Parte
IV
HOMBRE DE LOS HOMBRES Y PARA LOS HOMBRES
a)
Las razones profundas del conciliadorismo.
b)
Las razones historicas de la Cuestion Romana
c)
Los caminos de la conciliacion.
c)
“Devoto sin medida y sin medida libre”
Mons. Scalabrini quiso ser hombre de su
tiempo, no soñador nostálgico de épocas pasadas e irreversibles, sino marchar
al paso de la historia, atento a los signos de los tiempos, conocedor realista
de los problemas y de las exigencias de sus contemporáneos, interesado en
preparar un porvenir más humano y conforme al designio de Dios en la historia.
Enfrentó con coraje, energía y en forma
concreta las principales "cuestiones" de su tiempo. La época del
asociacionismo lo vio entusiasta sostenedor de las asociaciones católicas,
aunque discordara con las ideas políticas de quien habría querido monopolizar a
La sociedad se iba descristianizando
rápidamente: urgía "volver conducir a Cristo a la sociedad". Eran
condiciones indispensables: la unión compacta de las fuerzas, la actividad
valiente, la dependencia de los Pastores, en cuanto
El gran obstáculo para la unidad era
La conciliación es un ideal que abarca todos
los aspectos de la vida de Scalabrini. Él concilia el realismo de la historia
vivida con el amor intrépido de la verdad; la libertad y la franqueza del
diálogo con la obediencia; el amor por todo lo bello y lo bueno que Dios puso a
disposición en lo creado con la amistad de los hombres.
Iluminismo, racionalismo, materialismo y
anticlericalismo alejan a Cristo de la sociedad: es necesario promover un
movimiento de retorno, especialmente entre el pueblo. Sólo en la unión está la
fuerza y sólo en la organización la unión es eficiente.
El asociacionismo está por llegar a ser
exclusividad de los enemigos de
"Jesucristo ha sido alejado de la
sociedad"
426.
Convencidos ya los modernos incrédulos que tampoco ellos pueden
derribar, como desearían, el trono de Jesucristo, pensaron confinar a este
eterno Rey de las almas, a este invisible Soberano del Universo, entre las
paredes del templo, alejándolo de todas las competencias de la vida, ya sea
privada o pública. Ellos usaron todas las artes, recurrieron a todos los medios
con tal de alcanzar su diabólico intento; y desafortunadamente, en gran parte
por culpa de la indolencia de los buenos, lo lograron.
Jesucristo, poco a poco, ha sido alejado de la escuela, de las
costumbres, de las familias, de la sociedad. Pero (...) al ser Jesucristo
alejado, nos hemos dado cuenta que al edificio científico, doméstico y social
le ha faltado el fundamento, ¡nos hemos dado cuenta que nos encontramos al
borde de un abismo!
Habían dicho: cada escuela que se abre es una cárcel que se
cierra, y luego no encontraron, los enemigos de
En la familia los desastres del tálamo conyugal, la paz perdida,
los hijos rebeldes han demostrado con demasiada elocuencia que sólo el
Crucifijo podía proteger el hogar doméstico. [1]
"Reconducir a Jesucristo en la
sociedad"
427.
La visión del abismo que está ante nosotros, nos ha hecho
retroceder espantados y todos sentimos instintivamente la necesidad de un
movimiento de regreso a las tradiciones santas de nuestros padres y de nuestras
madres; las sacudidas del edificio, el polvo de las ruinas nos han asustado y
todos sentimos la necesidad de restablecer el equilibrio, volviendo a colocar
en la base a Jesucristo.
Ahora bien, es justamente ese el fin de la acción católica:
promover con una organización acorde a las exigencias de los tiempos, este
movimiento de retorno, asumido ya por la conciencia de todos los honestos;
volver a conducir a Jesucristo en la escuela, en las costumbres, en la
sociedad.
Nuestro objetivo, por lo tanto, no es el de hacer política, como
quieren dar a entender nuestros adversarios. Nosotros queremos ante todo hacer
una obra de saneamiento moral y proveer luego a las necesidades de orden
económico que responden a las legítimas aspiraciones especialmente de la clase
obrera. Los explotadores del pobre pueblo han hecho hasta aquí magníficas
promesas, pero luego no cumplieron con todas ellas.
Prometieron pan y justicia, y hoy al pueblo le falta justicia y
pan.
Ahora bien, nosotros queremos, justamente para provecho del
pueblo, organizar instituciones benéficas, ampliar el socorro mutuo, favorecer
la industria, facilitar el comercio, fecundar las obras de caridad que en
nuestros días son más oportunas. Queremos sobre todo que
Queremos que sea tenido en su debido honor el sacerdocio, que la
juventud crezca formada con sólidos principios y con una vida morigerada, que
la cosa pública sea administrada por hombres íntegros y temerosos de Dios.
Queremos la verdadera grandeza de nuestra patria; por lo tanto,
queremos la libertad del bien y no del mal, o por lo menos, esa libertad de la
cual goza el mal; queremos que la mala prensa cese de sembrar errores y vomitar
blasfemias, que sean removidos los escándalos públicos, que el pueblo no sea en
lo sucesivo más engañado ni traicionado.
Queremos abrir para el niño ese libro que le enseña a ser
cristiano y ciudadano; queremos decirle al obrero que él, también sobre esta
tierra, no será jamás feliz, siguiendo las máximas del socialismo, pero que
vivirá por lo menos un anticipo de la verdadera felicidad, siguiendo las
máximas del Evangelio; queremos decirles a los gobernantes que si el Señor no
protege a los estados, en vano se esfuerzan los que tienen en el puño su
suerte. Queremos, en una palabra, que la sociedad vuelva a ser en sus leyes, en
sus instituciones, en sus costumbres, en su vida pública, como debe ser
verdaderamente, es decir cristiana. [2]
"Debemos organizarnos, debemos
unirnos"
428.
La necesidad de la acción católica es, por lo tanto, urgente y
manifiesta; pero para que resulte verdaderamente eficaz, conviene que sea
disciplinada y uniforme.
Sí, debemos organizarnos, debemos unirnos, porque sólo en la unión
está la fuerza; sólo la unión es el secreto de la victoria.
De aquí la importancia y la necesidad de las asociaciones
católicas y de los Comités parroquiales.
No volveré a repetir lo que ya les dije otras veces al respecto,
en privado y en público, a viva voz o por escrito. Diré más bien lo que quiere
el Papa, intérprete seguro de la voluntad divina (...).
Él quiere que todas las parroquias de Italia posean su Comité
católico, y este Comité debe, sin duda, establecerse en cada una de las
parroquias de la diócesis de Piacenza y no sólo debe establecerse, sino que una
vez establecido debe mantenerse y mantenerse activo.
Mi palabra, esta vez, no es palabra de exhortación, sino de orden
y la dirijo especialmente a ustedes, mis venerables cooperadores en la
salvación de las almas, porque es especialmente a ustedes que el Papa dirige en
tono solemne esas graves palabras: "En las actuales condiciones de
Yo que conozco y he tenido pruebas de la filial devoción de
ustedes y sumisión perfecta al Vicario de Jesucristo en cada cosa, no dudo
absolutamente que se pondrán, si ya no se han puesto, a la obra, con voluntad
enérgica y decidida.
Alejen, mis queridos, las discusiones, las desconfianzas, los
temores.[3]
"La hora de actuar ha llegado"
429.
Los hijos del trabajo constituyen en todos los países del mundo la
masa de las poblaciones. Por lo tanto, formar a los obreros en el espíritu
esencialmente pacífico y saludable del Cristianismo, es lo mismo que salvar a
la sociedad civil.
Son ellos, los obreros, los predilectos de
Mientras nos alegramos profundamente que en algunos lugares de
nuestra Diócesis y especialmente en nuestra Piacenza, esas sociedades ya han
sido instituidas, y rogamos al Señor para que bendiga a los insignes laicos y
eclesiásticos que las promovieron, nos dirigimos a todos ustedes, queridos y
venerables Cohermanos, y les repetimos que es nuestro deseo muy vivo que en
cada parroquia, o donde el número de parroquianos es muy pequeño, por lo menos
en los puntos principales de cada Vicariato,
El socialismo, que impaciente por abalanzarse sobre la presa, se
agita y brama, y con sus rugidos amenazadores hace temblar al mundo, es voz del
Cielo, la que les avisa a ustedes que la hora de actuar ha llegado, que en vano
se ilusionan en poder salvar ustedes, a sus hijos y sus cosas, si no ponen una
valla segura a la arrolladora inundación. ¿Y cuál será esa valla si no una liga
general y compacta de todos los hijos del pueblo educados en la escuela del
Evangelio? (...).
Asociación y acción católica: he aquí la característica de los
verdaderos hijos de
Para alcanzar más fácilmente este fin ayudan admirablemente los
Comités Parroquiales, que nosotros les hemos encomendados otras veces y sobre
los que volvemos a insistir nuevamente. ¡Oh, de cuánto bien son ellos fecundos!
Sea la suma preocupación de ustedes establecerlos en las parroquias, sea el
propósito de ustedes tomar parte en ellos. ¡No puede fallar la bendición de
Dios a las instituciones bendecidas por su Vicario!
Unámonos, unámonos. ¡Qué no se lograría si todos se uniesen, todos
de acuerdo, aquellos italianos que han conservado la fe!
¡Oh! si en toda Italia surgieran los Comités Parroquiales, y en
lugar de solamente dos millares, como ya se cuentan, hubiesen diez mil como se
calcula que son las todas Parroquias, ¿quién puede dudar de la grandeza de los
resultados que se obtendrían en pro de
"Salen los católicos de su
aislamiento"
430.
Salen los católicos de su aislamiento, cerrando filas en numerosas
falanges, levantan frente al sol espléndidas y reverenciadas sus banderas, discuten,
proponen, resuelven, combaten, trabajan.
Y este soplo animador ha penetrado, gracias a Dios, también entre
nosotros.
Todavía no se ha apagado el eco de las voces que resuenan
aplaudidas en los fraternales congresos de Alseno, de Bedonia, de Chiaravalle.
Hemos visto en poco tiempo, gracias a la preocupación de párrocos muy celosos,
surgir varios Comités católicos. Tenemos ya Círculos de
Pero todo esto, digámoslo en seguida y digámoslo claro, es muy
poca cosa frente a las necesidades de la hora presente. [5]
"Es necesario que el sacerdote salga
del templo"
431.
Nosotros debemos persuadirnos bien que hoy ya no basta lo que
bastaba en el pasado. A nuevos tiempos, nuevas industrias; a nuevas plagas,
nuevos remedios; a nuevas artes de guerra, nuevos sistemas de defensa. Hoy,
como les dije en otra ocasión, es necesario que el sacerdote, y el párroco en
especial, salga del templo, si desea ejercer una acción saludable en el templo.
Pero entendámonos: salga del templo, pero después de haber sacado de la piedad
y de la oración luz y consuelo; salga del templo, pero como sale el sol de su
pabellón, esplendoroso por la luz de Dios y por el fuego de la caridad que
ilumina, calienta, fecunda (...).
Nada de odio, ni pasión, ni celo agrio, ni excitación inconsulta
debe salir de nuestra alma y corazón sacerdotal contra los hombres, sino la
caridad que sufre, gime y se entristece sobre la culpa cometida por el hombre y
arrastra y arruina al hombre (...).
Es con estos sentimientos, mis venerables hermanos, que debemos
entrar en el campo de la acción católica. Debemos entrar, repito, y ese es hoy
deber esencialmente nuestro. El que juzgara de otro modo daría prueba de gran
liviandad y de poca reflexión, por no decir de poca fe.
No nos ilusionemos: si no actuamos nosotros, lo harán los otros
sin nosotros y en contra de nosotros. Aunque se nos acuse también de segundos
fines y objetivos mundanos.
La acusación, antes que a nosotros, fue hecha a Jesucristo el que,
por más que enseñara a dar al César lo que era del César, fue llamado seductor
de plebes. Cumplir el propio deber y estar en paz con todos es imposible,
convenzámonos. [6]
"Les recomiendo, en la medida que sé
y puedo, la juventud"
432.
Especialmente les recomiendo otra vez, en la medida que sé y
puedo, la juventud.
Desde el momento en que con toda amorosa atención y solícito
cuidado ustedes han admitido a los niños a la primera Comunión, han cumplido
ciertamente un gran deber, pero no termina aquí la misión de un párroco, por el
contrario, aquí comienza a ser más grave, porque es desde momento que las
pasiones comienzan a despertarse en el corazón del joven, es desde este momento
que los errores, los prejuicios, los escándalos, las seducciones del mundo
comienzan a poner sus virtudes a dura prueba. ¡Oh! ¡ay si el párroco fuese tan
descuidado y sin corazón, como para dejarlo librado a su suerte!
Es necesario, en lo posible, permanecer a su lado, es necesario
iluminarlo, sostenerlo, alentarlo, empujarlo hacia el bien, manteniéndolo
suavemente unido a
El medio más fácil es el de instituir, junto al Comité Parroquial,
la sección Jóvenes. Varios, también entre nosotros, ya hicieron la prueba con
muy buen éxito. Los exhorto a todos a imitar su ejemplo.
Para ello deberán afrontar algún esfuerzo, pero serán compensados
con grandes satisfacciones. Si no, para no referirme a otro motivo, ¿cómo
alimentar de aquí en adelante el mismo Comité y las demás asociaciones
católicas, de hecho tan necesarias?
Para mantenerlas, como dije, florecientes y activas, será de mucha
ayuda que cada Vicario Foráneo designe algún sacerdote idóneo para dictarles,
algunas veces en el año, conferencias familiares, y recorra las diversas
parroquias del Vicariato. Mejor aún, si este compromiso pudiese asumirlo el
mismo Vicario Foráneo.[7]
"Dependencia de los Pastores"
433.
Para que nuestra acción sea y pueda decirse verdaderamente
católica, recordémonos de proceder, en todo y siempre, con disciplina. No
presuman los soldados de ir adelante de los capitanes. Especialmente en nuestro
campo la disciplina es todo. Sin disciplina, o sea sin dependencia plena,
rigurosa, constante de los fieles a sus Pastores, el fácil exceso del celo
individual genera descontento y discordia, divide y cansa las buenas
voluntades, desvía y disgusta a los mejores y contamina con el veneno
disolvente del amor propio tanto las razones del mandar como las del obedecer.[8]
"Estrecha dependencia del principio
jerárquico"
434.
Pretendo que nada se realice sino en la más estrecha dependencia
del principio jerárquico. El laicado católico, si quiere ser instrumento de
salvación en las manos de Dios, debe mantenerse en su lugar. Él en
"217 Comités parroquiales"
435.
Aconsejado por el Ilustre Conde Paganuzzi y convencido de hacer
cosa grata a Su Santidad, procedo a informar brevemente de
La reunión, y por la intervención de casi todos los Obispos de la
región y por la numerosa participación de clero y pueblo, no podría haber sido
más solemne.
Después de mi Carta pastoral del 16 de octubre de 1896 (de la que
me atrevo ahora a enviarle copia) se han constituido en mi Diócesis, además de
las secciones de jóvenes, las sociedades obreras, etc., doscientos diecisiete
Comités parroquiales y todos estaban ampliamente representados en esa reunión.
Estaba también numerosamente representado el clero de la ciudad y de
Todo procedió con serena calma y con el máximo orden. Las
deliberaciones hechas acerca de
El advenimiento del socialismo ateo y
anárquico hace temblar a
Al socialismo ateo se lo debe enfrente con
la acción social cristiana, más que con una estéril condena, que afectaría
también los "justos postulados" del socialismo.
A la propaganda marxista, que seduce a las
masas trabajadoras, se debe contraponer el conocimiento de los problemas
sociales y de las implicancias morales y religiosas que de ellos derivan, y
poner en marcha iniciativas que respondan a las reales y legítimas exigencias
de los campesinos, de los obreros, de los proletarios. Es una obra de justicia
y de reivindicación social, inspirada por la caridad, a realizarse en la
concordia de todas las clases. Salvar a la clase obrera es salvar al pueblo.
"Las causas que hicieron surgir al
socialismo"
436.
Desde hace tiempo la sociedad es presa de fuerzas anárquicas.
Turbada toda autoridad, aflojados los vínculos sociales y familiares, negados, ridiculizados
o descuidados los principios religiosos que santifican los sufrimientos
humanos, la vida social se va haciendo cada día más una selva salvaje, en la
cual cada uno se mueve por su cuenta y por su interés y el bien de uno genera
el mal y la privación de otro, explicando así y poniendo en práctica el feroz
programa contenido en la sentencia del filósofo escocés "Homo homini
lupus".
De aquí la fiebre de las súbitas ganancias, de aquí la angustiosa
conquista del poder, de aquí justamente esa envidia por el bien ajeno que
incita a usurpar, a engañar, a estafar, a romper todo freno y suprimir todo
obstáculo que se interponga a los deseos y a los gozos individuales, única meta
de una sociedad atea y materialista.
Y a estos grandísimos males se ha agregado, se ha ido agravando
año tras año, el aguijón del malestar económico, punzante para todos,
insoportable para el pueblo, al que la pérdida de los consuelos de la fe y de
la esperanza cristiana, y la conquista de nuevos derechos y de la conciencia de
su propia fuerza, hacen sentir en forma más viva la indigencia en la que vive y
lo tornan crédulo y ardiente neófito de toda novedad.
A tanto malestar económico y disminución de la moral, agreguen el
poder del gran capital, tan fuerte y desmedido en la actual organización social
e industrial capaz de atraer, sin riesgos y sin esfuerzos, una grandísima parte
de las utilidades del trabajo, casi como un árbol gigantesco que roba, con sus
mil tentáculos y con sus frondosas ramificaciones, el alimento, el aire y la
luz de las plantas menores que entristecen a sus pies, y tendrán ustedes las
causas que hicieron surgir y reforzaron al socialismo.
Reclutando a sus prosélitos en los talleres, en los campos, en las
universidades, entre la nobleza y el pueblo, particularmente entre el pueblo,
se ha formado en el curso de pocos años un ejército imponente. Todos los
humildes, los oprimidos, los desheredados se sienten como atraídos por la
esperanza de un mejoramiento, así como todas las almas rebeldes y todos los
impacientes que quieren a toda costa cambiar el presente orden de cosas. A
ellos después se van agregando (y son quizás los más temibles, y ciertamente
los más estimables) como aliados o como afiliados aquellos que sienten una
piedad más viva hacia los infelices, más fuerte y más repelente la náusea de la
corrupción que penetra e invade los organismos políticos y llega a los más
altos vértices; y mal pueden tolerar, sin protesta, las injusticias sociales,
el ocio engordado de pocos y la indigencia de los trabajadores, y, unidas en un
individuo, la riqueza, el poder y la indignidad. [11]
"Experiencia personal"
437.
Lo que les diré es fruto de mi experiencia personal. Antes que de
los libros, lo he aprendido al ver tantas plagas sociales y tantas miserias,
sobre las que por deber sacrosanto volqué los bálsamos de la fe y los auxilios
de la caridad. Aún desde los primeros años de sacerdocio, en los meses libres
de las preocupaciones de la enseñanza, ejercí el ministerio sagrado en varios
pueblos de mi diócesis natal y tuve la oportunidad de observar de cerca la vida
en el campo en sus variadas formas y en sus diferentes grados de bienestar, los
pactos coloniales y sus efectos económicos y morales.
Paseaba entre estos campos fecundos (propiedad de un rico señor,
conocido por las fastuosidades de la beneficencia ciudadana), trabajados por
una población laboriosa, que sin embargo contaba con un buen porcentaje de
pelagrosos, y entraba en esas cabañas húmedas y sin postigos con verdadero
sufrimiento para mi corazón.
También fui párroco durante varios años en un suburbio de mi
ciudad de Como.
Contaba entre mis parroquianos con algunos miles de obreros de la
seda, tejedores, hilanderos, tintoreros. En esos años también pude ver más de
cerca la mísera condición de los obreros; mísera por sí misma y por las
contingencias a las que puede estar sujeta. ¡Cómo repercutía en ellos cada
crisis política o financiera, también lejana, que detenía o reducía el
movimiento industrial! ¡Cómo sentían ellos cada pequeño acontecimiento de la
vida! ¡una enfermedad, por ejemplo, una desgracia accidental, que disminuyese
su actividad diaria! Y a estas pequeñas pausas, que sacaban cada una un pedazo
de pan a la pobre mesa, sobrevenían de tanto en tanto las grandes crisis
industriales que interrumpían todo trabajo. En estos casos era la miseria, el
hambre en el estricto sentido de la palabra, apenas disimulado por algún tiempo
por el crédito del almacenero o por un anticipo de salario del industrial. Y
entonces era una carrera ansiosa de los hombres en busca de trabajo y de las
mujeres para pedir subsidios.
¡Oh, las tristes jornadas, cuando yo, visitando los enfermos, no
escuchaba, subiendo por esas pobres escaleras, el sonido seco y casi rítmico
del telar! Tristes bajo todos los aspectos, porque con la miseria entraba con
frecuencia el desorden y el deshonor en las familias.
Y viendo todas esas miserias, y escuchando las quejas, y
conociendo esos incansables industriales, acusados sin razón de explotar a los
pobres, y ese rico propietario bueno y benéfico, que tenía los campos apestados
por la pelagra, me parecía que el mal no residía tanto en la voluntad
individual de los hombres, sino en la forma en que el trabajo estaba organizado
y pensaba que habría sido un bien para todos poder encontrarles condiciones más
equitativas.[12]
"Los postulados del socialismo"
438.
Si el trabajo valoriza el capital, ¿por qué no deberá tener una
participación más amplia en las utilidades, por lo menos tanto como para
asegurar al trabajador un sustento suficiente, sano y seguro?
Si el trabajo es una ley física y un deber moral, ¿por qué no
debería ser un derecho legal?
Si la instrucción es un deber, ¿por qué no se le deja tiempo al
obrero para instruirse, limitando la edad y las horas de trabajo?
Si la higiene es una obligación social, ¿por qué se permiten, sin
la debidas cautelas, trabajos que envenenan y acortan la vida?
¿Por qué no se asegura, contra las desgracias eventuales, la vida
del trabajador y no se provee de manera decorosa a su vejez impotente?
Así pensaba yo, y así habrán pensado muchos de ustedes, a la vista
y en contacto con las miserias sociales.
Ahora bien, esas preguntas, en parte diligentemente ya convertidas
en ley por el reciente trabajo parlamentario, contienen justamente algunos
postulados del socialismo. Hay, por lo tanto, en estos postulados una parte de
verdad, de justicia, que todos los buenos deben aceptar y poner en práctica en
lo posible, no sólo porque lo bueno y lo justo no cambian su naturaleza por ser
sostenidos también por los malos y los que se unen al mal, sino también por
quitar al mismo mal y a lo falso su mayor fuerza de expansión, que consiste en
ser brindado conjuntamente a la verdad y al asumir por eso solo el aspecto de
justicia.
Por lo tanto, no nos dejemos engañar por los nombres y por las
apariencias de las cosas.
Examinemos con serenidad los postulados del socialismo; opongamos
a su acción, con la certeza que nos viene de la posesión de la verdad, la
acción social católica, y sea ella el fármaco reconstituyente de la sociedad. [13]
"La cuestión económica se transforma
en moral, política y religiosa"
439.
El socialismo moderno es, considerado en sí mismo, una cuestión
económica, pero, como es de todas las cuestiones que deben aplicarse al hombre
individuo o en su conjunto, se entrelaza con otras y cambia de naturaleza y
forma, ya que el hombre es una unidad, y todo lo que respecta a esa unidad
indivisible, se entrelaza, se funde y se complica de modo de reflejar los
aspectos múltiples bajo los cuales se puede presentar el hombre mismo.
Así es la cuestión social. Económica en su esencia, se transforma
en moral, política y religiosa en sus consecuencias inmediatas.
En efecto, la fórmula común del socialismo, del comunismo y del
colectivismo, las tres principales sectas en las cuales se dividen los
socialistas, es: todo lo que produce la riqueza (es decir capital, tierras,
instrumentos de trabajo) es propiedad del Estado que distribuye los frutos,
según unos con perfecta igualdad, según otros según las necesidades de cada
uno.
Ahora bien, esta fórmula social, para que se puda poner en
práctica, debe herir a la humanidad en sus más íntimos y sustanciales
constitutivos y en sus afectos más queridos, como son justamente la religión,
la familia y la libertad individual.
Efectivamente, el socialismo moderno, aunque es esencialmente
económico, por esta estrecha conexión que hay entre todas las cuestiones
teórico-prácticas referentes al hombre, no puede prescindir de la religión.
Es cierto que los socialistas, ya sea por indiferencia real, ya
sea por táctica, no hablan nunca o casi nunca de religión y con frecuencia
invocan el ejemplo de Jesucristo y de los primeros cristianos, como precursor
el primero y practicantes los segundos de sus doctrinas. Sin embargo, no
debemos dejarnos engañar sobre sus sentimientos hacia la religión. Su
proveniencia revolucionaria, su fundamento científico completamente
materialista, los hacen intrínsecamente irreligiosos. Ni Dieu, ni maître,
había escrito Blanqui en el encabezamiento de su diario, y estos dos conceptos
dan forma en sí a todo el socialismo. [14]
"Relevar las causas y hallar los
remedios oportunos"
440.
El estado actual de la cuestión social y la difusión progresiva en
nuestra ciudad, en los barrios, en el campo, de las ideas puramente socialistas
o afines, debe hacer más activa y más adecuada a las necesidades, también la
obra de ustedes en el campo social.
Ahora bien, para que un determinado trabajo resulte verdaderamente
eficaz y no exacerbe el mal que se desea curar, requiere más que nada, prudencia,
serenidad de espíritu, ecuanimidad de juicio y mesurado conocimiento y
conciencia de lo que se debe combatir, como de lo que es justo conceder.
Actualicen por lo tanto sus estudios, hermanos queridos, y
pónganse en grado de refutar (hablando su mismo lenguaje) los sofismas con los
cuales los libros, diarios, y conferencistas de propaganda socialista van
embebiendo las mentes de los obreros y de los campesinos.
Yo quise darles el ejemplo con estas advertencias que deben ser
para ustedes un estímulo y un indicador.
Y ya que no es todo negativo lo que dicen los socialistas y yo se
lo he demostrado, y la eficacia de su propaganda reside justamente en la
constatación de un hecho doloroso, o sea en la invasora miseria de la mayoría,
en medio de una verdadera exuberancia de producciones agrarias e industriales
que haría suponer un aumento de la riqueza, así ustedes deberán poner todo su
empeño para destacar las causas de este hecho y para hallar los remedios
oportunos, aceptando y aconsejando los más prácticos, sin detenerse a pensar en
quien los ha elegido o impulsado.
Demostrarán así, en efecto, que esa porción de verdadero bien que
hay en el socialismo está conforme con las máximas evangélicas y puede ponerse
en práctica, también sin la destrucción de la sociedad, caso contrario, es
inútil y desproporcionado para el fin que se propone. [15]
"Formas modernas de hacer el bien al
prójimo"
441.
Dediquen pues todos sus desvelos a las diversas formas e intentos
de sociedades que florecen entre nosotros, ya que el espíritu de asociación ha
aumentado y estrecha los vínculos de la hermandad humana, suple la debilidad de
los individuos y protege de los golpes imprevistos de la desventura: "El
hermano ayudado por el hermano es como una ciudad fortificada". Lejos, por
lo tanto, de contrariar este nuevo espíritu de asociación que se expande y
penetra en todas partes, continúen apoyándolo, y hagan lo posible por
enderezarlo hacia el camino correcto, cuando la inexperiencia o los malos
consejeros intenten desviarlo.
Bendigan también todas las obras de prevención y de mutuo socorro,
y háganse sus sostenedores. El mutuo socorro y la prevención son dos formas
modernas de hacer el bien al prójimo, que reúnen al mismo tiempo las ventajas
de la caridad y las de la educación, en cuanto que haciendo partícipes del acto
benéfico a los beneficiados, los acostumbran a pensar en el porvenir y a ser
provenidos y previsores.
Una de las plagas del campo es la usura, ejercida bajo la forma de
anticipo de productos alimenticios, de semillas, de dinero para la compra de
ganado, etc. El prestamista es retribuido con un interés fijo muy elevado o
bien, en forma para él más beneficiosa como una determinada cantidad de
productos.
Ahora bien, lo mejor de las ganancias de los pobres colonos va a enriquecer
a esos prestamistas; y el que está obligado por la necesidad o por una
desgracia a recurrir a ellos, ve en poco tiempo esfumarse sus magras ganancias
y difícilmente se pone en condiciones de rehacerse y equilibrar su pobre
balance.
Contra ese estado de cosas son remedio eficaz las sociedades
cooperativas de producción y consumo y de seguro mutuo, experimentadas ya con
buenos resultados en Italia y en el exterior y más aún los Bancos Católicos y
las Cajas Rurales que proveen a los pequeños agricultores el capital necesario
con un interés razonable.
Aconsejen esas instituciones y favorézcanlas lo más que puedan
donde existen, y alienten a las personas de bien e inteligentes para que, como
observó con justicia Mons. De Ketteler, el ilustre Obispo de Maguncia (el
primero que estudió la cuestión obrera desde el punto de vista católico), en
otros tiempos los ricos dotaban a
"He instituido en los seminarios
Cátedras agrícolas"
442.
Algunos de ustedes ya han intervenido para allanar las
divergencias frecuentes entre patrones y campesinos, y yo mismo, con ustedes,
en las visitas pastorales me he preocupado por hacer desaparecer costumbres y
gravámenes de otros tiempos.
Continúen en ese camino con prudente firmeza y no permitan, en lo
que depende de ustedes, que abusos e inmoralidades hagan más pesada y dolorosa
la vida de los trabajadores y de los pobres.
Ustedes podrán aportar otras ventajas a los colonos, estudiando
para ellos los nuevos hallazgos y sistemas agrícolas, que aumentan mucho, casi
sin gasto y sin mayores esfuerzos, los productos del campo (...).
En estos veinte años he visto muchas propiedades parroquiales, en
otros tiempos casi incultas, transformadas en viñedos y campos fecundos por la
loable iniciativa de los párrocos, y, siguiendo su ejemplo, territorios enteros
vivificados y fecundados por un trabajo más intenso y más racional. Quisiera
que lo que fue obra de pocos, fuese en el futuro de todos. Para este fin he
instituido, entre otras cosas, en los Seminarios diocesanos, Cátedras
agrícolas, para que puedan proporcionar al clero joven los conocimientos que
los ponen en condición de impartir a las poblaciones que un día le serán
confiadas, junto al pan del alma, el pan del cuerpo. Mientras tanto, no será
difícil, para el que lo desee, aprender en los libros esos pocos conocimientos
que son necesarios para dar a los campesinos, con mucha frecuencia apegados a
las viejas costumbres, las sugerencias oportunas y las indicaciones prácticas,
fáciles de entender y aplicar, y que también son el resultado de largos
estudios y costosas experiencias. Son muy útiles también para este fin las
Conferencias agrarias, y yo las recomiendo con énfasis. [17]
"Hagan obra de reivindicación
social"
443.
Les he mencionado así, sumariamente, algunas de las necesidades
económicas de nuestros campos y los remedios respectivos, experimentados como
buenos en más de un lugar; pero, el mal es multiforme y los remedios deben ser
adecuados y modificados según los tiempos, los lugares, las personas, y
aplicados siempre con gran prudencia y nunca con fines partidarios. No deben
olvidar nunca que Ustedes son los padres espirituales de todas las almas que
fueron confiadas a sus cuidados, y su intervención en asuntos fuera de
Postulados del socialismo moderno son también los siguientes:
limitación de la jornada de trabajo, salario mínimo fijado por la ley, el
derecho a trabajar, el derecho a la huelga, y se puede seguir enumerando...
Ahora bien, todos estos postulados, tomados en sí abstractamente, son buenos y
no contradicen para nada las leyes divinas ni las leyes humanas. Son de la misma
naturaleza de aquellos sobre los jueces entre patrones y obreros, sobre la
pensión a los obreros incapacitados, sobre el reordenamiento del trabajo para
las mujeres y los niños, sobre la higiene en los lugares de trabajo, que fueron
ya traducidos en leyes también en nuestro medio y que no dejarán de dar óptimos
frutos (...).
La acción de ustedes, sin embargo, mis amados cooperadores, será
más útil y más práctica, aplicada no a los requerimientos de índole general,
sino a los particulares y locales que tienen diariamente ante sus ojos; o sea
cumpliendo la obra y dando el consejo de ustedes para alivio de la miseria,
cooperando para sacar abusos e injusticias, enseñando a los ignorantes muchas
cosas útiles, sin cansarse jamás (...).
El mal que aflige a la sociedad no es, como dicen los socialistas,
puramente económico, es también moral, sobre todo moral, y no se da solamente
en la organización social sino también y, principalmente, en los individuos.
Ustedes por lo tanto, mis amados párrocos, llamando a los individuos
a observar la caridad evangélica y los preceptos de la religión, hacen obra de
reivindicación social, ya que la salud de la sociedad está primero en la
renovación religiosa y moral de los individuos; el resto vendrá solo. [18]
“Admirable Encíclica”
444.
Ministro de paz entre los pueblos y Vicario de un Dios de amor,
que se hizo padre de los miserables y de los desamparados, el Papa tiene para
éstos, sin distinción de razas, de costumbres, de religión, los cuidados más
afectuosos, las atenciones más delicadas, porque en ellos es mayor la necesidad
de socorro y protección.
Ellas son, lamentablemente, en el presente las clases obreras.
Precioso instrumento en las manos ajenas, poderoso factor de riquezas ajenas,
al obrero, en nuestros días, algunas veces le falta lo necesario para vivir, y
mientras el desarrollo comercial e industrial de un pueblo, el bienestar
económico de una nación es, por lo menos la mitad, fruto de su trabajo, él, de
este bienestar, no está llamado a participar. De aquí ese vivo antagonismo
entre los propietarios y los proletarios, ese descontento amenazador de las
clases trabajadoras, instigado en los círculos internacionales por las pasiones
políticas, que hoy se traduce en rebeliones parciales y en huelgas, pero que
podría, de un momento a otro, estallar en un vasto incendio (...).
El Papa define claramente cuáles son, en esta cuestión, las
diferentes responsabilidades; denuncia las ruinosas doctrinas al respecto,
señala los medios que deben aplicarse. Yo no me atrevo a intentar resumir este
estupendo entre los estupendos documentos de la sabiduría y de la caridad del
actual Pontífice: León XIII no se limita a predicar la caridad a los ricos, la
resignación a los obreros. En su admirable encíclica hay algo más. Con su
mirada penetrante, así lo han expresado otros, Él ha profundizado la cuestión
obrera y ha visto que, si en esta clase amenaza el peligro de la revuelta, la
culpa no es toda suya. La injusticia en las legislaciones, la avidez en las
ganancias, han hecho del obrero un esclavo del trabajo, luchador en el
presente, desconfiado del porvenir, que ha desgastado las fuerzas y la vida
para procurarse un pan que tampoco es suficiente para saciar su hambre.[19]
"Es una obra de justicia que conviene
iniciar"
445.
El niño, encorvado desde los primeros años bajo la fatiga, crece
triste y agobiado; la mujer, ocupada desde las primeras horas de la mañana
hasta muy tarde, no tiene ya tiempo para atender y cuidar a la pobre familia,
que entonces crece sin afectos y sin moralidad. Es, por lo tanto, una obra de
justicia que conviene iniciar si se desea devolver la confianza y con la
confianza la tranquilidad en la clase obrera. Si los obreros tienen deberes,
también tienen derechos, y estos derechos conviene que la sociedad los defienda
si no quiere que ellos deban defenderlos con la violencia (...).
Justa misión de los católicos es la de estudiar la cuestión social
y de interesarse por ella vivamente. El mismo Santo Padre, no debilitado ni por
la edad, ni por la cotidianidad de la lucha, nos ofrece el ejemplo.
Es un nuevo campo que él señala para el celo y la actividad de sus
hijos. Se trata de hacer lo opuesto de lo que hace la revolución. Esta trabajó
para separar a las multitudes, y especialmente a los obreros, de
Aquí únicamente, quiérase o no, está el remedio para los males
presentes y la prevención para aquellos más tremendos que nos amenazan.
Continúen con las maquinarias, con las industrias, con los descubrimientos, con
las conquistas de la ciencia.
Que al precio de grandes esfuerzos el hombre progrese, que trate
de mejorar en todas partes y bajo todas las formas, la condición de su
existencia, está bien. Yo me alegro de corazón, porque todo esto, en fin,
glorifica la obra de Dios. [20]
"Misión de paz y de regeneración
social"
446.
Lo que pedimos nosotros los hombres de Iglesia es que el Evangelio
sea llamado a dirigir estas transformaciones económicas e industriales, que la
práctica sincera de su ley purifique y ennoblezca los progresos materiales, de
modo que no fomenten en las distintas clases los instintos brutales y no se
vuelvan así motivos de discordias y de luchas fratricidas.
Y nos corresponde precisamente a nosotros hombres de Iglesia esta
misión de paz y de regeneración social, a nosotros más que a otros, ya que
tenemos para esto los medios y el mandato de Dios. Yo quisiera que lo
comprendiesen todos los miembros de mi clero. En nuestros días es casi
imposible volver a conducir la clase obrera a
Combatamos con vivo ardor sus prejuicios, pero con el mismo calor
sostengamos sus intereses y secundemos sus legítimas aspiraciones, mirando
bien, sin embargo, de no alimentarlo de ilusiones y mucho menos de incitarlo al
desprecio de las clases pudientes o dirigentes. Preocupémonos, por el
contrario, por acercar lo más posible estas clases y de hacerlas amigas.
Siguiendo el ejemplo de católicos de otras naciones adueñémonos del movimiento
actual, poniéndonos a la cabeza para actuar y no apartándonos para rezongar.
Mis queridos, el mundo camina y nosotros no debemos quedarnos
atrás por algunas dificultades de formalismo o dictamen de prudencia mal
entendida. Si no se hiciere con nosotros, se hará sin nosotros y contra
nosotros, recordémoslo.[21]
"La concordia de todas las
clases"
447.
Mis muy queridos Piacentinos,
Es con el más vivo dolor que yo les dirijo en esta ocasión la
palabra.
El afecto sincero y profundo que me une a todos ustedes y que en
veintitrés años de vida episcopal, tanto en los momentos felices como en los
tristes, no disminuyó jamás, me otorga el derecho de hablarles como el padre a
sus hijos.
He llorado y rezado por todos ustedes en estos días; como si así
hubiese podido acercarme a cada uno, socorrerlos en sus necesidades, alentarlos
con la palabra de la esperanza y de la fe y devolver a sus espíritus la calma
que los sufrimientos y la excitación del momento les han hecho perder.
El malestar económico, el encarecimiento de los víveres, la falta
de trabajo, les han quitado esa habitual serenidad de vida que siempre ha sido
el orgullo de nuestra ciudad: y en esos males tienen una excusa.
Mas ahora que los pedidos de ustedes fueron satisfechos, que las
autoridades municipales y políticas han hecho lo posible para atender las más
urgentes necesidades, y mayores socorros les prometen para el futuro, toda
posterior resistencia no haría más que aumentar los males ya demasiado graves y
las víctimas ya demasiado numerosas.
¡Mis queridos hijos! Piensen en las dolorosas consecuencias de una
lucha ciudadana: piensen en los caídos y en los heridos; en las familias
privadas por diferentes causas de sus seres queridos; y vuelvan, se lo suplico
en nombre de Dios, a la calma.
La concordia entre todas las clases sociales es el medio más
seguro para remediar un estado de cosas, que todos coincidentemente deploramos.
En la amargura del momento actual me consuela el pensamiento que
la palabra del Pastor de ustedes, que jamás les resultó desagradable, encuentre
también esta vez el camino de sus corazones y les traiga la paz.[22]
"
448.
En la memorable reunión de las Asociaciones Católicas realizada en
el Obispado el día 4 de julio p.p. yo, casi como perenne recuerdo, propuse, con
la aprobación de mi venerado y celosísimo Cohermano de Bobbio, la constitución
de un Comité que tuviese como objetivo la asistencia de los jovencitos y de las
jovencitas que durante algunos meses del año, impulsados comúnmente por la
miseria, emigran en bandadas de nuestra Diócesis y se trasladan a las llanuras
piamontesas y lombardas para la cosecha y mondadura del arroz.
La propuesta fue recibida con aprobación general; y personas
merecedoras de todo elogio, ya sea de
Se trata, como todos ven, de una obra de caridad insigne y de la
máxima importancia. Muchos y muy graves son efectivamente los peligros y los
males que enfrentan esos pobrecitos, peligros y males morales y físicos,
fáciles de imaginar.
Urge pensar en el remedio, urge proveer para que no tengan estos
miserables que caer víctimas de ávidos especuladores, para que sean precavidos
contra las insidias tendidas a su fe, para que tengan tiempo y forma para
santificar el día de fiesta, para que su moralidad sea protegida, para que sean
mejor retribuidos sus esfuerzos, en fin, para que lejos de la familia
encuentren defensa, protección y consuelo.
Para lograr tan noble propósito es necesario ante todo conocer
cuántos son en cada parroquia los jovencitos y las jovencitas que se encuentran
en la mencionada condición.
Hará el favor por lo tanto V. E. de completar, con la mayor
diligencia posible, el formulario adjunto y de remitírmelo firmado.[23]
La conciliación entre "trabajo y
capital, libertad y autoridad, igualdad y orden" debe ser realizada
también entre
El hombre tiene el derecho y el deber de
amar a la religión y a la patria. El conflicto entre los dos sentimientos
provoca gravísimos daños a la religión e inquietantes problemas de conciencia.
El "funesto disenso" debe cesar a la brevedad, "sobre todo por
el bien de las almas".
La usurpación de legítimos derechos debe
ser condenada, el usurpador debe reparar, la libertad del Papa debe ser
restituida íntegramente. Pero en un régimen parlamentario no se puede esperar
del Estado reparación y saneamiento, si en el Parlamento no entran hombres
honestos, rectos, a los que les preocupe el verdadero interés del pueblo y lo
representen en su identidad de pueblo tradicional y culturalmente católico. Soñar
con una restauración milagrosa es antihistórico; invocarla por extraños sería
fatal.
Sólo la participación de los católicos en
la vida política de la nación puede preparar la conciliación entre
a) LAS
RAZONES PROFUNDAS DEL CONCILIADORISMO.
"La razón conciliada con la fe, la
naturaleza con la gracia"
449.
¡Dios lo quiere! (...) Quiere a la razón reconciliada con la fe,
la naturaleza con la gracia, la tierra con el Cielo, la obra de las criaturas
con los derechos del Creador. Quiere que trabajo y capital, libertad y autoridad,
igualdad y orden, fraternidad y paternidad, conservación y progreso se llamen y
se ayuden también ellos como contrapuestos armoniosos. Quiere que todos los
elementos de la civilización, ciencias, letras, artes, industrias, todo interés
legítimo, toda legítima aspiración, encuentren en
"¡Religión y Patria!"
450.
La patria terrenal y la patria celestial. Oh, sí, amemos a la
primera; ella es un don de Dios. El amarla, el procurar su felicidad y su
grandeza entra en el sublime precepto de la caridad impuesto por el Evangelio,
pero para amarla de verdad asociamos a su amor el amor de
"Italia sinceramente reconciliada con
451.
Religión y Patria: estas dos supremas aspiraciones de toda alma
noble, se entrelazan y se completan en esta obra de amor y de redención que es
la protección del débil y se funden en admirable acuerdo. Las miserables
barreras levantadas por el odio y la ira desaparecen; todos los brazos se
estrechan cálidos por el afecto; los labios se componen para la sonrisa y para
el beso; y quitada toda distinción de clase o de partido, aparece en ella, hermosa
por cristiano esplendor, la sentencia: Homo homini frater [El hombre hermano
para el hombre] (...).
Pueda Italia, sinceramente reconciliada con
"Santísimos amores: el amor por la
religión y el amor por la patria"
452.
Después del mal gobierno que de nuestra mísera patria han hecho
aquellos que usurparon el privilegio de llamarse sus amantes, haría falta
realmente de una buena dosis de caradurismo para llamarnos enemigos del país a
nosotros, que nos hemos opuesto a todas las vejaciones, a las supercherías, a
las iniquidades, a los despojos, a los delitos, por los cuales se ha llegado al
presente estado de indigencia. Son estas acusaciones ridículas. Nosotros
sentimos merecer mucho más el título de buenos italianos, ya que no nos hemos
inmiscuido en las gestas de quien ha traicionado y arruinado Italia.
Por demás, santísimos amores son el amor por la religión y el amor
por la patria.
Son dos grandes y nobles ideales. Los dos nacieron con nuestro
primer llanto, los dos morirán con nuestro último suspiro. Pero los generosos
arrebatos de uno no deben sofocar las sublimes aspiraciones del otro.
La justicia no puede ser apagada por el patriotismo. La suerte de
una patria que hay que dejar, no puede prevalecer sobre los destinos inmortales
que nos esperan, ni éstos se pueden conseguir sin esos medios necesarios que la
sociedad debe prestarnos al observar esas leyes que Dios ha dado a los hombres
para su bien presente y futuro. [27]
"La fe se extingue siempre más"
453.
Ninguna coherencia de principios, ningún conocimiento de los
tiempos, ninguna dirección uniforme y segura. Una confusión, un bizantinismo
que no se puede creer (...). Mientras tanto, la fe se extingue cada vez más, la
caridad se enfría cada vez más y crece cada más el odio del laicado contra el
Clero. Las consecuencias no podrán ser más que fatales y quién sabe por cuánto
tiempo deberemos sufrirlas.[28]
"Una fiebre tormentosa"
454.
Me quedó encima otra fiebre y es aquélla que proviene de ver cómo
tantos y tantos se van alejando de
"Tranquilizar la conciencia"
455.
Comprendo muy bien, Santo Padre, toda la dificultad de la
situación, pero también ruego a Dios y le suplico que conceda a Su Santidad la
luz y la fuerza necesarias para aprovechar el momento y no permitir que se deje
escapar la ocasión que se le ofrece ahora, muy natural, de hacer lo que tarde o
temprano se deberá hacer y de tranquilizar la conciencia de tantos pobres
obreros, campesinos, empleados, es decir la conciencia de todos aquellos, que
en razón de su condición estarán, diría, obligados a transgredir la prohibición
de
"Anhelamos ver cesar la funesta
disidencia, sobre todo para el bien de las almas"
456.
Beatísimo Padre, Usted no solamente habla de paz, sino que señala
además a Italia los medios seguros para conseguirla. Efectivamente, partiendo
Usted de la premisa que
Usted sufre por eso, Beatísimo Padre, y ¡sufren muchos hijos
suyos! Pero no sufre menos Italia, esta primogénita de las naciones, que Usted
ama, como es lógico, con un amor muy particular. Usted digno representante de
Aquél que quiso ser llamado Príncipe de
A estos dos importantísimos y espléndidos documentos, nosotros,
Obispos de
b) LAS
RAZONES HISTORICAS DE LA CUESTION ROMANA
"Está por cumplirse el XXV
aniversario de la ocupación de Roma"
457.
Está por cumplirse, como saben, el XXV aniversario de la ocupación
de Roma, y ese acontecimiento que causó tantos problemas a Italia y es la causa
de tanto luto para el mundo católico, se quiere celebrar con grandes fiestas,
no obstante que hombres con reconocido sentido político las hayan considerado
inoportunas.
Los que somos católicos e italianos las consideramos
desaconsejables y dañinas, como es desaconsejable y dañino todo lo que siembra
la discordia, que fomenta las iras de partes, que hace cada vez más viva la
disidencia entre
¡Piensen qué dolor debe sentir el Papa!
¿No nos preocupamos nosotros para hacerle ese dolor menos amargo?
¿No somos nosotros miembros de la gran familia de la cual Él es el Jefe? ¿No es
Él el padre de nuestras almas? ¿No es a Él a quién debemos todo en el orden
espiritual? ¿Y en el mismo orden material, si pensamos bien, de cuántos
beneficios somos sus deudores? Entre tanto desorden de ideas, entre tanta
convulsión del orden social, ¡pobre la sociedad civil, pobres de nosotros si no
existiera el Papa!
Católicos e italianos, no, no podemos ni debemos permanecer
espectadores indiferentes de la guerra que se le hace a Él y en Él a lo que hay
más de glorioso, más noble y más grande en nuestra patria. ¡Oh! es hermoso
declararnos sus partidarios, sufrir y combatir con Él, ahora especialmente que
este Papa se llama León XIII.
Circundémoslo, por lo tanto, cada vez de más afecto, y ya que lo
que ahora está en la cumbre de sus pensamientos es la unión de todos los
pueblos con su Cátedra, establecida por Dios como centro de verdad sobre la
tierra, cooperemos nosotros también para este fin tan santo, prestándole,
nosotros antes que nadie, esa obediencia a la que Él tiene pleno derecho,
justamente por motivo de su Suprema Autoridad y de su Magisterio infalible;
obediencia pronta, alegre, generosa, obediencia inspirada por el amor, la única
digna de almas grandes y de corazones nobles, obediencia total que une los fieles a su párroco, los fieles y
el párroco a su Obispo, los fieles, el párroco y el Obispo al Supremo Pastor. [32]
"El horrendo delito"
458.
Hablemos de ese horrendo delito con que fue manchada nuestra patria
en la infausta noche del l3 de julio pasado. ¿Hay espíritu bien nacido que no
se sienta lleno de horror y al mismo tiempo de vergüenza?
Un grito de indignación se elevó entonces desde cada rincón de la
tierra por millones y millones de corazones, y nosotros también nos sentimos
con el deber de presentar, como hemos hecho, a los pies del Padre Común
nuestras protestas como Obispo y como italiano, haciéndonos también intérpretes
de los sentimientos de ustedes, V. H. y D. H., que tantas pruebas de adhesión
dieron siempre al inmortal Pío IX y a su dignísimo Sucesor.
Nosotros les exhortamos a que en esto no se den descanso, sino por
el contrario a que quieran avivar siempre más en ustedes ese espíritu de acción
y de sacrificio, de celo y de coraje, que es tan necesario en nuestros días
para la defensa de los sacrosantos derechos de
De nada sirve continuar haciéndonos ilusiones. Un catolicismo
especulativo y mental, una religiosa neutralidad, no bastan; ya no es posible
en la presente sociedad, en la convivencia actual. Es necesario salir del
anonimato y manifestarnos a cara descubierta por lo que somos, o sea entera,
franca y sinceramente católicos. ¿Para qué tantos miedos, tantos reparos
humanos? (...).
Es necesidad, es deber de cada uno, oponer a la publicidad del
mal, la fecunda, la saludable, la santa publicidad del bien.[33]
"Libertad, sólo esto pide
459.
Peregrina celestial, ella no sólo se conforma con todas las
variedades civiles y terrenales, sino que también las abraza y las acompaña,
con tal que no impidan el camino al Cielo. Ella no quiere ser árbitro en los
asuntos propios de cada ordenamiento social, pero prescribe que no se ofendan
sus leyes, que no se pisotee su magisterio, que no se piense que es posible
actuar sin Dios, porque sin Él no habría otra cosa que la potencia del arbitrio
y el imperio de la fuerza.
Ella estaría usurpando los derechos del poder político cuando se
inmiscuyera en los géneros de alianzas, que pueden convenir mejor a uno u otro
Estado, en las instituciones de los ejércitos, de los intercambios, de los
impuestos, de las finanzas, o sea en lo que se refiere a la economía, a las
armas, a las industrias, al comercio. Pero, si en todas las cuestiones
políticas, económicas, administrativas,
¡Libertad! solamente esto ella pide; esa libertad con la que la
quiso enriquecida, por sobre todo, su divino Esposo; esa augusta libertad, que
es su hija por naturaleza; esa legítima y santa libertad por cuya defensa
millones y millones de los suyos no dudaron en dar la sangre y la vida. Sí,
¡esta libertad les pide
"Libertad e independencia del Romano
Pontífice"
460.
Afirman, finalmente, que el bienestar de la patria lo quieren
también ustedes, justamente por ello no pueden no apurar con los votos más
fervientes la pronta reconciliación del Estado con
461.
No hay Obispo, que no deplore amargamente la condición intolerable
impuesta al Jefe augusto de trescientos millones de católicos y no se una a Él
para renovar contra los atentados antiguos y modernos las más formales
protestas; no hay Obispo que no proclame con Él que es imposible que las cosas
públicas puedan prosperar en Italia, mientras no se haya provisto, como toda
razón lo solicita, a la dignidad de
"La independencia italiana es un
hecho ordenado por
462.
La independencia italiana es un hecho no solamente consagrado por
la voluntad de los hombres y por el curso natural de la historia, sino ordenado
por
"
463.
Su misión es la de conducir a los hombres a la mayor perfección
moral posible, y por lo tanto todas las cuestiones en las cuales religión y
moral están interesadas, pertenecen necesariamente a su dominio; mas ¿cómo
alcanzar esto?
c) LOS
CAMINOS DE LA CONCILIACION
"El Papa tiene derecho de libre
comunicación"
464.
Por lo tanto, cualquiera que se oponga a que el Pastor se
comunique con sus corderos y con sus ovejas, con los fieles y con los Obispos,
se opone a un derecho divino: el que sostiene la necesidad del beneplácito
secular para que tengan fuerza y vigor los decretos del Maestro de todas las
gentes, con los cuales protege la integridad del dogma y de la moral, la
disciplina y todo asunto eclesiástico y que refleja el gobierno de las almas,
altera el orden del régimen de
"Nosotros al Papa lo queremos
soberanamente libre"
465.
Entre las enseñanzas del Romano Pontífice hacemos la firme
declaración de reconocer y de adherir específicamente a aquellas que se
refieren a su principado civil. Nosotros al Papa lo queremos con pleno poder,
moralmente grande, soberanamente libre, que solamente Él sea juez de la forma,
de la extensión y de la cantidad de la libertad que necesita para el gobierno
de
En las condiciones actuales no hay otro medio para proveer a su
autonomía que la soberanía efectiva y real. En caso contrario el Pontífice
deberá, en el ejercicio de sus derechos de primacía, estar sujeto a otra
autoridad, como la experiencia de estos últimos años ha hecho evidente.[40]
"Tenga el gobierno el coraje de
enfrentar el problema"
466.
Sería necesario que el Gobierno de Italia apelase directamente a
la sabiduría y al amor patrio del Santo Padre. Yo creo profundamente que el
Pontífice aceptaría la invitación y sería quizás la mayor alegría de su vida
gloriosa. Es absurdo suponer que
"Razones de altísimo orden, dogma
no"
467.
El Santo Padre asegura que, por el bien de Italia, razones de
altísimo orden aconsejan a los católicos a no votar en las elecciones; y si
bien no podemos conocer estas razones específicas de la inspirada interpelación
de
No confundamos. Dogma no; ninguno de nosotros aceptaría bajo otras
palabras semejante sustancia. En mi conciencia soy muy dueño de discutir la
oportunidad y la eficacia de la medida: me tranquilizo con la palabra papal,
porque comprendo, así como comprendí durante toda mi vida episcopal, la
estricta necesidad de observar la disciplina, fundamento de la organización
unitaria e inquebrantable de
"La intervención de los católicos en
las elecciones políticas"
468.
Pido, Santo Padre, ser iluminado por Usted acerca de un tema que
se conecta estrechamente con el buen gobierno tanto de la mía como de todas las
Diócesis de Italia, quiero decir: la intervención de los católicos en las
elecciones políticas.
Por lo tanto, teniendo en cuenta las nuevas leyes electorales, ¿es
lícita para ellos esa intervención?
Confieso, Beatísimo Padre, que desde hace mucho tiempo yo me estoy
formulando esta pregunta, y que habiendo examinado ante Dios uno por uno esos
argumentos que militan en pro y en contra de semejante cuestión, me parece que
ha llegado el momento de intentar algo también por este lado, mas no debo
olvidar que corresponde únicamente a Usted decidir.
Además, creo que es mi obligación informar a Su Santidad que en mi
diócesis todos, sin excepción, los propietarios (y son muchísimos), los dueños
de negocios, de talleres, etc. ya han hecho inscribir entre los electores a sus
dependientes, y esto es un motivo muy fuerte para temer que el non expedit de
Permítame, por lo tanto, una nueva pregunta: ¿el cambio ocurrido
ahora en la legislación italiana con respecto a las elecciones políticas, en
los designios de Dios no podría estar ordenado para este fin, de justificar
ante todos, italianos y extranjeros, buenos y malos, el cambio de actitud de
"Hacer prevalecer el candidato
católico"
469.
Con respecto al tema de las elecciones, si bien se me dijo que
después de muchos titubeos se había decidido mantener el non expedit, yo no me
asusté por esto y formulé un pedido a
"¿Sacrificar la ley divina al non
expedit?"
470.
No quiero fastidiar a S. Santidad con la repetición de lo ya
dicho. Para Usted son conocidas mis ideas con respecto a las elecciones
políticas y Dios conoce la pureza de mis intenciones.
Con este propósito, en los primeros días del mes pasado me permití
enviarle una carta, adjuntando dos pedidos ya presentados por mi, en común
acuerdo con otros Obispos, al Eminentísimo Bilio de santa memoria,
preguntándole si habría podido valerme en las elecciones próximas pasadas de
las respuestas favorables obtenidas entonces del mismo Eminentísimo. El
estimado Mons. Boccali, en nombre de Su Santidad, me respondía así:
"Como en 1882, así también ahora, Su Señoría podrá valerse de
las respuestas privadas obtenidas de
De esa respuesta me valí justamente, Beatísimo Padre, en los casos
particulares que se me presentaron y ¿cómo no habría podido valerme?
En este Colegio electoral de Piacenza habían sido propuestos por
el partido radical hombres notablemente hostiles al Papa y a
¿En ese estado de cosas, Beatísimo Padre, podía yo en conciencia
quedarme tranquilo? ¿Podía no conmoverse el alma del Pastor ante la vista del
lobo que amenazaba con invadir su rebaño? Y sin embargo ¡sí, Santo Padre!
Violentándome a mí mismo, sacrificando, diré así, no sin remordimiento, la ley
divina por el non expedit, guardé el más absoluto silencio. Sólo como dije más
arriba, me valí de la respuesta, tan lógica por demás, de Mons. Boccali en los
casos particulares que se me presentaron.
Algunos distinguidos católicos antes que yo partiera para la
visita pastoral, que, preste bien atención Su Santidad, me mantuvo alejado de
la ciudad, mejor dicho de
¿Podía yo como pastor de almas, como Obispo, como director de
conciencias responder de otro modo? ¿Podía decir menos? [45]
"La concurrencia de los italianos a
las urnas políticas"
471.
Era nuestra convicción que la concurrencia de los italianos a las
urnas políticas, bien dirigida y disciplinada, daría a
Nos confortaba en tal convicción el ejemplo de Bélgica y del
Centro en Prusia. En la primera la lucha de los católicos terminó por triunfar;
en la segunda, si bien hasta ahora se han obtenido mejorías parciales, es de
esperar que el porvenir corone los esfuerzos y las esperanzas de esa invicta
escuadra del Landtag y del Reichstag.
Nuestras intenciones eran por otra parte comunes a todas las
personalidades sin excepción, animados solamente por el deseo de hacer útiles
para la religión y para la patria los ingenios más selectos, los científicos
más distinguidos, los administradores más expertos, que militan en las filas de
los católicos.
Pero cuando pudimos comprender que, por motivos de muy alto nivel,
las únicas elecciones a las que por ahora se permitiría a los católicos
concurrir, eran las municipales, nosotros nos inclinamos reverentes ante esas
augustas palabras y nos retiramos de la discusión de una hipótesis que era
considerada como no conveniente.
Mientras tanto para las elecciones municipales nosotros
emprendimos una obra constante y laboriosa para hacer sentar en los Consejos
comunales, por lo menos en gran parte, esos ciudadanos cuya fe religiosa fuese
irrefutable o por lo menos presentaran serias garantías de no atacarla.
Nuestros elegidos no pudieron siempre impedir el mal, pero con frecuencia
lograron atenuarlo por lo menos en sus consecuencias. Y, ciertamente, las
generaciones presentes y futuras deberían estarles reconocidas por haber
conseguido que se mantuviera la enseñanza religiosa en las escuelas primarias. [46]
"Tener nuestros legítimos
representantes en las Cámaras"
472.
En respuesta a su muy gentil carta del 29 de noviembre p.p., tengo
el placer de expresarle que lo que Usted desea yo ya lo hice a través de las
obras piadosas que presido y me ocupé para que hiciesen lo mismo los
presidentes de las demás obras.
Debo agregar que, no obstante todo esto, no tengo esperanza alguna
de éxito; hasta el día en el cual podamos tener nuestros legítimos
representantes en las Cámaras nuestros esfuerzos serán inútiles, como escribir
en el agua.
Es cierto que todo católico debe respetar las "muy elevadas
razones" que impiden la participación en la vida pública, pero no hay
hombre sensato que no deplore desde lo profundo del corazón la existencia de
esas altísimas razones que mantienen inactivos estos preciosos elementos,
mejores aquí en Italia que en otras partes. De todos modos trabajemos aunque
sólo sea para tener el tranquilizador testimonio de la conciencia de haber
hecho todo lo que estaba en nuestras posibilidades.[47]
"Razones de oportunidad y razones de
sustancia"
473.
Ayer por la tarde, tuve la audiencia de despedida con nuestro
amadísimo S. Padre (...). El tema de las elecciones fue considerado dos veces. Él
me dio sus razones de oportunidad y yo, las mías de sustancia. Me pareció que
le impresionó la idea que le expresé sobre el disenso de Bolonia, que
subsistirá siempre vivo hasta que no se quite el non expedit. Para decir la
verdad, el S. Padre no me parece todavía muy decidido sobre lo que debe
hacerse, sino más bien dispuesto a la abolición, claro que para un tiempo no
muy cercano. Yo concluí: - Beatísimo Padre, me consideraré contento si me
promete poner su atención no sobre las razones de oportunidad, mutables de un
día a otro, sino sobre la sustancia de la cuestión. Y Él: - Sí, se lo prometo,
me respondió. Y diciendo esto me abrazó todo conmovido y yo más conmovido que
él me fui. [48]
"Preferimos la política dinámica a la
estática"
474.
¿Es quizás conveniente, frente a los deberes de católico y de
ciudadano, dejar que todo se malogre, religión, moral, patria, antes que tender
una mano piadosa e impedir la pérdida de las almas, la corrupción de una parte
de la juventud, la aprobación de alguna ley contraria a la religión? ¿Es quizás
que los ordenamientos políticos son superiores a los derechos de la religión? o
¿los intereses de aquellos deben subordinarse a los derechos supremos de ésta?
Cosa fácil y muy cómoda es quedarse en la política pasiva de la inercia
esperando cataclismos que, por alguna ley histórica, desconocida aún por los
doctos, retrotraiga al mundo hacia las épocas prehistóricas. Este sistema
deberá probablemente esperar hasta el día del cataclismo mundial que será
seguido por la gran restauración o palingenesia. Nosotros por nuestra parte
preferimos la política dinámica a la estática, y si conseguimos hacer de la
sociedad moderna, una sociedad cristiana, y si logramos evitar males mayores
que amenazan a la humanidad, estamos plenamente convencidos de haber merecido
el reconocimiento de
"Toda lentitud llega a la meta"
475.
¿Y la conciliación? Me parece que se avanza muy lentamente, mas,
inexorablemente como el destino. ¿Y entonces? Tendrá razón quien estuvo errado.
Fiat, fiat. [50]
476.
El camino de las ideas es de una lentitud desesperante, máxime
cuando chocan intereses y pasiones, pero es continuo cuando las ideas
propuestas son justas y de verdadera utilidad. Insistamos, por lo tanto, porque
toda lentitud llega a la meta, con la condición de que el cansancio no venza a
quien se hizo su pregonero.[51]
477.
Mi Instituto, surgido tan admirablemente por un maravilloso
acuerdo de sentimientos religiosos y patrióticos, faltaría en parte a su
objetivo y no podría superar los mil obstáculos que se le interponen, ni
satisfacer sus múltiples necesidades morales y materiales sin la ayuda unánime
de todos los buenos. Y es por esto, mi buen amigo, que yo vuelvo a llamar tu
atención y por tu medio, la del Gobierno y la de todos los que se interesan por
el bien público, sobre esta obra, querida por mi corazón, no sólo porque en
ella diviso un medio eficaz para cumplir con mis deberes de Obispo con respecto
a tantos infelices, sino también, porque religión y patria allí se dan la mano
y esto es, a mi juicio, un medio práctico, un inicio de esa pacificación de las
conciencias, que es siempre una de las aspiraciones más ardientes de mi alma.[52]
S. Pío X reconoció en Scalabrini al
"obispo docto, bondadoso y fuerte, que aun en acontecimientos difíciles
siempre defendió, amó e hizo amar la verdad, y no la abandonó jamás por
amenazas o halagos".
El obispo de Piacenza, efectivamente, tuvo
"el santo coraje de decir la verdad" a todos, amigos y enemigos y
creyó su deber episcopal no callarla jamás ante el Papa.
El amor a la verdad lleva al realismo, que
puede provocar amargura pero no escepticismo, porque la luz de la verdad es la
fe. "El conocimiento práctico de los hombres y de las cosas" induce
al prudente discernimiento del tiempo para callar y del tiempo para hablar.
No es lícito adelantarse a los juicios de
Una mente tan abierta abre el corazón a
todos los valores humanos. La amistad es una necesidad del corazón, es una
unión inalterable, es sacrificio de sí por el amigo. La amistad profunda y
reverente está fundada sobre la caridad, a su vez basada sobre la verdad. El
que está lleno de Espíritu Santo, que es Amor, ama no sólo a los hombres, sino
todo lo que es bueno, bello, artístico, poético, armonioso, en una
"plenitud de amor". La sinfonía de la creación tiene su eco más
profundo en la sinfonía del espíritu.
"Un alma llena del Espíritu Santo no
teme más al mundo"
478.
El espíritu del mundo es un espíritu de hipocresía y de
circunspección. Como su fuente es el amor propio, él no busca la verdad sino cuando
la verdad puede agradarle; no se declara a favor de la piedad sino cuando la
piedad encuentra partidarios favorables; no se aplaude a la virtud sino en
aquellos lugares donde la virtud es honrada. Y he aquí el espíritu por el cual
tantos se dejan gobernar, un espíritu tímido y cómplice; se teme ser de Dios y
en todas las ocasiones en las cuales se trata de definirse por Él, se vacila, y
donde es necesario exponerse por su gloria a los escarnios y a las críticas de
los hombres, se retrocede; y ésa, que es una ruindad de ánimo, se llama
prudencia; y allá donde se trata de disgustar para no faltar al deber, se
reputa legítima la trasgresión; y la primera cosa que se examina en los pasos
que Dios exige de nosotros, es si el mundo nos dará su voto y para no perder la
estima del mundo, se aplauden las máximas de mundo, se trata de acomodarse a
las costumbres del mundo.[53]
"El culto a la verdad hasta la
sangre"
479.
El combate más fuerte en este mundo es el de decir la verdad de
Cristo tanto a los enemigos como a los amigos, decirla en la prosperidad y en
el dolor, en las sombras y a la luz, en las cárceles y en las cortes, a la
plebe y a los poderosos, en privado y en público, sin ambages, sin vergüenza,
no con corazón tembloroso, sino más bien con un sublime desprecio de los
peligros, que es el privilegio de las almas grandes.
Este es el fuerte combate del que habló Jesucristo cuando le dijo
al gobernador del pueblo romano: “para esto yo he nacido, y para esto vine al
mundo, para dar testimonio de la verdad”. Este es el combate que Jesucristo
recibió de su Padre y dejó a sus amigos en herencia: el culto a la verdad hasta
la sangre. [54]
"Usted no puede no amar la
verdad"
480.
Santo Padre, Usted conoce la franqueza de mi alma, conoce los
sacrificios, no leves, hechos para gloria de
Y bien, postrado a sus pies, una sola gracia le pido: llame al
orden a ese elemento extrajerárquico, de periodistas especialmente (capitaneados
por el Observador de Milán), que haciendo ostentación de devoción al sucesor de
Pedro, devoción que no tiene, hace de ella escudo y desahogo de ideas
partidarias y en resguardo de intereses privados ofende la suma autoridad de
los Obispos, deshonra a
¿Cómo fue tratado el célebre Abad Stoppani, gloria de la nación y
de
De ingenio poderoso como es Usted, y de corazón modelado sobre el
de Jesucristo del que es Vicario, Usted no puede no amar la verdad, no puede no
desear que se la haga conocer, como lo desean los Santos; por lo tanto estoy
más que seguro, S.S. Padre, que se dignará perdonar la libertad de esta carta
mía, dictada sólo por el afecto vivísimo de la gloria de Su inmortal
Pontificado, manchado y empequeñecido por la arrogancia impune de un partido
ciego y petulante.[55]
"El santo coraje de decir la
verdad"
481.
Continúe, muy querido P. Luis, socorriendo con sus escritos a
Considero que ésta es la mayor necesidad, el medio más seguro,
único, para llegar a obtener lo que en vano se ha creído y se cree poder
obtener con otros medios. Vendedores de charlas, como decía San Agustín,
tenemos demasiados... Digo esto, porque son pocos ya los hombres que tienen el
santo coraje de decir la verdad, según el dicho evangélico: est est, non non
[sí sí, no no]. Con demasiada facilidad algunos verdaderamente doctos y
meritorios se mantienen al margen por los insipientes clamores de quien no
tiene otra mira más que su propio interés.[56]
"¡Ay de la religión cuando los
Obispos están obligados a callar!"
482.
Aquí absolutamente o debo justificarme o debo ser justificado.
Aconsejarme el silencio en este caso sería agregar más ultrajes a los ultrajes
del sacrílego difamador; sería como decir: no me importa nada que
Eminentísimo: ¿estoy yo en el error? Diga al S. Padre que me
corrija y me tendrá, como siempre, hijo sumiso, muy obediente en todo. Pero, si
yo me encuentro del lado de la verdad, de la justicia, del derecho, ¿cómo se
puede permitir que un Obispo, aún el último y el más indigno de los Obispos,
sea públicamente arrastrado ante el tribunal de un cura, que de cura tiene sólo
el hábito y la apariencia?
Para terminar: invoco nuevamente con todo ardor ese testimonio
favorable, que me creo con derecho y deber de pedir; lo invoco y lo espero.
Perdonará, Eminentísimo, si le resulto molesto, pero créame, resulta
todavía más molesto para mí, haber sido obligado a importunarlo nuevamente.
Espero se digne escucharme esta vez, de modo que no perturbado por otros
asuntos pueda yo atender sereno y tranquilo cosas de mayor importancia que
éstas y pueda dedicar todas mis débiles fuerzas a la salvación de las almas que
me fueron confiadas y a la defensa de los sacrosantos derechos de
"Se necesitan hechos"
483.
Su deseada carta del 1ro. del corriente me alcanzó bastante lejos
de Piacenza, donde me hallaba por
Me alegro con Usted y participo de corazón a sus consuelos; pero
sabe bien que yo no tomo demasiado en serio los documentos y mucho menos las
hermosas y buenas palabras. Se necesitan hechos, públicos y solemnes. Esa gente
ha comprometido religión, episcopado, S. Sede frente a las almas serias no
partidarias, y es por lo tanto urgente y de extrema necesidad que todos sepan
que no tiene ninguna misión, que no está aprobada en sus insipientes y
escandalosas exageraciones.[58]
"Ya no creo más que en los hechos
llevados a cabo"
484.
Si debiese fijarme en los cumplidos que se me hicieron, aun desde
allá abajo después de mi vuelta de Roma, debería creer muchas cosas hermosas.
¿Pero qué quiere? Ya no creo más que en los hechos llevados a cabo. Leí que los
hombres de talento son generalmente bastante ingenuos; en un tiempo debía tener
también yo algún talento, porque tenía mucha facilidad para creer, pero ahora
debo haberlo agotado enteramente porque soy casi escéptico, salva fide, se
entiende, la que, por gracia de Dios, me irradia siempre más y me alegra
vivamente el espíritu muchas veces perturbado a la vista de tantas maldades. ¿Y
Usted, querido amigo cómo se encuentra en este sentido? Usted posee demasiado
talento y por más que pierda un poco, siempre tendrá suficiente para conservar
una buena dosis de ... ¿qué debo escribir?, de buena fe y de sabia ingenuidad,
que forma el decoro de su austera persona.[59]
"Política de los pequeños
expedientes"
485.
Respondo prontamente a su carta de hoy agradeciéndole mucho, mucho
por las buenas nuevas que me repite: probaré por lo tanto poner en práctica el
credidit in spe contra spem, si bien no tengo ninguna confianza en la política
de los pequeños expedientes que domina allá abajo y temo sufrir desilusiones
siempre amargas. Espero rehacer mis juicios, algo escépticos después de haberlo
escuchado con atención.[60]
"La política del Evangelio"
486.
Me causó dolor lo que en esa carta me dice pero no sorpresa.
Cuando el hombre se rige en todo según la política humana y no según la
política del Evangelio, cuando con la misma facilidad se dice y se desdice, se
hace y se deshace, se alaba y se critica al mismo tiempo, cuando se da mayor
peso a los facciosos clamores de individuos escandalosos, antes que a los
solemnes testimonios de los Obispos, animados por un único deseo: el bien,
cuando se consideran los mismos actos solemnes de los Obispos casi actos
insignificantes de niños, queridísimo Monseñor, ¿qué no es posible?
Sin embargo, debemos consolarnos pensando que tenemos en León XIII
un Papa, que sabrá, con certeza, mantener alto el prestigio de su autoridad y
la nuestra y no permitirá seguramente que sean anuladas con los hechos sus
sabias prescripciones privadas y públicas al respecto. Es demasiado iluminado.
Las artimañas de cierta gente no pueden vencerlo. Él las vencerá a
todas, estoy seguro de eso. Recuerdo muy bien lo que Él me dijo verbalmente al
respecto. Por lo tanto, apoyado en su palabra, puedo asegurarle que apenas le sea
posible, pondrá remedio a los gravísimos males del Norte de Italia. ¡Oh, fiat,
fiat! Entonces sí podremos gritar con verdad: Vicit Leo de tribu Juda! [¡Venció
el León de la tribu de Judá!] [61]
"Su obra está bendecida por Dios, y
basta"
487.
Lo que me confió en su carta del l8 del corriente me ha causado
vivo dolor, primero por Usted que yo tanto amo, después por la llaga de la cual
es síntoma; ¡es verdaderamente cosa que lacera el alma ver las obras más santas
hostigadas por aquellos que se vanaglorian como campeones de la fe!
Querido P. José, Usted es todavía joven, prepárese para ver cosas
peores. Conozco el mundo y sé lo que digo. Estoy cada vez más convencido que es
necesario hacer el bien por el bien, sólo por amor a Dios, sin buscar la aprobación
de los hombres ni preocuparse por su desaprobación. Es el único modo de tener
éxito en las empresas, créalo. Yo espero que su obra sea exitosa, justamente
porque está obstaculizada (...). Su obra está bendecida por Dios y basta.
Triunfará, a pesar de cualquier cosa se haga o se diga en contra.[62]
"El conocimiento práctico de los
hombres y de las cosas"
488.
Algunos días atrás mi Vicario General en viaje por Italia tuvo una
audiencia privada con el Santo Padre, quien le preguntó, muy solícito, por mí, por
mi salud, exteriorizando el deseo de hablarme y de conversar acerca, dijo, de
una interpelación muy razonada que me hizo; le indicó que me escribiese para
que yo fuera a Roma, de ser posible; informado por mi Vicario sobre mis
intenciones de ir hacia fines de mes, el Papa agregó, “si me lo asegura,
entonces no le escriba”.
¿Qué piensa querido amigo? ¿Tendría el coraje de invitar un Obispo
a viajar a Roma para notificarle que se mantiene el non expedit? ¿O quizás se
quiere cambiar el rumbo y el Papa desea alguna aclaración? El buen sentido me
inclina hacia esto último, pero la experiencia, el conocimiento práctico de los
hombres y de las cosas actuales, no me dejan esperar nada.
Llevo conmigo dos gruesos volúmenes de documentos, un verdadero
arsenal de armas muy poderosas, pero si después de este esfuerzo gigantesco por
ubicar las cuestiones religiosas, políticas, filosóficas, en sus justos
límites, ya que deseo tratarlas todas con el S. Padre, no se logra nada, lo que
es probable, entonces, llorando los males de
"Las ideas caminan....déjelas
caminar"
489.
Usted me sale con unas ideas frailescas... ¡ Sé bien que bromea!
¡Pero qué celdas ni celdas! Que vaya a sepultarse quien es causa de la ruina de
tantas almas, no un obispo que, como Usted, ha dicho, ha escrito, ha hecho
tanto para impedirlo. ¡Qué, Qué! Dios lo ha colocado en el campo de batalla y
debe quedarse, aún cuando lluevan de todos lados las balas enemigas. Usted es
un herido glorioso. Además las ideas caminan. Son ideas de verdad, de caridad y
de paz. Apártese y déjelas caminar. La victoria no puede fallar y Usted podrá
decir que les ha abierto el camino. [64]
c) “DEVOTO
SIN MEDIDA Y SIN MEDIDA LIBRE”
"Los partidos intolerantes son la
plaga más cruel de
490.
Comparto plenamente sus temores acerca de los efectos de una
condena de Rosmini; yo, no rosminiano, ahora la temo con gran preocupación; si
sucediese tendríamos muchos apóstatas secretos y muchísimos rebeldes públicos.
Rosmini se convertiría realmente en un apéndice de Jansenio y las
agitaciones producidas en
Yo cuento entre mis sacerdotes más de 200 que estudiaron a
Rosmini; justamente en previsión de una condena, en estos años mi preocupación
fue la de ganarme sus voluntades, y dejándoles esa honesta libertad que les
consiente
Con la ayuda de Dios creo haberlo logrado. Moglia, que es la
cabeza de los rosminianos, me lo ha asegurado varias veces por él y por todos.
Pero no es así en todas partes. En el otoño pasado cuando fui a Como, escuché discursos
muy desalentadores al respecto y especialmente en algunas diócesis, adonde se
impulsaron en forma inconsulta las cosas, según las normas del diario, hilo
regulador de las inteligencias. Basta, volveremos a hablar para ver qué pasos
podremos dar con el S. Padre. Mientras tanto yo he escrito a varios rosminianos
reprobando el excesivo atrevimiento de los últimos opúsculos.[65]
"Tiempo de callar y tiempo de
hablar"
491.
No debemos confundir la vileza de ánimo con la prudencia. Hay un
tiempo para callar y callé nada menos que por seis años; pero hay también un
tiempo para hablar y hablé, como sentía que era mi deber. Asegúrele al S.
Padre, Excelentísimo Monseñor, que el efecto de haberlo cumplido ha sido más
amplio y saludable de lo que se puede creer, tanto en mi diócesis como afuera.
El desalentador silencio de todo el Episcopado, o aterrorizado o mistificado,
ante los continuos ataques de una prensa que tomó una actitud de profunda
veneración del mismo y sobre todo de
Y aquí, muy querido Monseñor, haré notar una cosa. Se quiso hacer
de un acto muy simple y privado una cuestión rosminiana; he aquí el secreto de
todo el ruido que se quiso levantar. Sin embargo, nada más falso. Yo no sigo, y
lo digo francamente, el sistema del filósofo Roveretano; diría en voz alta lo
contrario, si fuese la verdad. Mis pocos escritos y las disposiciones tomadas
por mí con respecto a la enseñanza en mi Diócesis, bastante antes que
apareciese la admirable Encíclica Aeterni Patris, hablaban con demasiada
claridad. Confieso sin embargo que yo estimo, venero y amo en la caridad de
Jesucristo a todos los hombres de buena voluntad, que trabajaron con pureza de
intención por la santa causa de Dios y de
Estoy más que convencido que tantas almas tan nobles, que gimen
inefablemente bajo la acusación de ser enemigas de esa Iglesia, por cuya
defensa darían hasta la última gota de su sangre, que tantas selectas
inteligencias, que honran el linaje eclesiástico y el laicado católico,
quebrarían sus plumas en un instante y darían el ejemplo edificante y bellísimo
de someterse de buen grado a cualquier decisión final que el S. Padre creyese
oportuno tomar, si bien esquivan y con justicia, someterse a falsas
autoridades, que con incalificable audacia intentan imponerse a todos.
De los Sacerdotes, por lo menos los de mi diócesis, ni siquiera
dudo. Mientras tanto, pregunto yo, ¿por qué se quiere hacer tiránico el yugo,
llamado suave por Jesucristo? ¿Por qué no se deja a los ingenios esa honesta
libertad que les otorga
Una discusión calma, seria y digna, que pone a salvo la caridad
aun en medio del choque entre varias opiniones, he aquí lo que debemos querer.
¿No es quizás esto lo que constantemente recomendaron los Romanos Pontífices y
nuestro mismo glorioso Santo Padre en el muy sabio Breve al Arzobispo de
Malines? ¡Oh, cómo deseo que Él sea escuchado!
Pero, desafortunadamente, estamos en un tiempo en el cual hombres
muy audaces y astutos, han aprendido el modo para ganarse la impunidad,
gritando todo lo posible en contra de autores y personas que creen sospechosas
para el Sumo Pontífice, al que, se jactan públicamente, hacen llegar sus
insinuaciones y pretensiones por intermedio de un conocido religioso, haciendo
así impotente al Episcopado, que no siempre puede hacer públicas las razones de
su obrar contra algunos que se cubren astutamente detrás del escudo tomista, y
que tanto más pretenden protección cuanto más insolentes son y llenos de
orgullo (...).
Era por eso que yo pretendía publicar un pequeño volumen titulado
"La revolución en
Con respecto a las disposiciones tomadas por Él relativas al
Observador de Milán, yo las admiro cada vez más y estoy seguro que habrían obtenido
la aprobación universal con gran beneficio para
Era justamente por ello que yo pedía cándidamente a la suma
benignidad del Santo Padre por lo menos una palabra de aliento. Él no ha creído
conveniente, por lo menos por ahora, concedérmela; adoro sumiso los juicios de
Dios y seguiré adelante per infamiam et bonam famam, para procurar la salvación
de mi alma y la del rebaño que me fue confiado.
Yo le ruego, Excelentísimo Monseñor, dar a conocer también estos
sentimientos míos a nuestro Santo Padre, ya que a Él, como deben hacer los
hijos, no quiero esconder ni siquiera el último pliegue de mi alma. Así, si en
alguna cosa mía me equivoco podrá corregirme, y sus correcciones yo siempre las
aceptaría con la misma alegría, con el mismo reconocimiento, con el que acepté
las aprobaciones, porque Él es mi Pastor, mi Padre y yo soy su más tierno hijo.
[66]
"La libertad en materia de
filosofía"
492.
Usted desea conocer por mí cuánto hay de cierto en lo que se
afirmaba me había dicho personalmente el Santo Padre con respecto a la cuestión
filosófica rosminiana. Heme aquí para satisfacerlo. Yo, que siempre tomo la
norma de mi actuar no del periodismo, aunque sea católico, sino solamente de
Quien tiene la autoridad de regular antes que ningún otro la disciplina de
Padre Santo, -le dije- en mi diócesis aquellos que siguen el
sistema filosófico de A. Rosmini son muchos, célebre entre todos el Preboste de
S. Ana padre A. Moglia, el cual, habiéndolo estudiado por años, sostiene ese
sistema y lo defiende vigorosamente inclusive con escritos públicos. Según
algunos, siempre proclives a hacer de maestros y a sentenciar en Su nombre
sobre todo y sobre todos, a aquellos, justamente porque son rosminianos y
sostenedores del sistema de Rosmini, se los debería considerar poco menos que
otros tantos rebeldes a Sus enseñanzas: y yo, además de interdecir todas sus
discusiones al respecto, debería, como Obispo, poner mano a las censuras
eclesiásticas...
“¡Oh no! -me respondió Él, el Santo Padre, con ese su acento grave
y lleno de tanta bondad- ¡no, Monseñor! Diga a sus sacerdotes que Nosotros no
pretendimos jamás privar a nadie de la libertad de discutir acerca de doctrinas
opinables. Aun con respecto a Rosmini pueden muy bien sus sostenedores
continuar sus disputas con tranquilidad de conciencia, con tal que, se
entiende, observen constantemente las reglas de la moderación y de la caridad
muchas veces inculcadas por Nosotros y con tal que mantengan en el ánimo la
disposición de someterse a cualquier decisión que esta Santa Sede creyese
oportuno emanar al respecto”.
Textuales palabras que yo pedí y obtuve el permiso de hacer
públicas si fuese necesario, y que registré de inmediato para no olvidarlas,
cambiarlas, menguarlas o alterarlas de alguna otra manera. [67]
"No es lícito adelantarse a los
juicios de
493.
Mientras el Ministerio del Romano Pontífice pedía que fuese
presentada e indicada la doctrina de Santo Tomás como la más adecuada para la
tutela de la verdadera fe y religión contra las afirmaciones cada vez más
difundidas de una ciencia heterodoxa, exigía también que los fieles fuesen
prevenidos contra esas doctrinas que, sacadas de fuentes no puras, pudiesen
impedir el alcance de los objetivos deseados, tanto más que un nombre ilustre
por integridad de vida y nivel de ingenio les confería cierta autoridad.
Célebre en efecto es el nombre de Antonio Rosmini, si bien en parte prisionero
de los defectos de su época.
Nadie se asombrará que un hombre insigne por doctrina y por piedad
haya podido afirmar algunas tesis que discordaban, a juicio de
Todos los maestros son banderas alrededor de las cuales se reúnen
sus seguidores, que necesitan una bandera. Por lo tanto, tiene vigencia en
Para los demás, que son de diferentes ideas, es a la par lícito,
permaneciendo más bien sobre las huellas de los antiguos, propugnar, dentro de los
límites de la moderación, la doctrina opuesta, sacar conclusiones de un
correcto raciocinio, impugnar y rechazar los nuevos doctores; pero no estuvo
nunca permitido para algunos denunciar un adversario como prevaricador de la
verdad o infligir una nota de difamación; no es efectivamente lícito
anticiparse a los juicios de
Pero nadie que tenga un recto sentir, milita bajo una bandera sin la
dependencia implícita de
Ahora, cuando
"Siempre permití esa honesta libertad
de pensar que está consentida por
494.
Veni, vidi..., ¡ojalá pudiese agregar el resto! Llamé al Profesor
Stoppani y traté de expugnarlo por todos lados y con todas las armas posibles,
pero no hubo caso. Verdaderamente las razones que él expuso fueron tales y
tantas que yo, lo confieso, no sabría personalmente como se podría no tenerlo
en cuenta. Me declaró, para no hablar de otras cosas, que el periódico
"Rosmini" no es cosa suya y que por lo tanto no está en su poder
suspender la publicación; que fundadores y colaboradores del mismo son en su
mayoría laicos creyentes de todas las ciudades y principales Universidades de
Italia, reunidos con la intención de cristianizar la ciencia y defender la
religión de los ataques del racionalismo moderno; que aún cuando se retirase
toda la parte eclesiástica, no por esto cesarían ellos en una empresa que
estiman hoy más que nunca muy útil, necesaria y de la máxima importancia; que
gozando él, Stoppani, de cierta influencia sobre ellos, creyó conveniente, o
mejor dicho, un deber, aceptar, como aceptó la invitación de colaborar, para
moderar y mantener dentro de los justos límites las discusiones; que logró de
hecho impedir que se publicase un escrito violento contra una Carta Pastoral
del Obispo de Concordia; que habiendo el mismo Sumo Pontífice León XIII
declarado más de una vez tanto en público como en privado que, también con
respecto a la cuestión filosófica, no había pretendido nunca impedir una
moderada discusión entre doctos, éstos no pueden suponer que ahora Él deba
ofenderse por la aparición de una revista, que tiende justamente a ese
objetivo; que no pueden finalmente tolerar de ningún modo que una prensa, que
se vanagloria como el órgano fiel de
Me fue además asegurado por otros que, mientras dure el mal juego,
ellos pretenden denunciar al mundo católico la enorme injusticia, publicando al
respecto una solemne protesta. Como ve, Eminencia, las cosas están en un punto
tal que es muy difícil ponerle remedio. Se ha exagerado de una y otra parte y
ahora se comienzan a ver las consecuencias ¡Dios nos salve de ver cosas peores!
Yo también por el diálogo tenido con Stoppani, presagio, si no se toman
precauciones, serios contratiempos para el porvenir de
No es que Stoppani se haya mostrado con menor respeto y menos
sacerdote, todo lo contrario; pero es que detrás de él he podido divisar un
malhumor, un fermento, que realmente me preocupa.
Por lo que respecta a los sacerdotes rosminianos de mi diócesis,
yo estoy perfectamente tranquilo. Saben que no comparto, en materia de
filosofía, sus opiniones, pero saben también que siempre, les dejé y quiero que
sea respetada siempre, esa honesta libertad de pensar que está consentida por
Yo haré lo que Usted, en nombre del Santo Padre me indique, con la
certeza que no se querrá poner a los Obispos en el peligro de apartarse de esa
sabia línea de moderación que ha formado y formará siempre una de las más
hermosas prerrogativas de
"Quizás también nosotros los Obispos
hemos restringido demasiado la libertad individual"
495.
El período que estamos atravesando es más triste de lo que parece.
En el Clero fermenta algo de maligno, todavía no bien determinado,
y por ahora son solamente los más audaces que se van manifestando con
explosiones de delitos inauditos. Quizás también nosotros los Obispos hemos
restringido demasiado la libertad individual y ya la disciplina pildorizada ha
perdido ese sentido de grandeza austera que tenía en otros tiempos y por lo
tanto ese prestigio que ejercía sobre las almas: quizás se quisieron a todos
óptimos y lo óptimo es enemigo del bien, a todos perfectos y no todos tienen
los dones para serlo.
Pero desafortunadamente aquellos que deberían proveer no han
aprendido nada, olvidado nada, perdonado nada. Válganos Dios. Es justamente
tiempo de rezar mucho y de estar preparados para todo.
En lo que respecta a mí, me he propuesto no pensar en otra cosa
que en mi Diócesis, en las misiones, en los amigos que son cada día menos y no
me preocupo por hacer nuevos. ¡Si pudiese santificarme! ¡Hacerme santo! hoc est
omnis homo [en esto está todo el hombre]. Feliz Usted que siempre lo fue; yo
intento serlo, pero temo no poder llegar, ni siquiera con el tren de carga. [70]
"Supimos hacer el sacrificio de
nuestras convicciones"
496.
Para nosotros el respeto por la autoridad del Pontífice no fue
jactancia o hipocresía, sino el criterio fundamental de nuestra acción.
En las cuestiones opinables y dejadas libres disputationi hominum
[al debate de los hombres], seguimos las soluciones racionales, y que mejor respondieran
al beneficio religioso y civil de los pueblos. Seguir la dirección que el
Pontífice, en su ciencia iluminada y en la asistencia particular que le
prometió Cristo, señala como más convenientes para el bien de
"Se me impuso verdaderamente un sacrificio
heroico"
497.
Y ahora una palabra, Eminentísimo, acerca de la guerra que se me
hizo (...).lo que permiten o aconsejan hacer se hace a corazón abierto y por el
solo amor del bien, pero después no sólo abandonan a los pobres centinelas de
avanzadas, sino que se unen a los enemigos para apalearlos, para aplastarlos,
si fuese posible, y ¡buenas noches!. ¿Qué le parece, Eminentísimo? Por mi parte
no me asombré, no me maravillé por los manejos, por los embrollos, por las
calumnias del conocido partido, ni por ello, como de cosa esperada, me dolí por
nada; sí me condolí y muy intensamente, aún con el S. Padre, que ellos hayan
sido escuchados allá donde debían hallar sólo desprecio. Tenía en mi ánimo
deseos de defenderme y por lo tanto escribí la breve carta pastoral aquí
adjunta. La envié al S. Padre, el cual por las marcas en rojo se ve que la dio
para examinar no sabría a quien, y después me la devolvió con el ruego de no
publicarla. Se me impuso verdaderamente un sacrificio heroico, que acepté
únicamente, lo confieso, por amor a Dios. [72]
"Dios sabe lo que haría para
acercarte de nuevo al Obispo"
498.
No puedes imaginar cuánto me duele tu posición y Dios sabe lo que
haría para acercarte de nuevo a nuestro Obispo. Te puedo dar solamente una
opinión: Vete a verlo, que te recibirá con los brazos abiertos y ponte en sus
manos. Lo demás vendrá después sin dificultad. Creo que él quiere tu bien, el
de
"Omnia mea tua sunt [todo lo mío es
tuyo]"
499.
El aire, la quietud, la vista, los paseos libres y sin ataduras de
ninguna especie serán beneficiosos para mí y para Usted. Por lo tanto vamos, no
se deje vencer por los obstáculos: omnia mea tua sunt, y sepa que yo no lo amo
sólo como cohermano, sino también como hermano tiernísimo.[74]
500.
La carta que usted me escribió desde Milán, tan hermosa y
apasionada, no sé por qué descuido quedó unida a una correspondencia que
presenté al Papa quien, leyendo todo, leyó también su carta que no le causó
impresión desagradable, pero sí fuerte. En la segunda audiencia me habló del
carteo y de dicha carta y como yo temía que alguna frase lo hubiese herido,
tomé la palabra diciéndole: "¡Santo Padre! Usted tiene en Mons. Bonomelli
un Obispo verdaderamente docto, muy celoso y consagrado totalmente al bien de la
religión y también un hijo devotísimo, afectuosísimo, que habla claro cuando le
parece que está en la verdad, y conserva siempre una profundísima sumisión a
Usted..."
¡Oh sí, interrumpió Él, lo conozco bien a Mons. Bonomelli! y aquí
se detuvo a elogiar su piedad, doctrina, celo, etc. etc. y cómo me alegré por
ello podrá Usted imaginarlo. [75]
501.
No he querido escribirle en estos días para respetar su dolor
filial, que sentí en lo íntimo del corazón como si se tratara de mi padre. Todo
lo que le atañe me conmueve vivamente y celebrando
502.
En estos dos años nos hemos escrito tantas cartas que ya no se
sabe qué decir ¿Sabe cuántas cartas suyas tengo yo?, 62, sí, digo sesenta y
dos, una más hermosa que la otra y todas coordinadas, como los tubos de un
órgano, un poco monótono, a decir verdad, porque es casi siempre la misma nota
la que da la señal. [77]
503.
El fuego de nuestra amistad es tan extenso que nec flumina obruent
illum [ni los ríos lo extinguirán]; la leña de la cual se nutre fue acumulada
en estos años en tal cantidad y de tal calidad, que por un siglo por lo menos,
tiene de que alimentarse y hacer la más hermosa llama del mundo. Pero hace muy
bien en despertarme, ya que para decirle la verdad, yo trato a mis amigos muy,
pero muy a la buena de Dios. Algunas veces tengo un poco de remordimiento; mi
secretario de vez en cuando me pregunta: ¿ha escrito a Cremona? Seguramente, es
necesario que escriba, escribiré, y mientras tanto vuelan los días, las
semanas, los meses. Tenga, por lo tanto, un poquito de paciencia. Por otra
parte, cuando no escribo, diga sin temor a equivocarse: ese pobre hombre de
Piacenza es presa de la fiebre de la actividad, conviene perdonarle el aparente
descuido de su más querido amigo.[78]
504.
Escribo dos líneas para augurarle muy felices SS. Fiestas, plenas
de la más selecta bendición. Los augurios son para muchos un cumplido, un acto
de conveniencia; pero los míos formulados a Usted son una necesidad del
corazón, una expresión de altísima estima, de profunda y reverente amistad, de
inalterable unión.[79]
505.
Piense en todo lo que hay de bello, bueno, tierno y sincero y
sobreentiéndalo como expresión de mi alma con respecto a Usted.
Dios lo acompañe, lo asista, lo bendiga y satisfaga sus deseos que
son también los míos.[80]
506.
Quédese tranquilo. La fase inicial es dolorosa, sí, pero llena de
luz. Dejemos actuar a
507.
Los primeros y mejores votos de mi corazón para las santas fiestas
navideñas son para Usted, dimidium animae meae [mitad de mi alma]. Nuestras
almas están unidas con vínculos misteriosos y también desde lejos se hablan y
se comprenden siempre.
Por lo tanto, ya habrá comprendido lo agradecido que estoy por el
obsequio de su precioso librito. De salud estoy perfectamente bien, me he
sanado casi por encanto, de modo que he retomado mi vida habitual, pero,
teniendo presentes las recomendaciones de los amigos y en primer lugar las
suyas.
El Señor le conceda una floreciente salud, muy larga vida, toda la
más deseada prosperidad, triunfos diplomáticos de primera calidad y en gran
cantidad. [82]
508.
El haber contribuido, si bien un poco pobremente, a las
espléndidas fiestas de su jubileo, era ya para mí una de las más grandes
satisfacciones, pero Usted quiso esta vez hacerla como príncipe con un obsequio
realmente magnífico. Eso es para mí doblemente grato, porque es un obsequio y
porque es el recuerdo de uno de los días más hermosos de su vida y también de
la mía. Le agradezco desde lo íntimo de mi corazón.[83]
509.
Si el año pasado por estos días, como Usted dice benévolo, yo fui
todo para Usted, puede estar bien seguro que todo para Usted yo soy y seré
también en el futuro, aun cuando ciertas inadvertencias prácticas no me gustan.
[84]
"Las almas no conocen
distancias"
510.
Está bien: veniam damus petimusque vicissim [concedemos el perdón
y lo pedimos mutuamente]. Pero también esto no cabe, ya que yo, no tú, necesito
disculparme por no haberte dado las gracias todavía, como hago ahora
cordialmente por el obsequio y los augurios para mi 25mo. aniversario de
consagración episcopal.
Digo alguna disculpa, porque entre almas unidas, como somos
nosotros, en la caridad de Jesucristo, muchas cosas se deben sobrentender y yo
las sobreentiendo muy fácilmente y así debes hacer también tú. Las almas no
conocen distancias, poco necesitan de cartas, ya que también sin ellas, se
hablan, se entienden y se ayudan. [85]
"Se conserven las obras de prestigio
artístico"
511.
En nuestra Diócesis existen Iglesias y Oratorios de antiquísima y
valiosa construcción, cuadros, pinturas y ornatos con frescos bellísimos;
monumentos preciosos que se habrían debido conservar efectivamente con el
máximo cuidado, pero que en cambio sufrieron daños no leves, ya sea por falta
de las necesarias reparaciones, como por ampliaciones o reestructuraciones
realizadas por personas inexpertas.
Por lo tanto, con el fin de impedir nuevos daños en semejantes
edificios, mientras se recomienda a los Reverendos Párrocos y a los Consejos de
Fábrica, no omitir nada en lo que se requiere para la diligente conservación de
los mismos, se les ordena por la presente que en lo sucesivo, si es necesario
practicar innovaciones de importancia, pidan primero el consentimiento de este
Ordinario, quien para acordarlo solicitará la opinión a expertos en arte y por
la cual se sepa con certeza que los nuevos trabajos a realizarse no ocasionarán
daños ni en el orden arquitectónico del templo ni en las pinturas de valor que
pudiese contener.
Se recuerda también el principio, que los objetos de bellas artes
existentes en las Iglesias o en los Establecimientos Eclesiásticos, junto con
los ornamentos sagrados forman parte del patrimonio, tanto unos como los otros,
y que por lo tanto nadie puede permitirse vender o enajenar esos objetos sin
haber obtenido el permiso del Ordinario Diocesano, bajo pena de las censuras
eclesiásticas.
Se formula, por lo tanto, un cálido llamado a quien corresponda,
para que con todo cuidado se conserven las obras de valor artístico, y se
prohíbe rigurosamente que bajo ningún pretexto se permitan enajenar o
transportar a otros sitios estos gloriosos testimonios de la piedad y de la grandeza
de nuestros Padres. [86]
"Acrecentar el decoro de la religión,
mas también del arte"
512.
La fiesta de mi glorioso antecesor Savino (...) me presenta la
ocasión favorable para llamar de nuevo su atención, M. R. Sr. Preboste, acerca
de la célebre Cripta, de esta Iglesia suya, que se está deteriorando, para que
vea, en la actividad de su celo, encontrar la forma de devolverla al culto, y
acrecentar así no sólo el decoro de la religión, sino también del arte, del
cual esa Cripta es preciosísimo monumento.
Ese hipogeo es un monumento preciosísimo, digno de ser reabierto
al público, o por lo menos de ser sustraído de la total decadencia por la que
está amenazado. Sería por lo tanto necesario, como Usted ve, protegerlo de la
humedad, hacer entrar de nuevo allí el aire y la luz e impedir que se despeguen
las piedritas del insigne mosaico que se observan en el piso (...).
Yo no tengo palabras suficientes para expresarle, Sr. Preboste, el
interés que me inspira esa Basílica suya. Cuando algunos meses atrás, Dios nos
confortaba haciéndonos recobrar los venerados huesos de S. Savino, circundados
por pequeñas pero muy antiguas urnas que contenían reliquias de mártires y de
Apóstoles, para colocar las cuales el mismo S. Savino había hecho erigir dicha
Basílica de los Apóstoles en Le Mose; cuando encontré en el mismo sepulcro del
S. Obispo el frasquito con la inscripción: de saguine Sancti Antonini Martyris,
un sentimiento de estupor y de alegría yo probé dentro de mí, arcano y muy
suave...¿Qué mejor ocasión y más propicia para restituir al culto esa cripta,
donde el glorioso Patrono descansó por tantos siglos, rodeado por tantos
tesoros?
Yo no dudo, Sr. Preboste, que en una ciudad como la nuestra, tan
culta, tan gentil, y que tan vivamente se interesa por las cosas patrias, no le
faltarán alicientes, consejos y ayudas, especialmente de parte de aquellos a
los que está confiado el muy noble encargo de vigilar por la conservación de
los monumentos públicos.
Le digo francamente mi parecer. Sería una verdadera deshonra para
nosotros y para todos dejar decaer esa joya tan preciosa que nosotros poseemos
y a la que están ligadas memorias tan queridas para la religión y la patria. [87]
"
513.
Yo no sabría concebir una ciudad italiana sin su Catedral; peor
una ciudad que, teniendo una bella y majestuosa, la dejase abandonada, lenta,
pero segura presa del tiempo, pues querría decir que esa ciudad no estuvo nunca
viva en la historia, que en ella está apagada toda centella de ese ardor
religioso y civil que inflamaba a los padres.
De Piacenza no se puede decir la primera cosa y no se dirá la
segunda. Su historia es tan noble como antigua y su culto por el arte y por las
memorias patrias está esculpido aere perennius [más duradero que el bronce] en
sus monumentos y en muchos prestigiosos escritos de piacentinos que pusieron el
ingenio para ilustrarlos.[88]
"El arte, hija de la naturaleza, es
nieta de Dios"
514.
De acuerdo conmigo, han establecido que esta muestra se llevase a
cabo en este templo magnífico, como para significar que el arte debe estar en
el lugar sagrado como en su propia casa, porque allí nació y creció.
Si la religión es hija predilecta de Dios, el arte también está
íntimamente unida a Él. El arte, según la bellísima expresión de Alighieri,
como hija de la naturaleza, es nieta de Dios; no sin profunda razón una obra de
arte, cuando alcanza los supremos ideales artísticos, en el lenguaje común se
le llama divina. El arte que no se irradia como la luz de Dios, no es arte, no
representa lo bello, que es esplendor de lo verdadero.
Así pensaba el mismo Alighieri cuando con mente divina escribía:
No es luz si no viene del sereno que no se turba nunca...Rafael Sanzio, en un
momento de sublime inspiración, pintó a los pies de nuestra admirable Virgen de
S. Sixto, ¡hay de mí! ya no nuestra, ese angelito que sobresaliendo de una
pequeña nube, casi niño asomado al balcón, con el bellísimo rostro levantado,
está inmóvil y pensativo contemplando el cielo.
Y bien, esa estupenda creación bosqueja también ella,
maravillosamente, la verdad que en esta fausta ocasión yo me alegro de
recordarles: o sea, el arte, para ser verdadero arte, debe tener el ojo siempre
dirigido al sol de la belleza eterna, infinita. Al igual que ese ángel, el arte
apoyándose sobre la materia, de ella antes purificada y vuelta liviana como
blanco velo de nube, mira extasiada el cielo y al cielo eleva los pensamientos
y los afectos del hombre, maestra de virtud, poderosa hacedora de civilización
y de orden, inspiradora de cándidas y moderadas costumbres, ángel que en los
senderos de lo bello divisa las almas en la fuente de los más puros y de los
más sublimes ideales. [89]
"La huella de Dios"
515.
¡Oh madres! Hablemos de Dios a nuestros hijos, aprovechando la
ocasión en todo lo que los puede impresionar. Hablemos de Dios a nuestros hijos
en el silencio contemplativo de una noche serena, en medio del estruendo del
trueno y a lo largo de las costas solitarias del mar.
Hablémosle de Dios cuando sobre el fin de la jornada de otoño,
nosotros vemos por medio de los vapores interpuestos, casi a través de un fino
velo, aparecer las colinas, los bosques, los valles y todos los objetos, al
reflejo de esa melancólica luz, tomar varios colores y diversas formas. Y
cuando al caer de la tarde el sonido de las campanas, el ruido lejano de las
aguas que caen y el murmullo de las hojas, que dulcemente invitan a la
melancolía, hablémosle de Dios.
Y si vemos sus mentes conmoverse y enternecerse frente a los
prodigios del arte, a las melodías de la música, al oído de algún hecho
glorioso, alguna prueba de otra virtud, ah, ¡no dejemos de hablarles de Dios!
Mostrémosle, en todas las cosas, la huella de la bondad, de la
grandeza, de la omnipotencia de Él y de la armonía que al mismo tiempo une y
converge las múltiples partes del universo, hagámosle deducir la obligación
impuesta al hombre de vivir en armonía con el fin por el cual fue creado (...).
Recuerden, sin embargo, que en el cristianismo el verdadero culto
no se restringe a un sentimiento vago, sino que se manifiesta y se mantiene con
las prácticas exteriores.
Deben, por lo tanto, precederlos con el ejemplo en el ejercicio de
toda obra buena.[90]
"La música es un arte divina"
516.
No es solamente el hombre quien desde
Y más todavía las bellas artes, creación y obra del genio del
hombre, nos revelan
La música es un arte divina, porque Dios es una melodía eterna
entre las tres Personas de la adorable Trinidad. Cada nota, cada acorde musical
es un eco de la armonía cósmica que parece tener su fuente en el Cielo y en la
eternidad. Ella recoge los arrebatos, los pálpitos, las aspiraciones, las
alegrías y los dolores de las almas y los expone, los interpreta, los hace
sensibles, los resume en forma etérea. Las exaltaciones de la victoria y las
vergüenzas de la derrota, las explosiones de la cólera y las ternuras del amor,
el gemido de los desventurados y los alborozos de los alegres, las lágrimas de
las cosas y el grito de los afligidos, todo resume y expresa la música en un
lenguaje inefable, purísimo. [91]
"Viviendo la vida de los Santos:
symphonialiter"
517.
Miren este órgano, es la imagen de la vida cristiana, como Dios la
ha constituido. En el órgano existen mil sonidos diferentes: cada tubo tiene su
forma, cada lengüeta tiene su timbre, cada abertura tiene su grandeza, cada
juego tiene su variación y cuando todo es movido por un principio inteligente,
resultan acordes maravillosos.
Así cada uno de nosotros tiene su vocación, su carácter, sus
deberes; cumplámoslos según la voluntad de Dios y todas nuestras obras formarán
una armonía celestial, que nos alegrará con gracias supremas.
El universo entero nos invita a ello; él es una armonía infinita,
un concierto y será así cuando estemos en perenne paz.
Sea nuestra alma una armonía viviente con Dios, con los hermanos y
con nosotros mismos, viviendo así la vida de los Santos: symphonialiter.
Jesucristo es llamado el arte soberano del Padre, la fuente y el
manantial de toda armonía, y es en nombre de Jesucristo que yo bendigo este
nuevo instrumento musical, haciendo votos para que, así como oiremos en algunos
momentos más sus armonías aquí abajo en
"Sea el alma symphonialis"
518.
Hemos escuchado poesías estupendas y música más estupenda todavía.
Pues bien, que las flores de la poesía se conviertan para todos nosotros en
frutos cada vez más abundantes de buenas obras; que nuestra alma esté siempre
llena de la armonía que desciende de lo alto, sea el alma symphonialis, como
habla un antiguo Padre; que toda nuestra vida sea como una música, un himno de
gloria al Altísimo. [93]
"Se dé al pueblo la más amplia
participación en los cantos"
519.
Se dé al pueblo la más amplia participación en esos cantos que
Nuestras espléndidas catedrales, diré con un alma ferviente,
nuestras más humildes iglesias parroquiales, donde vive Jesús sacramentado,
reclaman los antiguos cantos, los cantos de la fe al que se unían las mil
voces; el pueblo de nuestros tiempos necesita abandonar las falsas agitaciones,
los gritos ebrios y sediciosos de los días festivos, para volver al pacífico,
consolador y puro canto de
Entonces las iglesias no estarán desiertas, entonces las funciones
religiosas y solemnes no serán abandonadas, entonces los niños y las niñas
aprenderán pronto las melodías eclesiásticas y con ellas el porqué de los ritos
y el sentido de los cánticos de
[1] Acción Católica, Piacenza 1896, págs. 5-6
[2] Ibid., págs. 6-8.
[3] Ibid., págs. 12-13
[4] Asociaciones Católicas. Discurso del Santo Padre, Piacenza 1885, págs. 4-7
[5] Acción Católica, Piacenza 1896, págs. 3-5.
[6] Ibid., págs. 13-14
[7] Circular del 07.02.1898, Piacenza 1898, págs. 23-24.
[8] Apertura
IV Reunión regional de
[9] 1.ra Reunión anual de los Comités parroquiales (1882?), (AGS 3018/18).
[10] Carta a León XIII, 18.06.1896 (ASV-SE. Rub. 100/1899, fasc. 4, Prot. N. 52038).
[11] El socialismo y la acción del clero, Piacenza 1899, (I Edición), págs. 3-4.
[12] Ibid., págs. 6-8
[13] Ibid., pág. 8
[14] Ibid., pág. 13
[15] Ibid., pág. 41
[16] Ibid., págs. 42-43.
[17] Ibid., págs. 43-44
[18] Ibid., págs. 45-47
[19] Centenario
de San Luis - Encíclica del Santo Padre - Óbolo del amor filial, Piacenza l89l,
págs. 6-9. Scalabrini presenta
[20] Ibid. págs. 9-l0.
[21] Ibid., págs. l0-l2
[22] Carta a los piacentinos, publicada en los diarios locales el 4 de mayo de l898, en ocasión de los motines del lro. de mayo de l898, que en Piacenza se produjeron entre el 2 y el 4 de mayo y provocaron 3 muertos (cfr. Biografía págs. 826-833).
[23] Circular
del 22.08.l903. Sobre
[24] Discurso
para el VIII Centenario de
[25] Ibid.
[26] 1ra. conferencia sobre la emigración, 08.02.1891 (AGS 5/3).
[27] Unión, acción, oración, Piacenza l890, pág. 8
[28] Carta a G. Bonomelli, 0l.11.l886 (Correspondencia S.B., págs. l88- l89).
[29] Id. l6.08.l887 (Ibid., pág. 220).
[30] Carta
a León XIII, agosto l882 (Ibid., pág. 66). Para Scalabrini el único camino para
resolver la cuestión romana y alejar los daños que ella provocaba a
[31] Carta
de los Obispos de
[32] Carta Pastoral del l6.09.l895, págs. 2-3.
[33] Carta Pastoral de Mons. Obispo de Piacenza. 15 de agosto de 1881, Piacenza 1881, págs. 5-6. La noche del 13 de julio de 1881 los anticlericales de Roma intentaron tirar al río Tíber los restos mortales de Pío IX, mientras se realizaba su traslado a San Lorenzo al Verano
[34]
[35] Por su regreso de Roma, Piacenza 1882, pág. 15
[36] Católicos de nombre y católicos de hecho, Piacenza 1887, pág. 23
[37] G. Borelli, El Clero católico y las condiciones político-sociales de Italia. Un coloquio con Mons. Scalabrini, Obispo de Piacenza, "El Alba" 15.07.1900
[38]
[39] El Concilio Vaticano, Como 1873, págs. 204-205.
[40] Intransigentes y transigentes, Bolonia 1885, pág. 5
[41] G. Borelli, op. cit.
[42] Ibid.
[43] Carta a León XIII, agosto l882
(Correspondencia S. B., págs. 65-66)
[44] Carta a G. Bonomelli,
09.l0.1882 (Ibid. pág. 75).
[45] Carta a León XIII, 24.06.1886 (ASV-SE, León
XIII, Miscelánea, D.D. Albertario, IX, A.).
[46] Intransigentes y Transigentes, Bolonia 1885, págs. 31-33
[47] Carta a un marqués, borrador sin fecha, (AGS 3021/17)
[48] Carta
al Card. D. Svampa, 29.11.1903, (cit. por L. Bedeschi, "
[49] Intransigentes y Transigentes, Bolonia 1885, págs. 28-29
[50] Carta a G. Bonomelli, 19.01.1892, (Correspondencia S. B., pág. 292).
[51] Italia en el exterior, Torino 1899, pág. 12
[52] El diseño de Ley sobre la emigración italiana, Piacenza 1888, pág. 46. El "querido amigo" era el honorable Pablo Carcano, diputado socialista, compañero de escuela de Scalabrini en Como.
[53] Homilía de Pentecostés, 1881 (AGS 3016/6).
[54] Homilía de Pentecostés, 1880 (AGS 3016/6).
[55] Carta a León XIII, 26.09.1881 (AGS 3042/2). Por las relaciones entre Scalabrini y Stoppani, cfr. Biografía págs. 700-709
[56] Carta a L. Arosio, 11.03.1884 (AGS 3022/2). El Presbítero Luis Arosio escribió obras de divulgación teológica
[57] Carta al Cardenal Jacobini, 08.04.1883 (Correspondencia S. B., págs. 120-121). El "cura" que menciona el autor es el Presbítero David Albertario (cfr. Biografía, págs. 562-565).
[58] Carta a G. Bonomelli, 07.05.1882 (ibid., pág. 54). "Esa gente" son los "intransigentes" extremistas.
[59]
[60]
[61] Id., 01.02.1883 (ibid., pág. 95).
[62] Carta
a José Alessi, septiembre 1891 (AGS 3022/12). Mons. José Alessi, fundador de
[63] Carta a G.
Bonomelli, 19.02.1882 (Correspondencia S. B., pág. 71).
[64] Id.,
06.06.l889 (ibid., pág. 255).
[65] Id., 28.03.1882 (Ibid., págs. 52-53). El "diario" era "El Observador Católico" (cfr. Biografía págs. 704-711). "Devoto sin medida y sin medida libre": así Antonio Fogazzaro definió a Scalabrini
[66] Carta a
Mons. G. Boccali, 29.11.1881 (ibid., págs. 4l-43). Scalabrini explica al
secretario particular de León XIII los motivos por los cuales debió protestar
públicamente contra las ingerencias de "El Observador Católico" en
asuntos internos de
[67] Carta
a V. Papa, enero l886 (AGS 3043/l). P. Vincenzo Papa era el director de la
revista rosminiana "
[68] Universo Nostro Clero, Piacenza l888, págs. l-2 (Trad. del latín). La circular fue escrita para comunicar el decreto Post obitum, que condenaba 40 proposiciones tomadas de las obras póstumas de Rosmini.
[69] Carta al Card. P. M. Schiaffino,
29.11.l886 (AGS 3026/4).
[70] Carta a G. Bonomelli, 24.01.l897 (Correspondencia S. B., pág. 338)
[71] Intransigentes y transigentes, Bolonia 1885, págs. 30-31. La "opinión particular" era aquella de la oportunidad de permitir a los católicos italianos concurrir a las urnas.
[72] Carta al Card. P. M. Schiaffino, 21.01.1887 (AGS 3020/4). Scalabrini habría querido defenderse públicamente de las acusaciones públicas de haber desobedecido al non expedit (cfr. Biografía, págs. 666-676)
[73] Carta a C. Crosta, 1902 (AGS 3045/4). El comasco P. Clino Crosta fue alumno de Scalabrini y autor de un difundido manual de teología dogmática.
[74] Carta a G.
Bonomelli, 19.06.1881, (Correspondencia S. B., pág. 59).
[75] Id.,
09.10.1882, (ibid., pág. 76).
[76]
[77]
[78]
[79]
[80]
[81]
[82] Id., Navidad 1892 (ibid., pág. 336). A G. Bonomelli le había sido propuesta una misión diplomática en América Central.
[83]
[84]
[85] Carta a L. Cornaggia Medici, 21.02.1901
[Archivo Liberiano de Roma]. Mons. Luis Cornaggia Medici ligado por amistad con Scalabrini todavía
antes de ser sacerdote escribió, entre otras obras, "Precursores de
[86] Circular del 22.03.1879, págs. 1-3.
[87] Carta al preboste de S. Savino, 17.01.1881, publicada en los diarios.
[88] Para
Nuestra Catedral, Piacenza 1894, págs. 4-5. La restauración de
[89] Discurso
para la inauguración de
[90] Educación Cristiana, Piacenza 1889, págs. 31-35.
[91] Discurso para la inauguración del púlpito y del órgano del Duomo, 04.12.1901 (AGS 8/8).
[92] Para la inauguración de un órgano (AGS 3018/10).
[93] En el Acto académico para el jubileo episcopal 1901, (AGS 3018/13).
[94] Circular del 07.02.1898, págs. 21-22.