosos y perfectos, no se llegaría a extirpar esos males. Además,
todos saben que los gobiernos y sus agentes están vinculados por prácticas y
resguardos internacionales, por lo que ciertas medidas o no pueden usarlas, o
usándolas, no harían más que agravar las llagas que se quieren curar.
Es aquí donde debe comenzar la obra de las clases dirigentes, aquí
donde la de las leyes y del gobierno termina. ¿De qué modo? Primero estudiando
y discutiendo el gran problema de la emigración, luego asumiéndolo (y este es
un ruego que dirijo a los jefes del movimiento católico), lo repito,
asumiéndolo como parte viva de la acción de los comités regionales, diocesanos
y parroquiales, en lo que se refiere al bien religioso, económico y civil de
tantos desventurados hermanos nuestros, reuniendo para su beneficio ayudas
también materiales, disuadiendo la emigración cuando se la reconoce desastrosa,
defendiéndola de los acechos y de los contratos dolosos, circundándola de todas
esas ayudas religiosas y civiles que favorecen para hacerla fuerte contra los
enemigos, compacta y casi invencible, ya que la seguridad de cada uno en este
caso se convierte en seguridad de todos.[132]
"Hacer menos amargo el exilio para
nuestros hermanos"
665.
Es hermosa, Señores, la causa por la cual han sido convocados
aquí. Ella es digna de toda nuestra atención, porque es digna de la atención de
todos los hombres inteligentes y de buen corazón.
Se trata de tutelar y dirigir en la mejor forma posible nuestra
emigración; de hacer menos amargo el exilio para nuestros hermanos expatriados;
de orientar para beneficio de nuestra Italia una fuerza que se pierde con
demasiada facilidad.
El que ama con amor verdadero a la religión y a la patria no puede
no sentir la necesidad de asociarse a esta obra y de consagrar a ella, aún
modestamente, sus fuerzas.
Dejemos para otros el estudio del fenómeno migratorio en su rica
variedad de formas. Que la emigración sea un derecho natural inalienable, como
afirma el estadista; que sea fuente de bienestar para el que parte y para el
que se queda, como proclama el sociólogo; que sea el natural desenvolvimiento
de las cosas o el progresivo perfeccionamiento de las razas, como sostiene el
filósofo; todo eso poco interesa para nuestro caso. Hay que llegar, de una vez
por todas, a algo práctico. Y práctico quiere ser este congreso nuestro,
Señores, una reunión amigable y familiar; no una academia. ¡Lejos por lo tanto
la retórica! Pensamos que los males que afligen a nuestra emigración son
innumerables y urge tomar medidas.
Esos males escapan al control de las autoridades, porque en gran
parte escapan al de la ley. Es necesario que a una y a otra supla la acción de
los particulares.
Por lo tanto, manos a la obra, Señores. Tenemos a nuestro alcance
una causa que tiene consigo la bendición de los hombres y de Dios. Sepamos
sacar provecho de eso. Empeñémonos por estrechar siempre más los vínculos de
esa solidaridad fraternal que da fuerza a los débiles y hace invencibles a los
fuertes. [133]
"La cooperación de los laicos"
666.
La propuesta referente a los emigrantes temporarios, merece sin
dudas la más elevada aprobación, pero yo no quisiera que, por demasiado celo de
los amigos, corriese el riesgo de adquirir el aspecto de una cosa política. Si
eso puede beneficiar un poco por un lado, puede hacer no poco daño por el otro.
A buen entendedor pocas palabras. Yo hubiese querido que Usted actuara
solo, Usted solo, de acuerdo con Roma, sin ligarse con personas que, aunque
sean óptimas y hagan cosas buenas, tienen siempre en su contra prevenciones y
muchas. Hablo desde el punto de vista político, se entiende.[134]
667.
Tampoco yo desdeño la cooperación de los laicos, sin embargo en
las cosas estrictamente religiosas, no amo a los laicos iniciadores, porque
difícilmente se despojan de los fines secundarios, principalmente políticos.
¿No se gritó tanto contra los Obispos con sombrero de copa? Amo la equidad y la
coherencia con todos. Cuánto más avanzo en los años más me convenzo que el
verdadero bien se hace cuando cada uno mantiene su lugar.[135]
"Un comité laico bajo la vigilancia
de un Obispo"
668.
Me permito enviar a Su Excelencia Revma. la copia de un humilde
trabajo mío sobre la emigración italiana, como pequeño testimonio de la
vivísima estima que tengo hacia usted. Sé que este tema le interesa mucho,
espero por lo tanto de su inteligente laboriosidad una ayuda valedera al
respecto.
La idea fue recibida, se puede decir, con entusiasmo en todas
partes, y ya un número de personas muy distinguidas del clero y del laicado se
me han ofrecido para constituir un comité apto para reunir medios, rogándome que
asuma su dirección.
Estoy convencido, apreciado Monseñor, que se debe poner buena cara
a esas disposiciones de ánimo y colocarse rápido manos a la obra para no
dejarnos anticipar por otros. Un comité laico bajo vigilancia de un Obispo a
las órdenes de
Urge ante todo liberar a nuestros emigrantes de las manos de los
agentes de especulación, que lanzan tantas pobres almas, especialmente de niñas
y niños, a la perdición. Para obtener ese objetivo me parece indispensable la
ayuda del brazo secular, al que podrá recurrir más libremente y con mayor
esperanza de ser escuchado en un comité laico, o casi; que en un comité
eclesiástico.
Me parece además que el proyecto laico, referente al aspecto
humanitario, debe mantenerse separado del proyecto eclesiástico referente al
aspecto religioso; aquel, como dije, debería disponer todo el trabajo preparatorio
y los medios para facilitar la actuación de este.
De acuerdo con el eximio Obispo de Cremona, quien también entraría
a dirigir el comité general, yo estoy dispuesto a abrir una casa para los
sacerdotes, que Dios inspirará para que se dediquen a esta obra de caridad.
Aquí en Piacenza, no dudo, me ayudarán con los medios materiales
las personas que formarán parte del comité y las adherentes, confiando más que
nada en la providencia de Dios.
El proyecto de Propaganda encontrará así abierto el camino y no
naufragará, como es de temerse si, confiado a pocas personas eclesiásticas,
encontrara tropiezos y oposiciones.[136]
"Una Asociación de patronato al mismo
tiempo religiosa y laica"
669.
Las necesidades que sufren nuestros emigrantes se pueden dividir en
dos clases: morales y materiales y yo quisiera que surgiese en Italia una
Asociación de patronato, que fuese al mismo tiempo religiosa y laica, de tal
manera que respondiese plenamente a esa doble necesidad. Observando la cuestión
desde el lado religioso, el campo que se presenta para la acción es muy vasto;
mas no es menos vasto si se la considera desde el lado económico.
Efectivamente, la tarea de dicha Asociación tendría que ser, como
ya lo indiqué, el de proveer a los intereses espirituales y materiales de los
pobres, que abandonan el suelo natal para atravesar el océano; por lo tanto:
1.- Sustraer a los emigrantes de las especulaciones vergonzosas de
ciertos agentes de emigración, que, con tal de obtener ganancias, arruinan
material y moralmente a los infelices que caen en sus redes;
2.- Instituir una oficina que prepare lo necesario para la
colocación de los emigrantes, una vez desembarcados en los puertos de América,
de tal manera que toda vez que un italiano se dirigiese a
3.- Proveer socorro en caso de desastre o de enfermedades, ya sea
durante el viaje, ya sea después del desembarque;
4.- Entablar una guerra implacable, se me permita la expresión, a
los traficantes de carne humana, que no rehuyen recurrir a los medios más
sórdidos, turpis lucri gratia;
5.- Proveer la asistencia religiosa durante la travesía, después
del desembarco y en los lugares donde los emigrantes irán a establecerse.
Con respecto al primer punto yo quisiera que
Ante todo deberían fundar comités en todos los puertos principales
del Reino y también en los países extranjeros, donde se embarcan, para
recibirlos, vigilarlos, aconsejarlos, protegerlos, ayudarlos. Otros comités
deberían ser fundados en los puertos donde se dirige la emigración italiana,
para impedir que allí se renueven los inconvenientes y los peligros, que se
encuentran con mucha frecuencia en los puertos de embarque.
Para poner en práctica el segundo punto sería necesario que
El tercer punto tiene también mucha importancia y está
estrechamente relacionado con los dos precedentes.
El cuarto punto se refiere a la enérgica represión de la trata de
blancos. Para hacer algo práctico en este sentido
Como ya hice notar, hoy sucede, efectivamente con demasiada
frecuencia que agentes de emigración sin conciencia y sin corazón, engañen a
las familias y lleven a pobres jóvenes que destinan a la ruina moral y al
deshonor.
De estos casos verdaderamente lamentables, suceden, se puede
decir, todos los días. La prensa pública que se ocupa con tanto interés de
chismes irrelevantes de las crónicas ciudadanas, calla estos delitos
abominables, los ignora o finge ignorarlos. Es necesario, por lo tanto, que una
Asociación que está destinada a proteger a los emigrantes, se preocupe de
combatir abierta y constantemente este tráfico inicuo y, cuando no pueda actuar
sola, recurra a la fuerza pública y en reuniones importantes se apele a la
conciencia popular, denunciando los abusos y los horrores que se cometen contra
las leyes divinas y humanas. [137]
"Obra de redención religiosa
patriótica y económica".
670.
Fue entonces que, confiando en Dios y en su Providencia, me atreví
a intentar algo. Y ya que las desdichas de nuestra emigración, a parte de las
muchas inherentes a la emigración en sí misma, derivan del abandono en el que
se la ha dejado, se resumen en estas: pérdida de la fe por falta de instrucción
religiosa, olvido de la nacionalidad por falta de estímulos que mantengan vivo
este sentimiento, ruina económica por ser presas fáciles de la especulación;
fundé dos sociedades que se ocupen de disminuir y destruir, si fuera posible,
esos males. Dos sociedades, una formada por sacerdotes y otra por laicos, una
religiosa, otra civil; dos sociedades que se ayudan y complementan
recíprocamente. La primera es una Congregación de Misioneros que tiene como
objetivo principal el bienestar espiritual de nuestros emigrados, la segunda
principalmente su bienestar material. Aquella alcanza su objetivo fundando
Iglesias, escuelas, orfanatos, hospitales por medio de sacerdotes unidos como
en una familia con los votos religiosos de castidad, de obediencia y de
pobreza, dispuestos a volar dondequiera son enviados, apóstoles, maestros,
médicos, enfermeros, según las necesidades. Ésta disuadiendo la emigración,
cuando sea desatinada, vigilando la obra de los agentes, para que no pase los
límites de la legalidad, aconsejando a los emigrantes y orientándolos hacia el
buen camino, cuando no pueden hacer otra cosa.
Empresa ciertamente colosal para cualquiera, pero más para mí,
Señores, desprovisto como estoy de medios y de capacidad para ese fin. Yo
pensaba - y la experiencia confirma mi pensamiento - que nuestra indiferencia
era debida a la falta de iniciativa, y a la ignorancia del estado de las cosas
y, si se quiere, al haber perdido nuestra patria la costumbre de ciertas obras,
más que a la falta de buena voluntad: pensaba, que si una voz inspirada
solamente en los sentimientos de Religión y de patria se hubiese levantado a
despertar a los somnolientos o a los negligentes, no habría resonado en el
desierto; pensaba que una voluntad resuelta contra tantos males habría
encontrado almas también resueltas a luchar: pensaba que Italia que da
Sacerdotes heroicos a las Misiones, que llevan la luz del Evangelio y de la
civilización en las regiones más inhóspitas y llaman a los pies de
"La sola fundación de un Instituto
eclesiástico habría resultado insuficiente."
671.
La sola fundación de un Instituto eclesiástico habría resultado
insuficiente a las previdencias necesarias para la completa asistencia de
nuestra emigración (...).
Era mi intención constituir una Asociación, más o menos parecida a
la que surgió en 1868 en Alemania, presidida por el Príncipe Isemburg-Birnstein
y mancomunada con el nombre de Raphaëls Verein. El objetivo de la misma es
defender, con un sistema de protección bien organizado, a los emigrantes de los
numerosos peligros que los circundan apenas abandonan el país natal.
Mi iniciativa encontró aliento y ayuda en la acción eficaz de un
considerable grupo de personas que están muy cerca mío; y el año pasado he
constituido aquí en Piacenza el Comité Central de
Con la colaboración también de personas residentes en otras
ciudades de Italia se redactó un Estatuto provisorio, en el cual fueron establecidos
la índole de la asociación y el objetivo de la misma.
Este consiste en dar oportuna orientación y beneficiar a los que
han decidido expatriar, mediante adecuadas informaciones acerca de los países
más idóneos para la emigración por la fertilidad del suelo, por la facilidad
para encontrar trabajo, por la oportuna asistencia religiosa y civil; en
prestar gratuitamente sus servicios a los emigrantes en los puertos de
embarque; en recomendarlos a los Comités nacionales constituidos en los países
transoceánicos y especialmente al delegado o correspondiente que los recibe en
el puerto de desembarco y que recomienza con ellos en tierra extranjera la
misma obra de caridad, convertida más que útil, en necesaria por los nuevos
peligros a los que se hallan expuestos.
El Comité de Génova, que ostenta en su jefatura al digno Marqués
Victorio Del Carretto de Balestrino, comenzará antes del fin del corriente año
a ejercer su acción de eficaz asistencia en favor de los emigrantes que zarpan
de ese principalísimo puerto italiano. Y para ese objetivo ha deliberado la
apertura de una oficina especial de asistencia y de informaciones, frente a la
cual está encargado un delegado suyo.
Además ha previsto para que desde el próximo enero de 1892 se
celebre una función religiosa especial en
"Comités en las regiones que
proporcionan el más amplio contingente a la emigración".
672.
Aquí en Italia, además del Comité Central y de los constituidos y
por constituir en los puertos de embarque, era necesario fundar otros en los
centros más importantes, especialmente en las regiones que proporcionan el más
amplio contingente a la emigración, que reúnan adherentes y coadjutores, con el
fin de que la acción de tutela pueda ejercerse verdaderamente en beneficio de
aquellos que tienen mayor necesidad.
Y a ello dirige principalmente sus cuidados el Comité Central, al
que he dado vida en el pasado y me propongo coadyuvar en lo sucesivo con
conferencias especiales dedicadas a dar a conocer la índole y la naturaleza de
la obra. En el pasado invierno le hablé al público bueno y cortés de Génova,
Roma, Florencia, Turín y Milán; y surgieron así Comités en estas últimas cuatro
entre las principales ciudades de Italia, mientras que en Génova ya se había
formado en el pasado 1890. El Comité de Roma, además de la tarea, como los
demás Comités, de reunir los medios pecuniarios indispensables, tiene también la
función de ser instrumento de comunicación, para todo lo que pueda interesar a
Aceptaron honrar respectivamente los Comités de Milán y de
Florencia con el nombre y con la autoridad que les confiere la elevada función
que ocupan en
Este último se dignó asumir personalmente la presidencia del
Comité Florentino, mientras que el presidente efectivo del Comité de Milán es
uno de los representantes de esa antigua aristocracia piamontesa que tantos
servicios prestó a la patria en las empresas de guerra y en el ordenamiento
civil, el general Thaon de Revel. El Comité de Turín también está presidido por
un patricio que lleva dignamente un nombre querido y honrado, el Barón Antonio
Manno.
Otros Comités están todavía en forma embrionaria y están por
constituirse en Treviso, Brescia, Cremona, Bérgamo, Lucca y otros lugares.[140]
"Las atribuciones de los Comités
locales"
673.
Las atribuciones de los Comités locales estarán determinadas en
forma más particular en el Estatuto definitivo sometido a las deliberaciones de
un Congreso de los representantes de los Comités ya constituidos o en proceso
de formación, que se llevó a cabo en Piacenza en el mes de Setiembre de este
año y cuyas disposiciones está coordinando actualmente el Comité Central según
el mandato recibido.
Conociendo el pensamiento del Comité Central, puedo afirmar que es
su deseo que los Comités en las diversas provincias sean como intermediarios y
medios para una más rápida y fácil comunicación entre él, en el cual se
concentra el servicio de información, y los emigrados; y todo esto mediante
delegados y subdelegados diseminados en todas las tierras que proveen
contingentes a la emigración.
Es necesario que los emigrantes conozcan los países de inmigración
en su verdadero aspecto; pero es necesario también que cada uno de ellos reciba
consejos según su condición personal y la de su familia. Ahora bien,
multiplicando los Comités, y, por intermedio de los Comités, los delegados y
subdelegados (tarea que en el campo pueden asumir los Párrocos, los maestros, los
secretarios municipales, etc.) cada inmigrante encontrará cerca suyo una
persona de confianza que podrá aconsejarlo con perfecto conocimiento de causa.
Los delegados y subdelegados a su vez, mediante los Comités y estos por medio
del Comité Central, reciben o piden instrucciones, noticias, informaciones
extraídas de las fuentes más seguras y especialmente por medio de los
Misioneros establecidos en América, en forma de poder certificar la
autenticidad de la verdad. Además de esto los Comités proveen para obtener a la
obra el suministro de los medios indispensables, coadyuvados en esto por
Comités compuestos por señoras entre las más distinguidas, como en Turín, en
Milán etc. [141]
"La asociación necesita el apoyo de
todos"
674.
Para alcanzar los beneficiosos resultados que espera,
Conviene que ellos se conviertan en adherentes y cooperadores, con
el óbolo modesto o con la prestación personal, de la obra del patronato;
conviene que le den su apoyo moral o material y que difundan la noticia.
Una obra tan amplia, difícil y compleja no exige solamente un
trabajo perseverante, una abnegación a toda prueba por parte de sus jefes; ella
debe además disponer de recursos proporcionados.
Tengo la firme confianza de que este llamado será escuchado. [142]
"Ha sido fundada
675.
Ha sido fundada desde hace dos meses
El artículo primero de su Estatuto indica cuáles son los
objetivos, a saber:
a) Asistir a los Italianos inmigrantes en su primera llegada a
América y procurar que no caigan en manos de gente deshonesta.
b) Asegurar a los mismos, en lo posible, empleo y trabajo.
c) Vigilar para que no les falte la asistencia religiosa después
del desembarco y en los lugares a donde irán a establecerse.
d) Proveer a la brevedad una casa donde puedan ser alojados los
emigrantes pobres, los niños y las niñas hasta que sean ubicados o entregados a
sus parientes.
El artículo sexto y último establece que
Así la obra comenzada en Italia se completa en el nuevo Continente
y continúa acompañando al emigrante a los Estados Unidos, adonde solamente,
entre las diversas regiones americanas hacia las cuales se dirige la emigración
nacional, se ha podido hasta aquí organizar práctica y eficazmente su
asistencia y la protección. [143]
"Asistencia desde el puerto de Génova
hasta los puertos de América"
676.
Una de las grandes necesidades de nuestros emigrantes era la de
procurarles asistencia en el puerto de embarque en Génova. Aquella pobre gente
era tratada allí como mercancía despreciable y peor todavía. También allí hablé
en público sobre la obra de San Rafael, me parece que en 1888, y ese venerable
Arzobispo que era Mons. Magnasco, y el inspector del puerto, el Cav. Malnate me
rogaron con lágrimas en los ojos que enviara a Génova algún misionero para que
se ocupara de esos infelices, traicionados en forma inicua, y explotados en
todas las maneras.
Apenas me fue posible satisfice ese santo deseo, que era también
el mío, e instalé allá una casa. El bien que obran allí los misioneros es
increíble. Ellos por esto, más que nada para hacer desaparecer tantos abusos y
tantos engaños, debieron, es cierto, exponerse a la ira de los interesados y de
los diarios masónicos; pero, con la gracia de Dios, triunfaron en todo. Ahora
su obra es valorada universalmente, y el nombre del P. Maldotti, el primer
misionero enviado a Génova, es bendecido por todos.
Apenas se conoció la institución de los Misioneros de San Carlos y
la obra de San Rafael para nuestros connacionales emigrados, me escribieron
desde diversos puntos de Italia, señalando la gran necesidad de proveer a la
asistencia de los emigrantes durante la travesía del mar. Yo hice al respecto
un llamado a varias sociedades de navegación pidiendo el viaje de ida y vuelta
gratis para los sacerdotes que quisieran prestarse para una obra de tanta
caridad; sin embargo una sola,
Una mención especial merece
[1] La emigración italiana en América, Piacenza l887, págs. 3-6.
[2]1ra. conferencia sobre emigración (AGS 5/3), llevada a cabo en Roma el 8-2-1891
[3] Ibid.
[4] La emigración italiana en América, Piacenza 1887, págs. 7-8.
[5] Ibid., págs. 8-l0.
[6] El proyecto de ley sobre la emigración italiana, Piacenza l888, págs. 8-11. El opúsculo tiene como subtítulo: "Observaciones y propuestas de Mons. Giovanni Battista Scalabrini obispo de Piacenza" y está dirigido "al honorable Pablo Cárcano, Diputado del Parlamento Nacional", antiguo compañero de escuela del Autor, que intenta en vano contrastar el lanzamiento de la ley de 1888, más favorable a los propietarios de tierras que a los emigrantes.
[7] Ibid., págs. 32-33.
[8] Italia en el Exterior, Turín 1899, págs. 10-11 (Conferencia llevada a cabo en Turín en setiembre de 1898). "Simún" es el viento violento y tórrido del desierto sahariano.
[9] La emigración italiana en América, Piacenza 1887, págs. 29-31
[10] La emigración de los obreros italianos, Ferrara, 1899: es el título
convencional de
[11] Ibid.
[12] La emigración italiana en América, Piacenza l887, págs. 45-46
[13] La emigración de los obreros italianos, Ferrara 1899
[14] Primera conferencia sobre la emigración. AGS 5/3.
[15] Italia en el exterior, Turín, 1899, págs. 7-8.
[16] Discurso en el Catholic Club de New York, 15.10.1901 ("El Heraldo Italiano - The Italian Herald", New York, 24.10.1901, pág. 1).
[17] Ibid.
[18] Ibid.
[19] Discurso en Curitiba, Brasil, 28(?)-8-1904. (AGS 3018/3).
[20] La emigración italiana en América, Piacenza, l887 pág. 50.
[21] Ibid., pág. 53.
[22] La emigración de los obreros italianos, Ferrara 1899
[23] El diseño de ley sobre la emigración italiana, Piacenza 1888, págs. 47- 48.
[24] La emigración italiana en América, Piacenza 1887, págs. 47-48.
[25] La emigración de los obreros italianos, Ferrara 1899
[26] La emigración italiana en América, Piacenza 1887, págs. 21-22
[27] Carta al Card.Simeoni, 4.4.1889, (AGS 3/4)
[28] La emigración italiana en América, Piacenza 1887, págs.28-29.
[29] Italia en el exterior, Turín 1899, pág. 23
[30] La emigración italiana en América, Piacenza l887, págs. 53-54
[31] El diseño de ley sobre la emigración italiana, Piacenza 1888, págs. 51-52.
[32] A los Misioneros para los italianos en las Américas, Piacenza l892, págs. 11-l2.
[33] Carta a Mons. J. Ireland, 12.3.1889 (AGS 3/1) (traducida del francés).
Mons. Ireland, arzobispo de St. Paul, Minnesota, fue el principal interlocutor
estadounidense de
[34] Carta a Mons. M.A. Corrigan, 27-2-l888 (Archivos diocesanos de
Nueva York). El Arzobispo de Nueva York fue el primero en solicitar el envío de
misioneros scalabrinianos en América. P. Marcelino Moroni había sido enviado
por Scalabrini a Nueva York para preparar la llegada de los primeros
misioneros.
[35] Carta a P. J. Marchetti 26-l2-l884 (AGS 3023/2). "
[36] Carta al Card. G. Simeoni, 4-9-l889 (AGS 3/1).
[37] Memorial sobre la necesidad de proteger la nacionalidad de los emigrados - A León XIII - Borrador de l89l (AGS 30l4/l). En marzo de l89l Scalabrini fue encargado por León XIII de desarrollar un memorial "sobre la necesidad de proteger las varias nacionalidades" de los emigrados. El memorial fue escrito por el Marqués G. B. Volpelandi, inspirado, o quizás dictado, por Mons. Scalabrini.
[38] Ibid.
[39] Ibid.
[40] Ibid.
[41] Ibid.
[42] "El progreso Italo-Americano", 7.8.l901, pág. 1.
[43] Carta a los italianos de Boston, 28.10.1891, cit. por V. Gregori, "Veinticinco años de Misión entre los Inmigrantes Italianos de Boston", Mass., 1888-1913, Milán 1913, pág. 246
[44] Carta al Card. A. Agliardi, 1898 (AGS 3020/2).
[45] Carta a E. Schiaparelli, 30.1.1888 (AGS 2/1). El egiptólogo Ernesto Schiaparelli era secretario de
[46] Carta al Cardenal G. Simeoni, 12.10.1890 (AGS 4/1). El Cardenal respondió afirmativamente.
[47] Carta al Card. M. Ledóchowski, l7.2.1902, (AGS 9/2). El Card. Miecislao Ledóchowski sucedió al Card. Juan Simeoni como prefecto de Propaganda Fide.
[48] Carta a Pío X, 22.7.1904, (AGS 3019/3).
[49] Carta a un comité italiano en Nueva York, l0.12.1890. (AGS. 3023/2). El Hospital Cristóbal Colón fue abierto por P. Félix Morelli y luego adquirido por S. Francisca J. Cabrini.
[50] Carta al Cardenal J. Simeoni, 16.2.1887 (AGS 1/1).
[51] Carta a Pío X, 22.7.1904 (AGS 3019/3).
[52] Carta al Card. R. Merry del Val, 05.05.1905 (AGS. 3020/1). El texto integral del memorial fue publicado por M. Francesconi, cs.: "Un Proyecto de Mons. Scalabrini para la asistencia religiosa a los emigrados de todas las nacionalidades", "Studi Emigrazione", Nros. 25-26, marzo-junio 1972, págs. 185-203.
[53] Carta al Card. Merry del Val, 17.05.1905 (AGS. 3020/1).
[54] Carta al Cardenal G. Simeoni, 11.01. 1887 (AGS. 1/1). El sacerdote ex-discípulo de Scalabrini era el P.Francisco Zaboglio, primer vicario general de los misioneros scalabrinianos.
[55] Carta al Card. G. Simeoni, 16.02.1887 (AGS.1/1).
[56] Carta a León XIII, 13.06.1887 (AGS 1/1). Scalabrini presenta al Papa su primer opúsculo sobre la emigración: "La emigración italiana en América", impreso en Piacenza en junio de l887.
[57] Carta al Card. G. Simeoni, 21.09.1887 (AGS.1/3). Mons. Domingo Jacobini, luego cardenal, era Secretario de Propaganda Fide.
[58] Informe sobre
[59] Reglamento de
[60] Carta al Card. G. Simeoni, 16.12.1887 (AGS 1/5). La primera sede provisoria de los scalabrinianos fue un local del
edificio parroquial anexo a
[61] "De la asistencia a la emigración nacional y de los Institutos
que se ocupan de ella", Piacenza 1891, págs. 4-10. Las "hermanas
salesianas del Sagrado Corazón" eran las fundadas por
[62] Informe de la obra de los Misioneros de San Carlos para los emigrantes
italianos, 10.08.1900 (AGS 7/5).
[63] Ibid.
[64] Carta al Padre P. Colbachini, 15.02.1899 (AGS
3023/22). La historia de la fundación de las Hermanas
Misioneras de San Carlos Borromeo (Scalabrinianas), aparece complicada, porque
la documentación presenta vacíos. Aquí y en otras partes Scalabrini habla de
"algunas circunstancias providenciales" que lo llevaron a la
fundación de las Religiosas. Una le fue ofrecida por las Apóstoles del Sagrado
Corazón de Jesús, próximas a la quiebra, y a las que pocos días antes de
escribirle a Colbachini el obispo propuso de "salvarlas" con tal que
se dedicaran a los emigrados. Sin embargo, la "circunstancia" más
importante y determinante fue la iniciativa de P. José Marchetti, que presentó
a Mons. Scalabrini a su hermana, Madre Asunta Marchetti, a la mamá Carolina y a
otras dos jóvenes. Las cuatro, destinadas al Orfanato Cristóbal Colón de San
Pablo en Brasil, emitieron los primeros votos privados en las manos de Mons.
Scalabrini, que las "envió" a Brasil, les entregó el velo y les dio
las indicaciones para las primeras Constituciones el 25 de octubre de 1895.
Esta es la fecha de la "fundación moral" de las Religiosas
Scalabrinianas. La "fundación jurídica" fue realizada por el Obispo
de Piacenza el 10 de junio de 1900 con el título de Apóstoles Misioneras del S.
Corazón: el nuevo instituto comprendía tanto las Religiosas recogidas por P.
Marchetti, como las Apóstoles fundadas por
[65] "Italia en el exterior", Torino, 1899, pág. 22. La fundación del Orfanato Cristóbal Colón fue el origen de la fundación de las Hermanas Scalabrinianas.
[66] E. Martini, Memorias sobre la fundación de
[67] Carta al P. F. Consoni, 12.03.1897 (AGS 103/2).
P. Faustino Consoni sucedió a P. José Marchetti en la dirección del Orfanato
Cristóbal Colón.
[68] Carta a M. C. Merloni, 22.02.1899. (Archivo General de las Apóstoles del Sagrado Corazón de Jesús en Roma).
[69] Carta al P. F. Consoni, 08.08.1900 (AGS 103/2).
[70] Relación de
[71] Carta a C. Mangot, 14.07.1904 (AGS 3022/22). El "Obispo" de San Pablo era Mons. José de Camargo Barros. Sor Marcelina Viganó fue la segunda Superiora General de las Apóstoles del Sagrado Corazón de Jesús. Sor Cándida Quadrani, Hija de S. Ana, era la directora del Instituto de Sordomudas fundado por Mons. Scalabrini.
[72] Carta a P. F. Zaboglio, 09.11.1888 (Archivo del Seminario de Como).
[73] Carta al P. F. Zaboglio, 20.01.1891 (ibid.). P. Félix Morelli había
comprado un terreno en Long Island, N.Y., en vista a la fundación de un
seminario scalabriniano, pero debió venderlo para pagar las deudas de
[74] Carta a P. F. Zaboglio, 04.04.1892 (ibid.).
[75] Carta a León XIII, julio de 1892 (AGS 6/3). La carta, redactada por Scalabrini, fue suscripta por 6 cardenales, 7 arzobispos y 37 obispos.
[76] Ibid. El primer "Cardenal Protector" de los misioneros scalabrinianos fue Agustín Bausa, Arzobispo de Florencia.
[77] Circular a los obispos de Italia, 14.1.1893 (AGS.7/1)
[78] Carta al arzobispo de Monreale, 17.10.1888 (AGS 3024/4).
[79] Circular a los Obispos de Italia, 22.2.1904 (AGS 9/4).
[80] Carta al Cardenal G. Simeoni, 7.12.1888 (AGS 2/1/)
[81] A los Misioneros para los Italianos en las Américas, Piacenza 1892, págs. 7-8. La "carta abierta" está fechada el 15.3.1892.
[82] Carta a Mons. W. H. Elder, 21.6.1893 (trad. del latín) (Archivo diocesano de Cincinnati, Ohio)
[83] Carta a Mons. M. A. Corrigan 9.9.1893 (Archivos diocesanos de New York). P. Félix Morelli fue el primer superior provincial de los scalabrinianos en los Estados Unidos. Su sucesor fue el P. Domingo Vicentini.
[84] Carta a Mons. M. A. Corrigan, 10.8.1891 (Archivos diocesanos de New York). Sobre el "Memorial de Lucerna", que pedía representantes de la emigración en el episcopado americano, y sobre el "cahenslysmo", cfr. Biografía, págs. 969-974.
[85] Instrucciones a P. F. Zabogio, (4.6.1888 AGS 3023/1).
[86] Carta a Mons. Thiel obispo de Costa Rica, 20.3.1889 (3021/9) (traducido del francés).
[87] Discurso a los misioneros próximos a partir, 12.07.1888 (AGS 3018/2).
[88] Id., 24.01.1889. El Arzobispo de St. Paul, Minn., era Mons. J. Ireland.
[89] Id., 10.12.1890
[90] Ibid., 09.09.1891.
[91] Carta a Pío X, agosto 1904 (AGS 3019/3). "El Presidente del Estado": de Paraná, en Brasil
[92] Carta a P. M. Simoni, 31.03.1905 (AGS 3023/2). P. Marcos Simoni y otros scalabrinianos tuvieron a sus cuidados la parroquia de Tibagi, PR., en la que vivían algunas tribus de indios, desde 1904 hasta 1911.
[93] Carta al Card. G. Simeoni, 04.10.1890 (AGS 4/1) (cfr. Biografía, págs. 1032-1033).
[94] Carta a P. M. Rinaldi, 21.04.1900 (AGS 3023/2). P. Máximo Rinaldi,
misionero en Brasil desde 1900 hasta 1910, fue después procurador general de
los scalabrinianos hasta 1924 y luego obispo de Rieti. Murió en concepto de
santidad en
[95] Id., 29.08.1900. Rinaldi era secretario de su tío, obispo de Montefiascone
[96] Carta a P .D. Vicentini, 09.09.1893 (AGS 3023/2). Mons. Francisco Satolli, después cardenal, fue el primer Delegado Apostólico en los Estados Unidos.
[97] Carta a Mons. F. Satolli, 14.09.1893 (ASV. Deleg. Apost. Usa, 1, Varios, Documentos, 2-159-4-1).
[98] Reglamento de
[99] Carta al Cardenal M. Ledóchowski, 26.09.1894 (AGS 7/2).
[100] Carta a P. D. Vicentini, setiembre 1894 (AGS 3023/2).
[101] Hojas del diario autógrafo (AGS 3027/2).
[102] Apuntes para la primera profesión de los votos perpetuos, 8.12.1894 (AGS 7/2).
[103] Apuntes del discurso para la profesión de los Padres Sovilla y Bertorelli, 08-12-1891 (AGS 3018/2).
[104] Regla de
[105] A los Misioneros para los italianos en las Américas, Piacenza 1892, págs. 3-4
[106] Ibid., págs. 4-5.
[107] Ibid., págs. 5-6.
[108] Ibid., págs. 6-7.
[109] Ibid., pags. 13-14.
[110] Carta a P. O. Alussi, 26.08.1893 (AGS 3023/2).
[111] Carta a P. C. Pedrazzani, 16.05.1905 (AGS 357/2).
[112] Carta a P. F. Zaboglio, 31.08.1895 (Archivo del Seminario de Como)
[113] Id., 21.09.1895.
[114] Id., 23.09.1895.
[115] Id., 11.12.1896.
[116] Carta a Gerardo Pío de Saboya, 26.12.1894 (AGS 7/2). El conde Gerardo Pío de Saboya fue Cónsul general de Italia en Río de Janeiro y en San Pablo.
[117] Carta a P. F. Zaboglio, 17,10.1888 (Archivo del Seminario de Como).
[118] Carta a un misionero, sin fecha (AGS 3023/2).
[119] Carta al Can. Valdameri, julio de 1891 (AGS 3022/32).
[120] Carta al P. D. Vicentini, 05.03.1892 (AGS 3023/2). La "nueva casa
con Iglesia" es el Instituto Cristóbal Colón con anexa
[121] Carta al P. P. Novati, 02.04.1905 (AGS 3023/2). P. Pablo Novati fue superior provincial en los Estados Unidos desde 1901 hasta 1905.
[122] A los Misioneros para los Italianos en las Américas, Piacenza 1892, págs. 9-10.
[123] Circular a los superiores locales, 15.02.1893 (AGS 7/1).
[124] Carta al P. F. Zaboglio, 29.11.1895 (Archivo del Seminario de Como).
[125] El proyecto de ley sobre la emigración italiana, Piacenza 1888, págs. 6-7.
[126] "Italia en el exterior", Turín 1899, págs. 8-9.
[127] Ibid., págs. 9-10.
[128] El Proyecto de ley sobre la emigración italiana, Piacenza 1888, págs. 34-37.
[129] La emigración italiana en América, Piacenza 1887, págs. 24-28.
[130] El proyecto de ley sobre la emigración italiana, Piacenza 1888, págs. 29-30.
[131] Italia en el exterior, Turín 1899, pág. 15. Los dos proyectos de ley fueron aprobados por el parlamento en 1901.
[132] La emigración de los obreros italianos, Ferrara 1899.
[133] Apuntes para una conferencia sobre la emigración (AGS 3014/6).
[134] Carta a G. Bonomelli, 02.03.1900 (Correspondencia S.B., pág. 357). La presidencia de la obra de asistencia a los italianos emigrados en Europa fundada por Bonomelli en 1900, fue confiada a los laicos.
[135] Id., 24.04.1900 (Ibid., pág. 359). "Los Obispos con sombrero de
copa " eran los laicos "intransigentes", dirigentes de
[136] Carta a Mons. D. Jacobini,
02.07.1887 (AGS 1/1).
[137] La emigración italiana en América, Piacenza 1887, págs. 41-44.
[138] Primera conferencia sobre la emigración (AGS 5/3).
[139] De la asistencia a la emigración italiana y de los Institutos que
proveen de ella, Piacenza 1891, págs. 13-16.
[140] Ibid., págs. 18-20.
[141] Ibid., págs. 20-21.
[142] Ibid., págs. 22-23.
[143] Ibid., págs. 16-17.
[144] Informe sobre